La crisis: ¿el empujón para el emprendedor?

La crisis: ¿el empujón para el emprendedor?

Mariano Gorodisch
No pocos especialistas se han sorprendido con un dato aparentemente paradójico: la mayor parte de los nuevos emprendimientos personales ocurre durante los períodos de recesión, justo cuando se supone que los asalariados tienen mayor vocación por atornillarse a su sillón. Está claro que muchas veces estos emprendimientos surgen compulsivamente, como consecuencia de despidos, pero también son muchos los que surgen voluntariamente, en general asociados con los programas de retiro voluntario implementados por las grandes empresas.
De hecho, se espera que este año haya un incremento en los proyectos de emprendimientos personales. Así lo indican quienes realizan sondeos para el Global Entrepreneurship Monitor, un índice mundial que mide la tasa de actividad emprendedora en etapas tempranas: “De acá se desprende que en el 2002 se produjo una suba de la tasa de actividad emprendedora en el país movida por la necesidad de muchos que se fueron de sus trabajo, ya sea por despidos o retiros voluntarios, y estimamos que esto volverá a suceder este año”, señala Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE y directora de la Fundación Endeavor. A su juicio, que la gente se lance a desarrollar un emprendimiento por necesidad tiene el riesgo que no evalúe el potencial del negocio y que termine perdiendo la plata que cobraron por el retiro. Por eso, es clave buscar primero las oportunidades de negocios y analizar el mercado.
Si bien en la Argentina todavía no dio inicio una etapa masiva de programas de retiros voluntarios, ya se está observando en algunas industrias la implementación de políticas para reducir las plantillas de personal sin caer en la situación traumática del despido. Este contexto es el típico en el que los candidatos a emprendedores pueden ver la posibilidad de tomar la gran decisión.
“El monto que se puede obtener en un retiro voluntario es suficiente para emprender una micropyme, que puede resultar exitosa siempre y cuando cubra una necesidad real de los consumidores”, explica Marcelo Rodríguez, director de Risk Group. El antecedente de la recesión ocurrida entre 1998 y 2002 es prueba de ello: entre los protagonistas de las “Historias de Garage” que cuentan sus relatos en estas mismas páginas, es alto el porcentaje de quienes iniciaron su proyecto en plena recesión.
El perfil de quienes aceptan estos retiros corresponde a menores de 40 años, recién graduados o a punto de recibirse, que ya vienen madurando la decisión de emprender algo por su cuenta, y se veían venir esta situación de achique a partir de las charlas de pasillo. Hasta ahora, prefirieron conservar la relación de dependencia, pues tenían dudas de lo que le podía deparar el emprendedorismo, pero saben que este es el momento de jugarse.

¿Es racional esta decisión?
Claro que emprender en tiempos de crisis implica entrar al juego en un momento de altísima incertidumbre. Por eso, antes de dar este paso, el proceso de toma de decisión tiene que ser evaluado con responsabilidad, principalmente si la familia depende de esa entrada. Antes que nada, hay que agotar las posibilidades dentro del actual trabajo, donde quizás exista alguna oportunidad interna con algún proyecto.
Es necesario ser consciente de los riesgos que un emprendimiento implica, pero también es cierto que en estos momentos la ponderación “costo-beneficio” personal puede experimentar drásticos cambios. En tiempos normales, cuando el potencial entrepreneur evalúa un proyecto, suele frenar sus ambiciones al analizar todo lo que va a perder: desde la tranquilidad de un sueldo hasta el plan de cobertura médica para toda la familia.
Ahora, ¿qué ocurre en las crisis? Cuando existe el retiro voluntario, uno se va con plata en el bolsillo, que puede ser el equivalente de dos años de sueldo; tiempo suficiente como para probar suerte en el proyecto. Por otra parte, en una situación de recesión, las grandes empresas ya no son percibidas como instituciones tan sólidas, y a veces el alejamiento no se vive como una situación tan traumática.
Sin embargo, no todos se animan a dar este paso. Debe tratarse de una persona proactiva, que no pueda quedarse estacionada en el tiempo esperando que pase la crisis, sino que tenga ganas de descubrir y evolucionar. En este contexto particular, tiene que ser alguien que conozca bien sus propias habilidades y su propio comportamiento, ya que será muy importante tener claros los objetivos y ser eficaz.
Héctor Dama, director de CCN Consultores, sugiere que el individuo evalúe su perfil, vea cuánto confía en sí mismo para liderar su proyecto, detecte qué tan realista es cuando genera ideas, a fin de determinar si ha realizado un completo balance de información o si sólo ha registrado aquella que confirma lo que piensa a partir de su entusiasmo.
“Una sugerencia práctica es que, cuando tenga la certeza del proyecto que quiere desarrollar, busque alguien de confianza que piense muy diferente, para confrontar sus ideas y ajustarlas”, sostiene Dama. A su criterio, el perfil ideal es el de aquel que durante su desempeño en relación de dependencia haya incursionado en diferentes roles, asumido desafíos variados, se haya interesado por aprender cosas nuevas, incluso haya ahorrado. Es ahí cuando el ofrecimiento del retiro constituye el elemento que faltaba. Por lo pronto, tomar la decisión con varios miles de pesos en el bolsillo aporta una cuota extra de tranquilidad.

