San Martín, monumental: las historias más curiosas, del yeso al bronce

San Martín, monumental: las historias más curiosas, del yeso al bronce

Por Silvina Premat
En pleno combate, montado a caballo señalando el rumbo de la liberación; rodeado de sus valientes granaderos, o, ya anciano y sin uniforme, jugando con sus pequeñas nietitas. La figura del Libertador de la Argentina, Perú y Chile, de cuya muerte se cumplen hoy 166 años, sigue presente en plazas y espacios públicos de esos países y de otros de Europa y América latina.
A los cuatro grandes conjuntos escultóricos que tienen en el país al general José de San Martín como protagonista -en el Cerro de la Gloria, en Mendoza; la Catedral porteña; Palermo chico, y en la plaza que lleva su nombre en Retiro- podría algún día sumarse otro de grandes dimensiones y una belleza imponente que desde hace medio siglo espera ver la luz del sol. Se trata del molde de una figura ecuestre que desde 1965 descansa, dividido en varias partes, en el interior de un taller de fundición del batallón de arsenales 601, en Boulogne, provincia de Buenos Aires.
De yeso y algo amarillento por el polvo y el paso del tiempo, la figura del Libertador y su elegante caballo -se lo ve en movimiento- imponen su presencia en el viejo taller de piso de tierra, uno de los pocos galpones donde no llueve en ese predio. Armado, el conjunto superaría los cinco metros de altura.
Lleva la firma del escultor uruguayo Edmundo Prati, cuyos familiares lo habrían donado al Ejército Argentino para hacer un monumento en bronce que sería emplazado en Los Patos, Mendoza. Pero ese monumento no se hizo, como tampoco prosperaron varias iniciativas para concretarlo que se tomaron en diferentes momentos en los cincuenta años que lleva como huésped del batallón 601.
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“Cada tanto viene alguien a verlo. Hasta vinieron unos chinos que querían hacer el monumento para emplazarlo en la Gran Muralla China”, contó ayer a LA NACION Osvaldo Müller, uno de los fundidores civiles que trabajan en el taller, que ha ido perdiendo capacidad de hacer grandes esculturas, pero continúa haciendo pequeñas figuras que se usan en el ámbito protocolar del Ejército.
Müller estima que se necesitarían cuatro toneladas de bronce para hacer el monumento. “Esa cantidad de bronce se podría juntar si se pidiera a la gente la donación de llaves, por ejemplo; lo más costoso es la reparación de la superficie -hay faltantes y en algunas partes está escrita por alumnos de una escuela que funcionó en este lugar- y el trabajo de la fundición”, dijo por su parte el coronel Manuel González, jefe de arsenales de ese batallón. Y recordó que hace unos tres años se habían estimado esos trabajos en unos seis millones de pesos.
Uno de los pocos que conocen la existencia de este molde es Ricardo Buchhass, de la empresa dedicada a fundición de bronce desde 1926. Para Buchhass, de hacerse “ese monumento sería el más importante y lindo de los que hay de San Martín”. Afirmación que en su caso es mucho decir, porque, como sus hermanos, siente un gran afecto por la figura ecuestre del monumento que está en la Plaza San Martín, en Retiro, desde 1862, y que se caracteriza por tener aplomo propio. Ese caballo está parado sobre sus patas traseras. Es una escultura del francés José Luis Doumas fundida en Alemania que en 1910, para el centenario de la Revolución de Mayo, fue completada con las figuras de cuatro granaderos, ornamentos y una base realizados por el alemán Gustav Eberlein.
Rodolfo Buchhass, cuyos hijos y nietos prosiguen hoy la empresa familiar, hizo diecisiete réplicas del monumento de Doumas, que se encuentran, entre otras ciudades, en París, Nueva York (Central Park), Guatemala, Río de Janeiro, Resistencia (Chaco), Santa Rosa (La Pampa), Villa María (Córdoba), Mar del Plata (Buenos Aires) y Avellaneda (Pcia. de Bs. As.).

Estética y seguridad
El monumento a San Martín en Retiro hoy luce impecable desde afuera. Empleados y técnicos de la Coordinación de Monumentos y Obras de Arte (MOA), de la Dirección de Ambiente y Espacio Público del gobierno porteño, hicieron una restauración integral en los últimos cuatro meses. Está pendiente la verificación de los anclajes de tres de los cuatro granaderos que custodian al prócer. La cuarta de esas figuras fue ajustada y vuelta a su lugar luego de haberse detectado que se había desplazado en virtud, se estima, de las vibraciones provocadas por el subterráneo que circula por esa zona.
Justamente el desplazamiento de ese granadero, advertido por el restaurador del MOA Carlos Estévez, motivó que se priorizara su puesta en valor entre los 2093 monumentos emplazados en la ciudad de Buenos Aires. “El monumento a San Martín estaba todo descalzado y tenía muchos faltantes producto de actos vandálicos”, dijo a LA NACION Jorge Zakour, coordinador del MOA.
Para la presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes Históricos del Ministerio de Cultura de la Nación, Teresa Anchorena, el “mejor monumento a San Martín del país es el del Cerro de la Gloria”, y más allá de las fronteras argentinas la estatua hecha por Mariano Benlliure que está en Lima (Perú). La funcionaria, como tantos, desconoce la existencia del histórico molde de yeso depositado en Boulogne.
“Todo lo que tenga que ver con San Martín siempre tuvo un toque mágico”, afirma el coronel González. Y recuerda que cuando los alemanes invadieron Francia “arrasaron todas las estatuas de bronce que encontraban a su paso para hacer municiones, pero no tocaron el monumento que está en Boulogne Sur Mer, que tampoco fue dañado cuando bombardearon la ciudad”.
LA NACION