Santiago Segura: “En España estoy marcado por mi personaje mediático; aquí no existen esos prejuicios”

Santiago Segura: “En España estoy marcado por mi personaje mediático; aquí no existen esos prejuicios”

Por Alejandro Lingenti
La nostalgia y las segundas oportunidades son temas muy importantes en Casi leyendas, segundo largometraje de Gabriel Nesci, director que debutó en 2012 con Días de vinilo, otro film en el que la música y la relación con el pasado cumplían un papel vital. En este nuevo film, que se estrena pasado mañana, quien decide recuperar un proyecto inacabado y finalmente saldar una cuenta pendiente que parecía olvidada es Axel, el entrañable personaje que interpreta el español Santiago Segura.
Con su síndrome de Asperger (un trastorno que afecta la interacción social) a cuestas, Axel viaja de Madrid a Buenos Aires para reencontrarse con los otros dos integrantes de un trío de rock que tuvo una efímera carrera en los años 80. Cuando entra en contacto con su ex compañeros -Diego Peretti y Diego Torres-, empieza una aventura que es el motor de una comedia en la que la fortaleza de la amistad también ocupa un lugar clave. “Me puso muy contento que me llamaran para esta película porque la música me encanta -dice Segura-. Yo creo que la música, el humor y el sexo hacen más llevadera la vida. Si no, todo esto sería muy duro. Imagínate un mundo sin música, sin humor y sin sexo. ¡Horrible!”
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-Tu personaje tiene una postura corporal y una manera de moverse muy particulares. ¿Fue una decisión tuya o una idea del director?
-Yo le dije de entrada a Gabriel: “No soy un actor del método, no me voy a ir a convivir tres meses con autistas”. Recordaba a un personaje con síndrome de Asperger de la serie Boston Legal y había leído algo sobre el tema. Sabía que las personas que tienen este trastorno muchas veces no saben muy bien qué hacer con las manos, que representan un estorbo para ellos. Entonces las dejan casi siempre bien pegadas al cuerpo. Sugerí eso para mi personaje y a Gabriel le pareció un poco extremo. Pero le pedí que me dejara probarlo y aceptó. Lo bueno de un director sensible e inteligente es eso: te deja experimentar y construye el personaje contigo.

-Decías que te gusta mucho la música.
-Sí, desde pequeñito coleccioné música y grabé mis propios mixtapes. Así que trabajar con Gabriel Nesci fue una gran experiencia, porque es un gran director, un gran guionista y un gran músico. Gabriel compuso todas las canciones de la película, que tienen el espíritu de los 80 que reclama la historia. Son temas muy pegadizos. Y la música incidental también es muy buena. Por otro lado, él es muy nostálgico, como lo soy yo. Conserva sus vinilos, le da mucha importancia al momento de su vida en el que oyó por primera vez una canción, se acuerda de cosas por la música que sonaba en el momento que ocurrieron… Me sentí muy hermanado con él.

-¿Qué músicos son tus favoritos?
-Uf, tengo miles. Pero los primeros que se me vienen a la cabeza son Freddie Mercury y Michael Jackson. Con el cine me pasa lo mismo, admiro a mucha gente. Pero si tengo que elegir, me quedo con estos dos extraterrestres que ya no están entre nosotros. De los que están vivos, Paul McCartney. Toda su carrera posterior a los Beatles me parece genial.

-¿Tu interés por la música proviene del entorno familiar?
-Bastante. Mi padre escuchaba música en casetes que llevaba en el automóvil. Obviamente, la música que escuché en esa situación familiar que recuerdo como muy placentera me marcó. Sonaban zarzuelas, María Dolores Pradera, Julio Iglesias, Los Indios Tabajara, Nat King Cole en español… Todo eso fue conformando mi personalidad musical.

