Steve Ballmer, el embalsamador

Steve Ballmer, el embalsamador

Por Leandro Zanoni
Uno te promete el paraíso y el otro te prepara la fosa”. Así definió a la dupla que formaron Bill Gates y Steve Ballmer durante los años dorados de Microsoft el ya fallecido Ray Noorda, ex presidente de Novell, considerado uno de los padres de las redes tecnológicas. También lo apodó ‘Ballmer, the embalmer’ (‘el embalsamador’).
Steve Ballmer anunció oficialmente el viernes pasado que dejará el cargo de CEO de Microsoft dentro de los próximos doce meses hasta que un comité elija su sucesor. A los 57 años los embates y presiones de los accionistas de Microsoft lograron algo que nadie pudo: vencerlo. La compañía de Redmond se encuentra en plena reformulación de su estrategia para, con el Windows 8 como punta de lanza, competir fuerte en la industria móvil, dominada por Apple y Google, entre otros jugadores. Hasta el momento la tablet Surface, lanzada en octubre del año pasado, es un fracaso en las góndolas.
¿Quién es Ballmer? Conoció a Bill Gates en Harvard, cuando ambos eran estudiantes. Nunca más se separaron. Gates abandonó la universidad pero él se recibió con honores. Fueron confidentes, compañeros de aventuras y de largas noches de poker.
Ballmer entró formalmente a Microsoft en 1980 como asistente todoterreno de Gates. Fue el empleado número 24 de Microsoft, el primero no ingeniero de la compañía. Hizo de chofer, mozo y secretario. Con los años, se convirtió en su fiel ladero durante la gran expansión de la compañía en los ochenta y noventa gracias al sistema operativo DOS primero y Windows después. Para muchos, Ballmer es un genio en trazar estrategias de negocios. Su rol fue clave en el crecimiento de la compañía. En ‘Bill Gates: una biografía no autorizada’ (Ediciones Infinito, 2000), el periodista italiano Riccardo Stagliano no duda en señalar a Ballmer como el encargado de hacer los trabajos sucios, tanto dentro de la empresa como hacia afuera con proveedores, clientes y competidores. Fue jefe de ventas y después Presidente. Hasta que el destino, su buen oficio para los negocios y los números (es fanático de las matemáticas) lo premiaron: en enero de 2000 se convirtió formalmente en el CEO de una de las empresas más importantes del mundo.
Al frente de Microsoft, Ballmer enfrentó momentos difíciles pero tuvo espaldas para todo. Amado y odiado, en una conferencia soportó huevazos de un fanático del software libre. Fue un gran comunicador, dueño de un estilo muy particular. Carismático e histriónico, no dudó en hacer payasadas para captar la atención. Se hizo conocido en los medios masivos por sus charlas anuales a los empleados de Microsoft o en las presentaciones de productos, donde aparecía con la camisa transpirada gritando y bailando. Esos videos explotan de vistas en YouTube. También protagonizó algunas publicidades de TV.
La amistad con Bill Gates sigue intacta. De hecho, Ballmer es vecino de su amigo, que vive en la famosa mansión de 3.450 metros cuadrados que se hizo construir frente al lago Washington, en Seattle.
En menos de un año Ballmer, que tiene tres hijos y una fortuna calculada en casi 20 mil millones de dólares, será un jubilado más. Estará bien lejos de la competitiva industria tecnológica, ahora dominada por jovencitos treintañeros que usan remeras y ojotas. Seguramente, algún día, extrañe sus conferencias a los gritos y a los medios que tanto quiso, pero… ¿alguien lo extrañará a él?
EL CRONISTA