El poncho, pilcha gaucha con diversos orígenes

El poncho, pilcha gaucha con diversos orígenes

Por Martha Salas
Muchos se han referido al poncho como la prenda infaltable del gaucho, y sin duda es la más característica del hombre de nuestra campaña. Muchos historiadores lo consideran autóctono, otros dicen que fueron los españoles quienes lo trajeron, y que ellos lo recibieron de viejas culturas mediterráneas, derivado de la Penula romana, capa de viaje y de guerra.
En América, bajo la influencia de altas culturas tejedoras de México, América Central y las Andinas en el Sur, fue fabricado en telares indígenas y tuvo una amplísima difusión como prenda de uso en la campaña, y aun en la ciudad.
En nuestro país siempre vinieron de las provincias del Norte y mayoritariamente de Salta, Catamarca, Córdoba o Santiago del Estero.
La palabra poncho, según la opinión generalizada, tenía un origen araucano, para otros autores esa voz pertenecía a la marinería española del mediterráneo.
Para algunos viajeros como Essex Vidal, en Ilustraciones pintorescas de Buenos Aires y Montevideo de 1820, “el poncho es la prenda exterior usada por todos los campesinos de las provincias. Se compone de dos pedazos de tela de siete pies de largo por dos de ancho, cosidos entre sí a lo largo , menos en el centro donde se deja un hueco para que por él pueda meterse la cabeza”.
La palabra en castellano significa “haragán” y se aplica a esta prenda por juzgarla inconveniente para realizar cualquier trabajo, para cuyo fin siempre se saca.
En las provincias del Norte y en Perú se los hace de lana y de algodón y muy hermosos y de altos precios, tan fuertes y tupidos que resisten las lluvias más copiosas, y son de original y fino dibujo”.
Otro viajero y naturalista famoso que nos visitó en 1831 y 1834, Arsene Isabelle, dijo: “El poncho es una prenda de vestir indispensable para viajar por estas llanuras, pues él proteje de las lluvias , del polvo, del calor y del frío”.
El poncho recuerda las casullas de los curas; hay también ponchos con cuellos que se levantan para proteger el cuello y los oídos; son los llamados patria, por ser adoptados por los ejércitos nacionales”.
Alcides D’Orbigny, otro viajero famoso del siglo XIX en su libro Corrientes y sus habitantes, dice: “Cada hombre tiene su poncho que lo usa como capa. Cuando va a pie se lo envuelve alrededor del cuerpo a la manera de los antiguos para defenderse del frío y de la lluvia, y cuando el tiempo es bueno se lo hecha a la espalda. Cuando anda a caballo el poncho lo cubre por delante y por detrás, cuando a pie se lo enrolla alrededor de la cintura. También sirve par cubrirlo de noche cuando duerme o descansa”. Otro viajero agrega a la descripción anterior que el poncho cubre hasta los puños, y cae por delante y por detrás hasta más abajo de las rodillas. Tiene además flecos a su alrededor. Es de diferentes colores y siempre adornado por bandas de colores muy vivos. Los usados en Corrientes se fabrican en Córdoba y son generalmente grises con rayas rojas o azules. Los colores más usados son: azul, rojo oscuro y verde (colores sobrios y adecuados para todo uso). Hay gran variedad de colores y de rayas: están los apala, poncho de lanilla de color natural o vicuña, a listas más claras u oscuras, cualquier poncho castaño o amarronado claro con rayas amarillas.
El patria de bayeta usado por el ejército, anverso azul y reverso colorado. El poncho calamaco, ponchito ordinario redondeado, cortón y de color rojizo. El poncho vichara, poncho de pobre gris oscuro o azul con franja negra.
El pañuelo y el sombrero fueron otras pilchas imprescindibles para el hombre de campo, pero es tal su variedad que quedará para un futuro artículo.
LA NACION