Velez, cada vez más grande

Velez, cada vez más grande

Por Guido Molinari
Iban 34 del segundo tiempo y desde las tribunas se repetía el mismo gesto cada minuto: mirar el reloj desesperadamente. En el Amalfitani la ansiedad y el nerviosismo volvían loca a la gente que quería poder gritar campeón. Mientras, Ricardo Gareca le daba las últimas indicaciones al colombiano Jonathan Copete y los hinchas se rompían sus palmas en ovación para el Pocho Insúa que se retiraba. Y sin que nadie lo esperara, se empezó a escuchar un pequeño grito que tranquilizó a todos esos corazones preocupados. Un tímido alarido de gol prontamente se incrementó por todo el estadio hasta convertirse en lo que realmente fue, un éxtasis de alegría, placer y emoción.
Ahí Vélez se dio cuenta de que nadie le quitaría su festejo. El gol que se estaba celebrando venía del Monumental. Rodrigo Mora definía ante Marchesín, dejaba sin esperanzas a Lanús y sólo una catástrofe podía impedir la fiesta total de este Vélez tan acostumbrado a sonreír. Y por si les quedaba alguna duda a quienes seguían viendo pasar el minutero antes que mirar lo que pasaba, el Chucky les dio la paz. Con una definición por lo bajo a los 40 del segundo tiempo, el héroe de la tarde puso el 2-0. Ya nadie podía evitar las lágrimasque corrían por las mejillas de miles de hinchas.
El carnaval que armó el conjunto de Liniers había empezado mucho antes de que se jugaran estos 90 minutos tan sufridos ante Unión. Desde las 10 de la mañana, los hinchas coparon los alrededores con banderas blancas y azules, con camisetas de todas las épocas y sobre todo con la esperanza de poder coronarse como los mejores. Por varios momentos la falta de goles desesperaba a la multitud que perdía un poco de esa ilusión. En el entretiempo, cuando ese nerviosismo estaba en su punto culmine, los bomberos encontraron en manguerazos de agua fría la única forma de calmar a las fieras que trataban de alentar a su equipo. Esos chorros que golpeaban contra los cuerpos desnudos de los que habitaban la popular y que esperanzaban un gol salvador, daban una tranquilidad casi tan bella como el arco iris que se formaba a su alrededor.
Ya con el pitazo final de las 18:50, ya con el noveno título local en su historia en su haber, la historia era otra y sólo quedaba espacio para el festejo. Ya la emoción que se vivía también en el campo de juego con los jugadores. Iván Bella se tiraba al suelo y comenzaba a llorar como un niño que acababa de conseguir su primer gol en el baby fútbol, Alejandro Cabral besuqueaba uno por uno a sus compañeros. Todos saltaban de alegría como si no pudiesen creer lo que acababan de conseguir.
Y desde las tribunas el “dale campeón” retumbaba por todos lados con una locura descomunal. Y desde las plateas el corazón se salía de la boca de los que cantaban desaforadamente que el “Tigre no se va” , que Ricardo Gareca es de Vélez y de ningún equipo más. Y a todo esto el propio entrenador agradecía, se tocaba el pecho y les agradecía el gesto, casi dándoles a entender que el amor por los colores puede más que cualquier otra cosa.
Mientras tanto, la vuelta olímpica tomaba color. Algunos optaban por tirarse en el pasto y rodar, otros con abrazar con el alma a sus familiares, pero hubo uno que se escapó y no le estaba dándo besos a sus familiares ni al césped. Federico Insúa salió corriendo hacia la platea baja ni bien sonó el silbato final y con lágrimas en sus ojos tiró con todas sus fuerzas su camiseta al aire después de su primer título con el club.
Vélez seguía con su jolgorio y los hinchas disfrutaban del calor agobiante que quedaba de la tarde dominguera. Ya bañados, ya con las emociones vividas muy a flor de piel, se subieron a un micro descapotable para festejar con su gente en su barrio tan querido. Rodeado de hinchas y conocidos, el plantel cantaba y cantaba con la emoción latente de los que no querían que esos momentos terminen nunca jamás.
Con remeras blancas hechas especialmente realizadas para la ocasión, el equipo estampó además de su alegría por el campeonato la idea de lo que representa en su esencia: mística, fútbol, toque y gol. Para los fortineros, alegría por el título y por no resignarse nunca a eso que tanto le gusta a la gente: la felicidad.
EL GRAFICO

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