-Casi leyendas es una comedia, pero también tiene otros matices. ¿Te sentís cómodo corriéndote de tu territorio más habitual?
-Nunca me imaginé fuera de la comedia, pero este guión iba más allá y he tenido que hacerlo. Y la verdad es que me lo he pasado en grande. Hace poco terminé de rodar Las grietas de Jara, la película de Nicolás Gil Lavedra basada en una novela de Claudia Piñeiro que no tiene nada de comedia. Ahí soy un arquitecto muy serio. Pero en España es distinto, porque estoy muy marcado por mi personaje mediático. Se supone que un actor “serio” no participa en un programa como Tu cara me suena ni imita a Raffaella Carrá. He podido ampliar horizontes gracias a la Argentina, donde no existen esos prejuicios en mi caso.

-Es que debe costar despegarse de un éxito como Torrente.
-Es complicado, lógicamente. A mí también me ha pasado como espectador. Recuerdo a Peter Sellers haciendo de inspector Clouseau y me gusta tanto que sólo quiero verlo en ese papel. Me gusta tanto Robert De Niro en los papeles de gángster y psicópata violento que olvido sus otros trabajos y me quedo con su imagen en Buenos muchachos y Taxi Driver.

-¿Se viene la sexta película de Torrente?
-Ahora mismo es lo que menos me apetece hacer, pero lo considero por darles el gusto a los fans de la saga, que insisten mucho. Sinceramente hoy no se me ocurre nada nuevo para el personaje, porque lo cierto es que el mundo se ha ido a la mismísima mierda. La realidad ha superado a la ficción. Yo pensé originalmente a Torrente como un dinosaurio, como el vestigio de un español facho y corrupto que habíamos superado. Pero pasan los años y ese prototipo está muy vigente. Y no sólo en mi país. ¡Tenemos como presidente de la nación más poderosa del planeta a Donald Trump! Hace poco una revista publicó un artículo con frases de Trump y de Torrente para que el lector adivinara de quién era cada una. La mayoría las confundía. Y en un programa televisivo humorístico pasaron imágenes de Torrente, pero reemplazando digitalmente mi rostro por el de Trump. Es que el mundo se ha “torrentizado”.

-¿Cómo están las cosas en España? ¿Ya han dejado de hablar de “crisis”?
-Ya llevamos veinte años indignados, crispados, envenenados. Es mucho… Y yo no creo que las cosas hayan mejorado tanto. Ha pasado lo que pasa con los dolores musculares: cuando ya llevas un par de meses con ellos, te acostumbras. Así que la gente está un poco más tranquila, pero los problemas siguen estando ahí: el desempleo, los que han aportado dinero mientras trabajaron, pero no saben si cobrarán o no la pensión que les corresponde cuando se jubilen…

-¿Y el cine español?
-Se producen unas 140 películas con capitales mixtos: aportes del Estado y privados. Pero hay un problema grave con el circuito de exhibición. No hay espacio para las películas españolas. Y si no están detrás de la película Atresmedia o Mediaset, las dos grandes cadenas de televisión del país, es difícil tener el músculo suficiente para promocionarla. Supongo que en la Argentina es parecido. Con Casi leyendas, estamos esperando ver cómo funciona aquí para ver si podemos distribuirla en España. De momento, no tenemos distribuidora. Lo único que garantiza el estreno de una película argentina en España es la presencia de Ricardo Darín. Es muy raro, porque tenemos el mismo idioma, pero nos cuesta mucho colaborar. Pasa lo mismo con todos los países de América latina. En México hicieron una remake de No sos vos, soy yo. ¿Para qué? ¡Si la película es divertidísima y Peretti está genial! Pero pareciera que los mexicanos no están dispuestos a escuchar el acento argentino… ¿Sabes cuántas películas chilenas llegan a España? Una. O ninguna. Y es otro país que produce muchísimo cine de calidad. Es insólito y muy triste. El ejemplo a seguir es Francia, que mima su cine, lo cuida, lo protege, lo subvenciona. Es un caso sorprendente. Y cada año, entre las diez películas más taquilleras, seis son francesas. Está claro que hay modos de cambiar las cosas.
LA NACION