Introvertidos son mejores inversores: aseguran que en el mundo de las finanzas los tímidos son más exitosos

Introvertidos son mejores inversores: aseguran que en el mundo de las finanzas los tímidos son más exitosos

Piense en el perfil de un exitoso inversor de Wall Street. Seguro se imagina a una persona dura, agresiva, alguien que pueda mantener múltiples conversaciones a la vez y que monitoree la información desplegada en cuatro computadoras, grite frente a las operaciones de inversión y mire las noticias financieras, todo al mismo tiempo. ¿Qué pasaría si esto no fuera así? ¿Si en realidad el inversor exitoso fuera la persona callada, introvertida, que se esconde en una esquina al final de la oficina?
Una investigación sugiere precisamente esto. Muchos extrovertidos poseen variaciones genéticas influidas por las emociones que los introvertidos no tienen, y que predicen la inclinación hacia la toma de riesgos financieros, de acuerdo con Camelia Kuhnen, profesora de la escuela de negocios Kellogg School of Management, en declaraciones a Reuters.
“Los extrovertidos están motivados a invertir por la emoción que implica hacerlo”, dice Laurie Helgoe, psicóloga y autor del libro “El poder de la introversión”, que trata sobre cómo la introversión puede ser una fortaleza en lugar de una desventaja. Según la experta, los extrovertidos pueden quedar atrapados en la angustia de perder y si operan fuera del sentimiento de ansiedad, es muy probable que se cierren a pensar y pierdan la perspectiva. “El inversor que está al final del pasillo con la puerta cerrada puede ser más exitoso”, agrega.
Detrás de esta puerta se puede encontrar a un perfil parecido al multimillonario Warren Buffett, dueño de Berkshire Hathaway, el clásico ejemplo de un introvertido que es cuidadoso y toma riesgos bien calibrados. Buffett evita hablar en público y trabaja en Omaha, lejos del frenesí de Wall Street, pero produce resultados envidiables. Desde 1965 a 2012, la ganancia total de Berkshire Hathaway fue de 586,817%, según el informe más reciente de su reunión de accionistas.
Puede haber una base biológica que explique la forma en que los introvertidos y extrovertidos encaran sus inversiones. Las variaciones genéticas hacen que los extrovertidos se sientan más motivados debido a una mayor sensibilidad a la dopamina, un neurotransmisor que juega un papel importante en el comportamiento guiado por las recompensas. Por otro lado, los introvertidos tienden a relajarse más gracias al neurotransmisor serotonina, que se correlaciona con una evolución más estable de bienestar y felicidad.
En este sentido, si la necesidad de un shock de dopamina conduce a operaciones frecuentes de inversión puede convertirse en un gran obstáculo para los extrovertidos. Después de todo, la mayoría de los inversores son notablemente malos para cronometrar el mercado: un estudio muy citado es el de los académicos Brad Barber y Terrance Odéon – profesores de finanzas en la Universidad de California – que explica que los rendimientos de los inversores frecuentes están un 6,5% abajo de las del mercado en general.
Pero si lo que se necesita para ser un gran inversor es un temperamento tranquilo, todas las personas introvertidas serían ricas. Ellas también tienen sus propias desventajas a la hora de invertir.
Los introvertidos pueden complicarse en una investigación detallada y de esta manera perder oportunidades importantes. Su inclinación natural hacia la precaución también puede evitar que tomen riesgos. Y privarlos así de las grandes recompensas.
EL CRONISTA