Si querés llorar, llorá: un estudio afirma que la felicidad no equivale a buena salud

Si querés llorar, llorá: un estudio afirma que la felicidad no equivale a buena salud

Un nuevo estudio publicado hace unos días en la revista médica “The Lancet” y basado en el seguimiento de 1 millón de mujeres británicas de mediana edad durante 10 años, reveló que la tan extendida idea de que la felicidad redunda en buena salud y longevidad es infundada.
“La felicidad y los indicadores de bienestar no parecen tener un efecto directo sobre la mortalidad”, fue la conclusión a la que llegaron los investigadores.
“Buenas noticias para los malhumorados”: esa sería una forma de interpretar los hallazgos, según Richard Peto, uno de los autores del estudio y profesor de estadísticas médicas y epidemiología de la Universidad de Oxford.
Peto y sus colegas se decidieron a estudiar ese tema porque según el investigador, existe la creencia generalizada de que el estrés y la infelicidad son causantes de enfermedades.
si-queres-llorar-llora-un-estudio-afirma-que-la-felicidad-no-equivale-a-buena-salud-2
Esas creencias terminan alimentando la tendencia a culpar al enfermo de sus padecimientos por su negatividad ante la vida, y entraña la advertencia de que si no son más positivos, deberán atenerse a las consecuencias.
“Creer cosas que no son ciertas es una mala idea”, dijo Peto en una entrevista. “Ya hay demasiadas historias aterradoras en torno a la salud.”
El nuevo estudio asegura que las investigaciones anteriores confundían las causas con los efectos y sugerían que la infelicidad enfermaba a la gente, cuando en realidad es al revés.

El estudio del millón
El resultado surge del así llamado Estudio del Millón de Mujeres, que entre 1996 y 2001, reclutó mujeres de entre 50 y 69 años e hizo un seguimiento de las mismas a través de cuestionarios periódicos y de sus historias clínicas y registros de defunción. En el cuestionario, las mujeres debían responder con qué frecuencia se sentían felices, en control de su situación, relajadas o estresadas, y también les pedía que calificaran el estado de su salud y que consignaran una lista de sus dolencias, como hipertensión, diabetes, asma, artritis, depresión o ansiedad.
Los investigadores también incluyeron preguntas acerca de la felicidad, “porque es algo que interesa a mucha gente”, dijo Peto.
Cuando las respuestas fueron analizadas en términos estadísticos, la infelicidad y el estrés no aparecieron asociadas a un incremento del riesgo de muerte. Queda por verse si esos hallazgos se extienden también a los varones.
El profesor Peto que los datos especialmente importantes surgieron de 500.000 mujeres que en sus estudios de base iniciales señalaron encontrarse en buena salud, sin historial de enfermedades cardíacas, cáncer, ACV o enfisema.
Una “enorme minoría” de esas mujeres sanas dijo sentirse estresada o infeliz, pero en el transcurso de una década, esas mujeres no fueron menos propensas a morir que las mujeres que se habían manifestado mayormente contentas con su vida.
“Estos hallazgos refutan las afirmaciones de quienes han sostenido los efectos de la infelicidad y el estrés sobre el índice de mortalidad”, dijo Peto.
Tal vez la infelicidad no afecte de manera directa la salud, pero puede dañar a las personas de otras maneras, empujándola al alcoholismo, a actitudes autodestructivas, o al suicidio, advierte el especialista.
Este tipo de estudios, que depende de la auto-evaluación de los participantes, no es considerado tan confiable como los experimentos rigurosamente planificados en los que los sujetos son elegidos al azar para luego ser asignados a un tipo de tratamiento o a un grupo de control. Pero la potencia de este nuevo estudio radica en la enorme cantidad de casos analizados.

Felices o desdichados
De todos modos, algunos analistas señalan que medir las emociones es mucho más complejo y sutil que declararse simplemente feliz o desdichado.
“Me hubiese gustado que se estudiara más la forma en que la gente traduce esos sentimientos tan complejos en una autoevaluación de su propia felicidad”, dijo el psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon, Baruch Fischhoff, que estudia la toma de decisiones de la gente y que no participó del estudio. “Piense en todo lo que le está pasando en la vida y dígame qué tan feliz se siente. La felicidad es una medida muy laxa.”
Según Fischhoff, los estudios anteriores han arrojado resultados en ambos sentidos: algunos revelaron que la infelicidad causa enfermedad, y otros no encontraron relación alguna.
“Me parece que han recolectado una enorme cantidad de información sin encontrar una señal clara. Por lo tanto, si existe alguna correlación, no debe ser muy significativa”, dijo Fischhoff.
El editorial que acompaña la publicación señala que “en términos de la población alcanzada, se trata del mayor estudio sobre la felicidad realizado hasta el momento”, y elogia la metodología estadística utilizada. Pero también aclara que es necesario seguir investigando.
Peto no cree que este hallazgo logre cambiar lo que piensa la gente, porque la creencia en los peligros de la infelicidad está muy arraigada.
“La gente seguirá creyendo que el estrés es el camino al infarto”, dijo el investigador.
LA NACION