Encarnación quería casarse

Encarnación quería casarse

Por Daniel Balmaceda
En 1813, Juan Manuel de Rosas tenía 19 años y había decidido que era tiempo de formalizar su relación con Encarnación Ezcurra, de 17. Los chicos venían entusiasmados, querían comprometerse y casarse o, en forma más expeditiva, casarse directamente. Hay que tener en cuenta que en aquellos años la fiesta de compromiso era, como actividad social, más importante que el propio casamiento en la iglesia. La primera consistía en invitar a los parientes, amigos y relaciones a la casa, donde se agasajaba a la pareja. En cambio, luego de la ceremonia nupcial en la iglesia, sólo se realizaba un reunión íntima.
En este caso, los novios se topaban con la negativa de doña Agustina López de Osornio, madre del enamorado Juan Manuel. La señora alegaba que aún eran jóvenes y nada los corría como para tener que casarse a las apuradas. Esa era la respuesta para salir del paso. No era que no lo pensara, pero sobre todo consideraba que su hijo estaba apresurándose al elegir su compañera. El recio carácter de la madre de Rosas era conocido, pero la candidata a nuera no se quedaba atrás. Como lo demostraría en toda su vida, Encarnación no era de las que se dejaban manejar. E ideó un plan.
Le escribió una carta a su amado, informándole que estaba embarazada y que deberían casarse, por más que él se negara. Le advertía que si él no tomaba la decisión de llevarla al altar, ella armaría un escándalo. ¿Se preocupó el joven Rosas? No, porque conocía la trama y se abocó a la parte que a él le correspondía: dejar el sobre con la carta en una mesa, muy a la vista de su madre. Sabía que ella la leería en cuanto tuviera oportunidad. Y así ocurrió. Porque madre hay una sola; pero madres curiosas, hay miles.
Luego de conocer el escandaloso contenido de la carta, Agustina López se reunió con doña Teodora de Arguibel, la madre de Encarnación, y le comentó lo que había descubierto. Misia Teodora y misia Agustina celebraron un cónclave y sin muchas vueltas arribaron a una conclusión: los jóvenes debían casarse para disimular el escándalo.
Encarnación Ezcurra y Juan Manuel de Rosas lograron su cometido: tres semanas después, el martes 16 de marzo de 1813, eran marido y mujer. Fueron padrinos del casamiento, celebrado en la Catedral de Buenos Aires, el padre del novio (don León Ortiz de Rozas) y la madre de la novia (doña Teodora). La ceremonia tuvo lugar en medio de la algarabía general debida al arribo de las banderas realistas que habían sido tomadas en el combate de Salta (20 de febrero de 1813), donde triunfaron las fuerzas patriotas comandadas por el general Manuel Belgrano, novio secreto de Josefa Ezcurra, la hermana de Encarnación.
En cuanto a las señales del supuesto embarazo, nunca aparecieron, ya que todo era una escena montada a propósito para que las suegras mordieran el anzuelo. De todas maneras, la pareja convirtió en abuelas a las señoras. Juan Bautista Pedro, el primer hijo del matrimonio Rosas-Ezcurra, nació el 30 de junio de 1814.
LA NACION