Cómo es el paquete
Los retiros más frecuentes en este momento se ofrecen a personas de más de 50 años y con importante antigüedad en la organización: se suele elegir a las mujeres desde los 52 años y a los hombres que tengan más de 57 (ellas se jubilan a los 60, ellos a los 65). Como contraprestación, les pagan entre el 50 y el 70% de su sueldo y le mantienen la obra social hasta jubilarse. A los niveles gerenciales se les suele proveer de programas individuales de entrenamiento para el retiro, en tanto que para los niveles operativos se pone a disposición programas grupales de outplacement. Esta ayuda, en momentos de extrema sensibilidad, suele percibirse como de gran valor para comprender la nueva situación y afrontarla con los conocimientos que permitan superarla.
“En el caso de los retiros masivos, la empresa se reserva el derecho de aceptar o no la postulación, pues aprendieron la lección de la crisis de 2001, cuando perdieron a muchos talentos que se fueron con estos planes”, cuenta Alejandro Bagnato, presidente de la Asociación de Desarrollo y Capacitación de la Argentina. En estos casos, además de lo que le corresponde como indemnización, extienden uno o dos años la cobertura médica y el seguro de vida, y dan de seis a 12 sueldos extra. Otras firmas pagan hasta un 50% más de lo legal a aquellos que ocupan puestos altos.
No siempre se trata de retiros voluntarios en estado puro. Ante un gobierno que quiere evitar los despidos en la Argentina, a las compañías les conviene tratar de llegar a un acuerdo con el empleado, en el cual le pagan todo lo que le corresponde legalmente como si fuera una desvinculación. Ante un escribano firman el acuerdo, que es útil a las dos partes: a la empresa para que no figure que está echando gente; y al empleado, para que no quede registrado que fue despedido.
“Las empresas tienen terror a aparecer escrachadas de estar despidiendo gente, entonces prefieren arreglar como sea”, confiesa un director de RR.HH, que cambia el anonimato por sus sinceras palabras.
Actualmente, hay varias industrias que enfrentan la necesidad de reducir sus plantas de personal, entre las cuales se destacan la automotriz, la bancaria, la de seguros y la siderúrgica. Sólo en las entidades financieras, 1.200 empleados fueron desvinculados de manera negociada. Fuentes del Banco Santander explicaron a El Cronista que realizaron 200 retiros voluntarios, en los que privilegiaron a quienes estaban a punto a jubilarse y a aquellos de los sectores comerciales y de Tesorería. “Fueron todos acuerdos de carácter consensuado, en los que brindamos a la gente dos años de cobertura médica sin cargo, les damos coaching para que puedan reinsertarse, le pagamos estudios terciarios para que se capaciten y cursos de microemprendimientos”, detallan en la entidad.

