La crisis es el momento para la innovación social

La crisis es el momento para la innovación social

Por Lucio Garzón Maceda
En Dublín, Irlanda, en Noviembre pasado, los representantes de 27 estados europeos (Gobiernos, empresarios y sindicatos e invitados), convocados por la Fundación Europea para el Mejoramiento de las Condiciones de Vida y de Trabajo, agencia oficial de la UE, analizaron la crisis, las políticas del mercado laboral, el Diálogo Social. El foro, que se reúne cada dos años, es una especie de OIT en pequeño, reservada exclusivamente para la Unión Europea; de allí su importancia.
Se coincidió que la crisis, la peor registrada para el empleo, confirmó la eficacia de las políticas activas destinadas a conservar los puestos de trabajo, mediante suspensiones parciales y el pago de subsidios, no considerados un gasto sino inversión. Hubo veladas críticas a la doctrina de la flexiguridad que pone el acento en el desempleado descuidando la conservación del empleo
Hay acuerdo para que los gobiernos continúen alentando a las empresas para que “guarden” los empleos, reduciendo parcialmente jornadas y subsidiando al trabajador con una asignación compensatoria, que en Alemania de conformidad al Plan Kurzarbeit es del 60/67%, complementada con formación profesional y con posibilidad de realizar transitorias tareas remuneradas. Hace unos días España, aunque con una realidad distinta, estudia aplicarlo e incluso, Paul Krugman y la AFL-CIO piden a Obama que aplique medidas similares.
Esas medidas, que tienen hoy reconocimiento continental aplicadas exitosamente en Alemania, Austria, Holanda, guardan mucha similitud con las aquí aplicadas por el Ministerio de Trabajo. Si algún representante argentino de Trabajo hubiese estado presente en la conferencia, se habría sentido, justamente, reconfortado.
El desempleo en Europa va a continuar por unos años y no habrá verdadera salida de la crisis mientras no descienda efectivamente la tasa de desocupación, que en otras recesiones se produjo cuatro o cinco años después de iniciada la recuperación económica.
Para los empresarios europeos la recuperación de las tasas previas de crecimiento dependen del aumento de las inversiones y la competitividad.
No obstante varios representantes confirmaron que pese a las dificultades es posible y aconsejable aprovechar la crisis para hacer las reformas innovadoras favorables a una mayor equidad.
No se evaluó positivamente, aunque con matices, el subsidio para contratación de nuevos trabajadores por su considerable “peso muerto”, ya que muchas empresas que habrían contratado de todas maneras, sin ayuda oficial, se beneficiarían de esa asistencia financiera. Quedó expuesta la confirmación que esas medidas constituye muchas veces verdaderos “regalos” a los empresarios.
En algunos países podría reaparecer el debate a favor de una semana laboral mas corta, aunque ahora la cuestión no sería cuanto se reduce sino de que manera esta reducción puede efectivamente preservar el empleo.
Hubo asentimiento respecto a que no son los empleos sin calidad y con bajos salarios los que aseguran el crecimiento, sino que, por el contrario, son un obstáculo que alimenta el llamado “el rincón de la pobreza”, como ha quedado demostrado en Estados Unidos con 50 millones de “trabajadores pobres”.
Serán necesarios, como aquí, salarios mínimos altos para asegurar consumo, crecimiento y formación profesional que garantice empleabilidad, seguridad y fiabilidad
Es preciso evitar que el dialogo social continúe reduciendo su eficacia efectiva a causa de la pérdida de representatividad sindical por efecto de la sangría de afiliaciones. Ello podría abrir camino a la desaconsejable incorporación, que algunos propician, de la “sociedad civil”, debilitando la solidaridad social.
Los sindicatos, para recuperarse deberían asegurar resultados para sus representados. Se preguntaba en el Forum un sindicalista nórdico, exitoso, con un 80% de afiliaciones: ¿Somos buenos porque tenemos muchos afiliados o a la inversa, tenemos muchos afiliados porque somos buenos? Es un poco el resultado del llamado sistema “Ghent” -por el cual los sindicatos administran seguros de desempleo financiados oficialmente. La alta afiliación nórdica se explica, en parte, por esa condición sindical de administradores de subsidios y seguros por desempleo que fidelizan a los trabajadores con el sindicato. También juega a favor la alta participación de la mujer en el empleo y la alta afiliación femenina que incluso, en algunos supera la de los hombres .
Como dijo John Monks, Secretario General de la ETUC durante el cónclave, se debe afrontar la necesidad de nuevas y mejores defensas al modelo social, reescribiendo las reglas de juego de las finanzas, eligiendo las políticas que en la crisis demostraron ser las mejores para defender y asegurar el empleo y el ingreso.
Ante la esperada subsistencia del desempleo y la precariedad y la exclusión, se deberá, sin temores, seguir gastando, sin interrumpir las asignaciones y los subsidios, cuidando siempre la equidad,
Habría que procurar que los sindicatos puedan aumentar su participación institucional en el Estado.
Agregó Monk que los europeos esperan los años por venir con preocupación e inquietud pero sin cólera, pese a recientes episodios sindicales muy espectaculares, debiendo acentuarse -allá como aquí- la formación profesional para garantizar empleabilidad ante las nuevas actividades y tecnologías, evitando que una vez mas los jóvenes sean la nueva generación sacrificada.
¿Comenzaremos los argentinos, pasado lo peor de la crisis, pensarla como un catalizador para el cambio positivo? ¿Podremos pensar la empleabilidad futura para nuestras juventudes, ya bastante sacrificadas?, ¿podrán elaborar los actores sociales, unitariamente, un plan nacional para que el empleo decente, para todos, acompañe al crecimiento que se anuncia? ¿Podremos trascender, al decir de Deodoro Roca, las pequeñeces de las políticas “a gas pobre” y los aullidos histéricos de los leones “de alfombra”?
EL CRONISTA