En el Día del Caballo UTTA celebra el valor de su figura

En el Día del Caballo UTTA celebra el valor de su figura

El 20 de septiembre es Día Nacional del Caballo en conmemoración de la llegada a Nueva York de los legendarios caballos Gato y Mancha. Tal como señala la Ley Nacional de 1999 que fijó la fecha, con esta efemérides se busca “celebrar la presencia y relevancia con que el caballo acompañó a la organización histórica, económica y deportiva de la República Argentina”.
Con el convencimiento del valor histórico, económico y social del caballo, como generador tanto de puestos de trabajo como de desarrollo local y nacional, la Unión de Trabajadores del Turf Afines (UTTA) realiza grandes esfuerzos para promover e impulsar el turf y la actividad hípica en todos los rincones del país. En el Día del Caballo, el Secretario General de UTTA, Carlos Felice, saluda a los trabajadores, cuidadores, criadores y aficionados que hacen posible la industria hípica argentina.

Gato y Mancha
Dos caballos criollos, Gato y Mancha, fueron los protagonistas de una de las travesías más famosas del siglo XX. Dirigidos por Aimé Félix Tschiffely, un aventurero suizo que estaba convencido de la fortaleza de los rústicos caballos criollos y quería demostrarlo, partieron desde Buenos Aires con destino a la ciudad de Nueva York el 24 de abril de 1925.
La expedición –que duró 3 años, 4 meses y 6 días, recorrió un total de 21.500 kilómetros y conquistó el record mundial de distancia–, llegó a destino el 20 de septiembre 1928. Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, y fue en uno de esos cruces cuando batieron también el record de altura, al sobrepasar los 5900 mts. s.n.m. en el paso El Cóndor de Bolivia, donde tuvieron que soportar temperaturas de 18° bajo cero.
Emilio Solanet, un veterinario y productor agropecuario argentino que dedicó su vida a la recuperación y perfeccionamiento de los caballos de raza criolla, fue quien regaló a Tschiffely a Gato y Mancha, con la convicción de que esta gran hazaña era una forma de mostrar al mundo superioridad de esta raza característica del país.

El caballo criollo
Después de 1816, tras la independencia y debido a la creciente europeización en todos los ámbitos de la vida argentina, el caballo criollo fue dejado de lado como raza y mestizado con sangres extranjeras. De esta forma, se lograron caballos de mayor altura y más veloces, pero todo eso en detrimento de la resistencia a la fatiga y a las condiciones extremas.
Sin embargo, hubo un grupo de estancieros leales a las aptitudes del caballo criollo que mantuvo sus animales sin mestizar, con las características adquiridas a través de 400 años de selección natural. A principios del siglo XX, pese a todo, aún existían caballadas salvajes en la Patagonia, y también cerca de Buenos Aires, en las zonas de Sierras de la Ventana y de Tandil.
Emilio Solanet fue uno de impulsores de la recuperación del caballo criollo en base a una selección científica. Con un grupo de criadores fundó la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y logró recuperar la raza, convirtiendo al caballo criollo en un animal versátil, económico, rústico y dócil, tal como Gato y Mancha, sus más célebres ejemplares, lograron demostrar de sobra.
PRENSA UTTA OSPAT