Matt Groening: “Las respuestas a los problemas de la vida están en la TV”

Matt Groening: “Las respuestas a los problemas de la vida están en la TV”

Por Matthew Garrahan
Cuando era chico, en el estado de Oregón, Matt Groening pasaba tanto tiempo mirando televisión que sus maestros le decían que estaba desperdiciando su vida. Había algo en esas imágenes de televisión de un EE.UU. de posguerra, más formal que el actual, que fascinaba al joven Groening, que anhelaba un retrato de la vida familiar más oscuro, menos predecible. De todos modos, aquellos programas insípidos, con sus protagonistas unidimensionales, en última instancia fueron la inspiración para Los Simpsons, la anárquica comedia animada que creó y que este mes se salvó de la cancelación a última hora.
Fox, que es parte de la News Corp de Rupert Murdoch, había amenazado con desactivar a Los Simpsons después de una disputa salarial con los actores que proveen las voces para Homero, Bart y otros personajes. Pero, inesperadamente, la cadena pidió otras dos series, extendiendo así por dos años el poder que las creaciones de Groening tienen sobre la vida cultural y la comedia de EE.UU. desde hace más de dos décadas.
Los Simpsons llegarán a la marca histórica de 500 episodios en febrero próximo. A lo largo de los años, las aventuras de la familia, particularmente las luchas de Homero con el matrimonio, la paternidad y un empleo frustrante en una planta de energía nuclear han cambiado la forma en que los estadounidenses se ven a sí mismos.
El programa ha generado miles de millones de dólares en publicidad y venta de merchandising, y dio origen a una película de Hollywood, un juego de parque temático y un videojuego. Y ha atraído aplausos y críticas por igual: la revista Time dijo que es el mejor programa de TV del siglo XX, mientras George H.W. Bush comentó, en 1992, que quería “hacer que las familias norteamericanas fueran mucho más como los Waltons y mucho menos como los Simpsons”. En un episodio trasmitido poco después de esos comentarios del entonces presidente, Homero Simpson dijo: “Nosotros somos exactamente como los Waltons. También estamos rezando para que termine la Depresión”.
Para Groening, el programa es una celebración “de la idea de una familia estadounidense”. Como le explicó una vez a la BBC, en este sentido, la palabra familia significa “personas que se quieren y se vuelven locas unas a otras”.
Nacido en Portland en 1954, la infancia de Groening fue un modelo para Los Simpsons, aunque en términos menos exagerados. Homero tiene el nombre de su propio padre, un cineasta y creador de historietas que filmaba películas de surf y llevaba a la familia a Hawaii. Su madre, Margaret, era ama de casa, aunque no se sabe si tenía el peinado en forma de panal de abeja que es característico de Marge Simpson.
Aunque en la vida real Groening tiene una hermana menor llamada Maggie y una hermana mayor llamada Lisa, decidió no usar su nombre en la familia ficticia, pero cuando llegó el momento de ponerle nombre a su hijo también eligió Homero.
Siempre le gustaron las historietas, en especial el trabajo de Charles Schultz y su tira Peanuts, y al terminar el secundario en Oregón, donde ya había empezado ha desarrollar su habilidad como dibujante de historietas, se inscribió en Evergreen State College, en el estado de Washington. “Todos los raros creativos del noroeste del Pacífico convergían en ese college y se quedaban ahí”, dijo una vez, y fue allí donde editó el periódico universitario. Tras graduarse se instaló en Los Angeles, corazón de la industria del cine y la TV.
Mientras vivía en la pobreza y se sentía mal porque no lograba progresar, Groening empezó a desarrollar personajes para su tira cómica Life in Hell (La vida en el infierno), que le enviaba a amigos y familiares en Oregón para describirles las frustraciones de su vida en Los Angeles. Consiguió que lo contrataran en un semanario ahora desaparecido, el Los Angeles Reader, donde era editor, pero a veces también repartidor. Con el tiempo, la historieta Life in Hell llegó a ser publicada en más de 200 diarios en todo EE.UU. y, lo que fue crucial, captó la atención del productor de Hollywood James Brooks.
Cuando se reunió con Brooks, Groening entró en pánico: le dio miedo entregar los derechos de Life in Hell y, en cambio, bocetó a Los Simpsons mientras esperaba para reunirse con el productor. Después que varios cortos de los Simpson aparecieran en el programa el Show de Tracey Ullman, Brooks y Groening ya nunca dieron marcha atrás.
Con su melena corta y lacia, su barbita y sus anteojos de búho, Groening no tiene parecido físico con ningún personaje de los Simpsons. Con el tiempo, el foco del programa pasó de Bart a Homero, un hombre común con panza de cerveza que lanza perlas de sabiduría como: “Tratar es el primer paso hacia el fracaso” y “¿Cuándo voy a aprender? Las respuestas a los problemas de la vida no están en el fondo de una botella. Están en televisión”.
Para Groening, los dibujos animados son la herramienta perfecta para captar el conflicto cómico que es inherente a la vida familiar. “Los dibujos animados son para la gente que no puede dibujar demasiado bien, ni escribir demasiado bien. Uno combina esas dos mitades de talento y consigue una carrera”, dijo una vez en una entrevista. Además, ha demostrado que, cuando se lo hace correctamente, esto puede ser muy lucrativo: Los Simpsons han convertido a Groening en uno de los individuos más ricos en los medios masivos, con una fortuna estimada en más de u$s 600 millones, gracias a su participación en las ganancias generadas por el programa y las actividades derivadas de él. Y sin embargo, describe su sensacional éxito como un error afortunado, un subproducto de los grandes amores de su vida. “Estaría haciendo lo mismo aunque no tuviera éxito. Me encantan los dibujos animados y me encanta escribir”, aseguró.
EL CRONISTA