Una cuestión de actitud
“La crisis es buen momento para aprovechar oportunidades: si uno cuenta con algunos recursos para posicionarse, se puede emprender algo, pero en general se debe tener en cuenta que hay que hacerlo con recursos propios. Por eso quien pudo ahorrar en los momentos buenos, ahora puede aprovechar”, afirma Gustavo Schutt, socio director de Crystalis Consuliting. Por ejemplo, en servicios profesionales, si la persona tiene una red de contactos armada a lo largo de su experiencia laboral.
A juicio de Fernando Garabato, director de Finanzas Corporativas de BDO Becher, “la crisis en sí misma no define un buen o un mal momento para renunciar a un trabajo. Lo que define una buena o mala decisión es la calidad u oportunidad del emprendimiento, cuán sólido sea y qué desarrollo esté atravesando. En los negocios profesionales, las decisiones de inversión deben estar fundamentadas por sí mismas”.
La misión del entrepreneur será identificar oportunidades, descubrir qué está pasando en su sector, detectar hacia dónde va la ola de los cambios, observar qué está necesitando la gente, las empresas, plantearse objetivos, creer en uno mismo, en lo que hace, tomar la iniciativa, planificar, organizarse y asumir riesgos.
“Lo fundamental es el comportamiento del individuo, su emocionalidad, para responder de la mejor manera ante esta situación límite. Hay que liderar nuestras emociones, para así tener la actitud más productiva para esta situación, al poder motivarnos y motivar a los demás”, completa Guillermo Seyahian, director de la consultora Inteligencia Emocional en las Organizaciones. “En definitiva, lo más importante es la actitud, la energía que ponga, el entusiasmo, las ganas, la dedicación, la motivación, la confianza y la perseverancia”, subraya Mónica Fronti, la otra directora de la consultora.
Desde luego, para que el emprender no sea una mera aventura, resulta necesario conocer, reconocer e investigar las variables claves del mercado en el que se desea competir. “Tener una buena idea es sólo el primer paso del emprendedor: si bien es sumamente relevante, no es suficiente para hacer exitoso un emprendimiento. En nuestra tarea habitual observamos que existe un gap muy importante entre una idea y su posibilidad de implementación”, entiende Garabato, de BDO Becher. Sucede que, en un contexto de crisis, la sensibilización de los diferentes escenarios posibles cobra especial relevancia. En función de ello, se debe someter a situaciones de estrés al proyecto para evaluar cuán resistente es en contextos desfavorables, pues hasta los supuestos más sólidos tienden a modificarse de manera sustancial. Por eso, es importante tener asegurado el financiamiento, para evitar que el emprendimiento quede a mitad de camino con costos hundidos. En este sentido, el capital inicial es importante, pero el plan de negocios lo es más. Por eso, habrá que chequearlo contra potenciales compradores y armar una pequeña prueba piloto. Los novatos creen que con la idea basta y se lanzan sin método ni prueba, sin saber a qué se apunta. Otros fallan en la implementación y se gastan el capital ajustando la idea original a lo que realmente se necesita. De ahí la importancia de estudiar a los competidores, proyectar un modelo económico, tener en claro la relación costo-beneficio, gestionar mirando hacia adelante y no hacia atrás.
Otro factor importante es contar con equipos interdisciplinarios que trabajen en el día a día, que tengan una adecuada capacidad de gestión que permita desarrollar el proyecto. De hecho, el valor agregado en el contexto actual pasa por la visión del management, pues los movimientos pendulares que tienden a profundizarse en las crisis son perjudiciales para las organizaciones.
Para evitar decisiones equivocadas, es necesario aplicar y poner en práctica los conocimientos obtenidos en situaciones de crisis similares. Por ejemplo, poder ver más allá de la coyuntura sin por ello descuidar el manejo de la caja.
“Se puede aprender y crecer en los tiempos de crisis, siempre y cuando se cuente con las herramientas para poder satisfacer las demandas del segmento donde uno quiere emprender un proyecto. Es esencial ser creativo, original, no quedarse quieto y poner a todo el personal en un plan de acción, para generar recursos”, advierte Patricia Haidbauer, directora general de Programar Proyectos Educativos.
Roberto Fontenla, presidente de la firma que lleva su apellido, coincide con este diagnóstico: “Hay que buscar la forma de burlar la crisis, aplicando el ingenio y buscando los espacios vacíos. De hecho, en este momento hay empresarios que están retrocediendo, dejando espacios vacíos”. A su juicio, un nuevo emprendedor debe rastrear esos espacios y llenarlos. Por otro lado, debe ver el lado positivo: no es un cliché mencionar que crisis es también oportunidad. Pero, para lograrlo, hay que poner el mismo esfuerzo o más, nunca bajar los brazos, avanzar sin dejarse dominar por el miedo.
EL CRONISTA