Sobre una curiosa manera de rezar

Sobre una curiosa manera de rezar

Diego Sanchez antes de un encuentro en Memphis. FOTO: Fred R. Conrad/The New York Times

Hace poco, en la parte trasera de un teatro sobre la calle Beale, el pastor John Renken, de 42 años, lideró un encuentro de hombres jóvenes en oración. “Padre, te agradecemos por esta noche -decía-. Rogamos convertirnos en una representación tuya.” Una hora después, un miembro de su grey que había permanecido mucho tiempo con la cabeza inclinada, ahora desataba un torrente de golpes sobre un oponente, y Renken ofrecía una orientación que poco tenía que ver con la oración.
“¡Golpes duros!”, gritaba al costado del combate, en un encuentro de artes marciales mixtas llamado Cage Assault. “¡A la cabeza! ¡A la cabeza!”
El joven luchador al que aconsejaba era miembro de un grupo de lucha de Xtreme Ministries (o Sacerdocios Extremos), pequeña iglesia cerca de Nashville que a la vez funciona como academia de artes marciales mixtas. Renken, que fundó iglesia y academia, también es el entrenador del equipo. El lema de esta escuela es Donde los pies, el puño y la fe se encuentran.
El ministerio de Renken es uno del pequeño pero creciente número de iglesias evangélicas que abraza las artes marciales mixtas -deporte con reputación de violencia y sangre que combina kick boxing, lucha libre y otros estilos de pelea- para atraer generaciones de hombres más jóvenes, cuya concurrencia a la iglesia está en franco descenso. Las artes marciales combinadas conquistaron millones de televidentes; de hecho, la transmisión de un encuentro durante 2009 fue el programa pago más solicitado del año.
Los esfuerzos de reclutamiento en las iglesias incluyen reuniones nocturnas para ver luchas por televisión y series de conferencias que, con demostraciones de pelea, explican cómo Cristo peleó por lo que creía. Otros ministros van más allá, organizando o participando de eventos en vivo.

Un poco de machismo
El objetivo, cuentan estos pastores, es insuflar algo de machismo en sus ministerios -y en la imagen de Jesús- con la esperanza de hacer más atractivo el cristianismo. “También estamos de acuerdo con la compasión, el amor y todas esas cosas -aclara Brandon Beals, de 37 años, pastor principal en la iglesia de Canyon Creek, en las afueras de Seattle-. Pero lo que me llevó a Cristo fue que él era un luchador.”
Esta expansión es parte de un esfuerzo mayor de algunos ministros que temen que sus iglesias se hayan feminizado demasiado, promoviendo la bondad y la compasión a expensas de la fortaleza y la responsabilidad.
“El hombre debería ser el líder de la casa”, dice Ryan Dobson, de 39 años, pastor, fan de estos combates e hijo de James C. Dobson, fundador de Focus on the Family (Foco en la Familia), prominente grupo evangélico.
Estos pastores dicen que el matrimonio de la fe y la lucha intenta promover los valores cristianos. Muchos comentan que, entre 115.000 iglesias blancas evangélicas en Estados Unidos, 700 adhieren a este deporte. Que, a su vez, es visto como una auténtica herramienta de expansión por el sector de afiliaciones jóvenes de la Asociación Nacional de Evangelistas, que representa más de 45.000 iglesias.
“Hay muchísimos hombres jóvenes conflictuados que crecieron sin padre y andan deambulando sin esperanzas, convirtiéndose ellos mismos en padres viles y simplemente perdiéndose”, describe Paul Robie, de 54 años, pastor de la iglesia de la comunidad de South Mountain, en Draper, Utah.
Así, la pelea como metáfora atrajo a muchos hombres jóvenes. “Peleo por una mejor calidad de vida para mi familia y para darles lo que yo no tuve cuando crecía -cuenta Mike Thompson, de 32 años, ex pandillero y alumno de Renken, desempleado hasta hace poco y que lucha con el nombre Furia-. Acepté a Cristo en mi vida y entendí que se puede luchar para el bien.”
Voces críticas
Las llamadas iglesias evangélicas tienen una larga historia en esto de usar la cultura popular -rock, skate e incluso yoga- para sumar seguidores. Pero incluso entre las sectas más experimentales, las artes marciales mixtas cosechan críticas.
Eugene Cho, de 39 años, pastor en la iglesia de Quest, en Seattle, dice: “Yo no vivo para el Jesús que come carne, toma cerveza y golpea a otros hombres”.
Coincide Robert Brady, de 49, vicepresidente ejecutivo de un grupo conservador, la Alianza de Confesiones Evangélicas. Indica que estas luchas “apartan fácilmente del foco real de la iglesia, que es la música gospel”. Muchas iglesias de negros eligieron no participar.
Una década atrás, las artes marciales mixtas eran vistas como un deporte sangriento sin reglas y estaban prohibidas en casi todos los estados. Pero hace cinco años, debido al astuto marketing de la organización Ultimate Fighting Championship, la gran marca de las artes marciales mixtas, el deporte se hizo popular. Hoy es legal en 42 estados.
La subcultura creció con marcas de ropa de artes marciales mixtas cristianas como Jesus Didn´t Tap (Jesús no Abandonó) y redes sociales cristianas como Anointedfighter.com (luchador ungido, en castellano).

Fuente: LA NACION