De la nada a la gloria

De la nada a la gloria

Por Roberto Parrotino
Don Mancini, el escritor estadounidense que creó al muñeco poseído bajo la magia vudú, no conoce a Facundo Ferreyra. Jamás, entonces, podría haber guionado su historia, que va de la nada a la gloria. Al delantero le dicen Chucky porque de chico, dicen, se parecía a esta invención diabólica. Los amigos de Lomas de Zamora lo apodaron así. En su profesión, Ferreyra es el killer del gol. Y es, ahora, la figura del campeón. Y, una fecha del final, el goleador (11). Ayer, en el partido que lo consagró en el Amalfitani, regaló un compendio de sus maldades –tijeras, medias vueltas, cabezazos, diagonales, definiciones– y dos goles. De lejos, el flaco pecho paloma de 180 centímetros no dice mucho. Más bien, nadie paga dos pesos. Pero fue Vélez, el club que pagó a mitad de año 12 millones de pesos por el 50% de su ficha. Fue el Fortín el que le tendió la mano cuando cayó con Banfield a la B Nacional. Fue Vélez el que aplicó su política de compras con cierta proyección a futuro. Fue Vélez y, ahora, sí, lo disfruta.
“No lo puede creer”, dice el Chucky, que saboreó el éxito como integrante del Taladro campeón del Apertura 2009. “Durante todo el torneo peleamos por esto y lo pudimos conseguir. Lo quiero compartir con la familia, los amigos, los compañeros. Estoy muy contento. Desde que me echaron de la pieza en la concentración tuve una racha de tantos goles seguidos.” Ferreyra concentraba con Juan Ignacio Sills y Lucas Pratto, y un día su compañero de ataque, quien lo asistió ayer en el segundo, lo rajó. De pronto, comenzó a gritar goles. Magia vudú. De hecho, Chucky se guarda un récord en la historia velezana: es el primer jugador en anotar siete goles en sus primeros diez partidos. “Durante todo el campeonato peleamos por esto y lo pudimos conseguir. Ya está, el objetivo ya lo cumplimos, lo que queda es disfrutar y terminar de la mejor manera. Le agradezco a (Ricardo) Gareca que me ayudó un montón”, cuenta el pibe de 21 años que otra vez interesa en Europa.
Otra vez porque junto a Nicolás Tagliafico fueron, en su momento, las joyas de Banfield. Eran los números puestos en las convocatorias para las selecciones juveniles. En julio, a la par de la oferta de Vélez, existió una del Real Murcia. Tagliafico decidió emigrar hacia España. Ferreyra, en cambio, se mudó del sur al oeste. Empezó en el banco el Torneo Inicial. Debutó en el triunfo 3-0 ante San Martín en San Juan, en la cuarta fecha. Marcó sus dos primeros ante San Lorenzo, y de visitante. Su primera tripleta, en el 5-1 a Arsenal por la fecha 13. El 2-0 a All Boys en Floresta, cuando All Boys lo peloteaba. Todos, claro, más que suficientes y fundamentales. Jugó, en total, 14 encuentros. Uno menos de los que anotó en el Taladro en 58 partidos. Ayer, a las 18:43, el zurdazo suave que superó a Martín Perafán, el 2-0, fue el cóctel para que los hinchas cantaran el primer dale campeón del día. El delantero que estuvo a punto de ir a River –Daniel Passarella se inclinó por Carlos Luna– será, ahora, una nueva foto entre los campeones que decoran el estadio de Liniers. Aunque Don Mancini no lo june, este Chucky escribió su propia historia. Una historia que confirma, si se quiere, que el fútbol –la vida– da revancha.
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