El fervor por Francisco acerca a los argentinos nuevamente a las iglesias

El fervor por Francisco acerca a los argentinos nuevamente a las iglesias

Por Evangelina Himitian
El último domingo, la escena se repitió en iglesias y en templos de los distintos credos: la asistencia por lo menos se duplicó. Durante la semana, en las parroquias ocurrió algo que hace tiempo no sucedía : hubo filas para confesarse.
Tras la elección de Jorge Bergoglio como papa se desató en el país una explosión de espiritualidad . Miles de personas, que por mucho tiempo se mantuvieron alejadas de las instituciones eclesiales, en estos últimos días comienzan a transitar un resurgir de la fe.
“Fue el comentario de estos días -explica el padre Javier Klajner, a cargo de la Vicaría de Jóvenes del Arzobispado de Buenos Aires-. Las parroquias de la ciudad se llenaron como nunca”, dice. No sólo el domingo. Todos los días, en las distintas misas, los asistentes se duplicaron. Lo mismo ocurrió en las iglesias evangélicas, según confían a LA NACION referentes de ese credo. Los judíos y los musulmanes no estuvieron al margen. También entre ellos el furor por este papa ecuménico trajo aparejado, por decantación, una mayor afluencia de fieles a sus sinagogas y centros.
El renacer de la espiritualidad de los argentinos es un hecho y los especialistas en opinión pública ya se aprestan a medir el fenómeno. Ocurre que en la Argentina, en los últimos años, creció lo que llaman la “desinstitucionalización de la fe”. Esto es: nueve de cada diez argentinos cree en Dios y el 70% se define como católico, pero sólo el 10%, es decir, unos 4 millones de personas, asiste los domingos a misa, según la extensa encuesta de espiritualidad que realizó el Conicet en 2008. Dicho de otra manera, la fe en Dios vivía hasta ahora fuera de los templos. Pocos días antes de la elección del nuevo papa, la consultora Voices repitió la medición con 1030 casos. Los resultados fueron similares.
Volver a llevar a la gente a la Iglesia, o aun mejor, llevar la Iglesia a donde está la gente, es el gran desafío que se plantea Francisco. Las últimas cifras a nivel mundial indican que la Iglesia Católica pierde un millón de fieles por día. Y que la mitad de los católicos que existen en el mundo viven en América latina.
“La gente está muy contenta y en estos días llenó las parroquias. Todos querían agradecer y celebrar”, apunta Klajner, quien estuvo a cargo de la organización de la vigilia que se realizó ante la Catedral, en la víspera de la asunción de Francisco al trono de Pedro. A todos los sacerdotes se les pidió que fueran con alba y estola para confesar. No pararon de trabajar en toda la noche. “Los jóvenes, espontáneamente se acercaban y pedían confesarse. Fue increíble”, resume Klajner.
“Lo que se ha incrementado son las ganas de participar, a partir de una figura cercana, transparente e inspiradora como es Francisco”, dijo a LA NACION Omar Abboud, que integra la Mesa del Diálogo Interreligioso por parte del credo islámico.

Luego del furor ¿qué?
¿En qué medida, la “papamanía” se va a traducir en una vuelta de los argentinos a las iglesias? Es difícil saberlo. Fortunato Mallimaci, el sociólogo especialista en religión que tuvo a cargo la primera encuesta de espiritualidad que hizo el Conicet en 2008, se muestra escéptico. “Hay que ver, pasada la efervescencia de la pasión por el personaje del Papa, qué va a ocurrir”, dice.
“Supongamos que en los próximos días unos 100.000 argentinos quieren acercarse a la experiencia religiosa que creen ver en el papa Francisco… ¿Cuántos Jorge Bergoglio van a encontrar en las iglesias? ¿Quién los va a atender?”, apunta el sociólogo, polémico.
“Las iglesias en América latina no están preparadas para recibir el aluvión de fe que desata la figura del Papa. Al contrario, han desarrollado instituciones cerradas a las que no es fácil acceder. Todos hablan de los curas villeros, pero en las villas porteñas hay sólo 20 sacerdotes para 300.000 personas. No es sólo la estructura de la curia lo que se debería reformar. También es el funcionamiento orgánico de una iglesia de puertas abiertas o de puertas cerradas”, agrega.
Los desafíos que plantea este boom de la fe no son pocos.
La encuesta de Voices señala que el sentido de la religión es “hacer el bien a las otras personas, mientras que sólo 1 de cada 10 expresa que la religión es “seguir normas y restricciones”.
Esto indica que, a pesar de ser elevado el grado de pertenencia a la religión, en amplios estratos de la población la religión no se canaliza a través de los ritos prescritos por el culto, sino mediante una relación personal con Dios, por ejemplo, a través de la oración. Según los resultados de Voices, seis de cada diez argentinos reza semanalmente.
Según la consultora, en 1984 el 81% se definía como católico, mientras que en su último relevamiento lo hizo el 70%. Pero no todas fueron pérdidas. Cuando se le preguntó a la gente qué importancia tenía Dios en su vida, en una escala de 1 a 10, hace casi dos décadas la respuesta más recurrente era 7. En 2000, fue de 8,5 y este año, 7,5. Con lo cual la valoración se ha incrementado.
La tendencia es la individuación de las creencias. El creer por su cuenta, más allá de la Iglesia.
“En estos días, mucha gente empezó a sentirse identificada con el cercano y solidario Francisco. Pero, ¿qué va a pasar con esos jóvenes cuando la Iglesia le plantee que no puede tener relaciones sexuales, que no puede usar métodos anticonceptivos. Quizás esa disociación entre la realidad en que se vive y el dogma que se predica es lo que termina alejando a los fieles”, plantea Mallimaci.
“Los preceptos cristianos no van a cambiar. El error es pensar la moral sexual fuera del encuentro con Jesucristo. No es un cumplir reglas, es descubrir el sentido”, apunta Klajner.
LA NACION