Escritura terapéutica

Escritura terapéutica

Por Tesy De Biase
Convivir en silencio con las experiencias emocionales negativas puede enfermar. Expresarlas, en cambio, alivia y libera. Sobre esta idea se inscribió la cura por la palabra -“talking cure”-, inaugurada por Sigmund Freud hace ya más de un siglo. Hoy hasta los círculos médicos más conservadores asumen el potencial terapéutico de la palabra. Lo nuevo, y que recién comienza a ganar peso en el mundo de la salud, es el poder reconstructivo y sanador de la palabra escrita. Uno de los promotores y pioneros de esta nueva tendencia es James Pennebaker, cuyas primeras investigaciones revelaron sorprendentes resultados de la escritura sobre la salud física y psíquica. Luego de treinta años de investigaciones, este psicólogo de la Universidad de Texas confirma que “la escritura expresiva estimula la protección del sistema inmunológico, ayuda a dormir mejor y a controlar la presión arterial, recorta las complicaciones asociadas con el asma, la diabetes y la artritis. En términos de salud emocional, ha demostrado su capacidad para recortar las crisis depresivas y reordena el pensamiento. Además, es una herramienta capaz de diluir el efecto de las vivencias traumáticas” comenta a Cielos Argentinos. Sin embargo, no es solamente la escritura catártica y automática la que conduce a estos beneficios físicos y emocionales, sino la escritura que reordena la situación dolorosa, le da un nuevo sentido y la inscribe en un nuevo contexto cognitivo, psíquico y emocional. Escribir cambia la forma en que las personas organizan su mundo interno. “Los cambios que se producen en la salud psíquica reflejan los cambios en la orientación y en la perspectiva de quien escribe” dice Pennebaker. Y sostiene que las personas pueden convertirse en terapeutas de sí mismas. Aunque admite que la escritura no pretende sustituir a la psicoterapia, sino complementarla.

Herramienta iluminadora
“Hay escrituras que tienen una función terapéutica, aún sin la presencia de un terapeuta” confirma el doctor Héctor Fiorini, director del Centro de Estudios en Psicoterapias y autor del libro “El psiquismo creador” que incluye un capítulo sobre el empleo de la escritura en un tratamiento psi.
El médico psiquiatra y psicoanalista ejemplifica: “Quien tiene un diario personal, al escribir sus vivencias se va explorando a sí mismo”
Convencido del valor de la escritura como herramienta terapéutica, propone a algunos de sus pacientes sostener en el tiempo un diario de terapia, que prolonga la interrogación existencial más allá de las sesiones, e introduce la historicidad.
En esta línea se inscribe la propuesta del psicólogo y logoterapeuta uruguayo Alejandro De Barbieri Sabatino, autor de un artículo pionero en la región rioplatense “La cura por la palabra escrita” publicado en el Centro de Logoterapia y Análisis Existencial (CELAE).
En diálogo telefónico desde Montevideo, De Barbieri desglosa las ventajas de la palabra escrita como “herramienta muy iluminadora”: el paciente tiene una participación más activa y disminuye la proyección de la cura en el terapeuta. También favorece el autodistanciamiento, que ayuda a elaborar las situaciones vividas. “Muchas veces uno tiene la sensación de que la palabra escrita del paciente es un espejo sobre su sí mismo, más fiel o genuino que el que le devuelve el terapeuta, dejando claramente expuesto que éste es un catalizador de un proceso que el paciente lleva en sí mismo”
Y sostiene: “Cuando escribimos aparecen contenidos nuevos. La escritura ayuda a hacer conscientes contenidos inconscientes. Lo oral provoca la sensación de que a las palabras se las lleva el viento. La escritura es más comprometida. Entre sesión y sesión cada paciente me envía un e-mail que en sesión le leo en voz alta para que se escuche a sí mismo. La escritura favorece el encuentro con uno mismo” También incluye la lectura de cuentos literarios que cada paciente reescribe a partir de consignas definidas según su situación personal, para abrir una nueva perspectiva en su forma de ver y vivir.

Reescribir el pasado
En esta intersección entre la literatura y la escritura terapéutica se inscriben las propuestas de Mónica Bruder y María Soledad Ranzuglia.
“La escritura de un cuento sobre una situación traumática permite tomar la distancia óptima que se necesita para tramitar el sufrimiento” dice la psicopedagoga y especialista en cuento terapéutico Mónica Bruder, autora del libro “Escritura y cuento terapéutico” presentado recientemente en la Feria del Libro. Su propuesta consiste en la redacción de un cuento con final positivo como forma de resolver simbólicamente la situación traumática. “Al comprometerse con la escritura, con el trabajo creativo, se pasa de la insensibilidad al sentimiento, de la negación a la aceptación, del conflicto y el caos al orden y la resolución, de la ira y la pérdida a un crecimiento profundo, del dolor a la alegría” explica.
“De a poco la palabra fue sacándose el disfraz de sentido terminante” comenta la poeta María Soledad Ranzuglia, de la Cumbre, Córdoba, para dibujar el camino que la llevó desde su rol de psicóloga al programa radial “Poesías en concierto” y a coordinar talleres de escritura creativa en donde “descubrimos la sabia mente del corazón; dar con la palabra sentida, habitada, es dejar atrás lo meramente pensado” Y concluye poéticamente, describiendo cómo la escritura es capaz de iluminar el lado oscuro y doliente de la vida: “Escribimos para anunciarle a la noche el arribo definitivo del alba”.
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