Constantin Brâncusi, el mayor escultor rumano del Siglo XX

Constantin Brâncusi, el mayor escultor rumano del Siglo XX

Por Ignacio Gutiérrez Zaldivar

Nacido en 1876 en el seno de una familia de pastores de ovejas, tempranamente a los nueve años ya realizaba tallas en madera. Un mecenas lo beca para estudiar arte ante la falta de posibilidades familiares. A los 28 años viaja a París para continuar con sus estudios y trabajar de lavaplatos en un bistró. Conoce y frecuenta a Picasso; Léger; Derain y sobre todo a Modigliani.
Comienza a trabajar en el taller de Auguste Rodin, pero se retira al mes ya que consideró que “nada crece a la sombra de un gran árbol”. Sus trabajos son en madera, piedra y metal. En esta época inicia obras fundiendo en bronce y la mayoría de sus obras son doradas y pulidas.
Falleció en 1957 en París a los 80 años. Su producción fue muy escasa. Sólo realizó 215 esculturas. Disfrutaba de la fotografía y también era un buen ejecutante de violín. Fue un artista realista quien fue evolucionando hacia la abstracción. Siempre se refirió a su obra como “dirigida sobre todo hacia el realismo. Busco la realidad interna y escondida, la esencia interior de las cosas”.
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Toda su obra es sinónimo de pureza y sencillez. Sus temas son los pájaros, las cabezas femeninas y la forma ovoidal es su preferida. En 1952 deja todo su patrimonio, con cerca de 100 esculturas, al Museo de Arte Moderno de París, que reconstruye su atelier ubicado al pie del Centro Pompidou.
Es un lugar único en el mundo y hay que conocerlo, incluso antes de la Torre Eiffel. También en Rumania realizó algunas obras monumentales que están en parques y que son el orgullo del rumano más famoso junto con Nadia Comaneci.
Fue un buscador de perfección y lo logró. Manifestaba que “la belleza es el equilibrio absoluto” , consejo que sería bueno que escucharan y practicaran los artistas modernos quienes también deberían recordar que la simplicidad es la complejidad resuelta.
Su obra ‘El Beso’ fue trabajado por el artista primero en yeso, y respetando el modelado, y una década después en piedra y conservando las virtudes del material. Esto es fundamental en la escultura que debe siempre respetar las condiciones de los materiales. Fue el primer escultor moderno del Siglo XX y su obra ha influenciado en todo el arte del siglo.
Es un hombre que ‘mima’ los materiales y logra encontrar la esencia de los mismos. Ya en 1914 su obra se conoce en Estados Unidos, y allí viajó en dos ocasiones para exposiciones en galerías. Una de sus pulidas obras titulada ‘Pájaro’ fue objeto de un juicio que resultó un leading case jurídico en la década del 30. Se le quiso cobrar impuesto considerando solamente como un objeto su obra.
Logró demostrar que era una obra de arte y no debía pagarlos. Solamente el arte africano influenció en algún momento en sus tallas de madera. Otra originalidad es que se ocupaba también de las bases de sus obras y las mismas eran otras tallas en piedra y madera. Sólo 36 obras se han vendido en los últimos 16 años y hay muy pocas en manos privadas.
Una talla en madera que era de la colección de Yves Saint Laurent se vendió hace siete años en u$s 39 millones; un pulido mármol de un Pájaro de un metro, también se vendió en u$s 28 millones, y un pequeño yeso de 28 cm de largo superó los u$s 8 millones.
De sus obras en bronce el mayor precio es una cabeza femenina de tan sólo 28 cm de altura que logró u$s 18 millones. Fue fundida por Valsuani y no tenía inscripta la cantidad de copias de la misma. Sin duda es el más moderno de los modernos.
EL CRONISTA