Más goles, más récords, más Barça

Más goles, más récords, más Barça

Por Waldemar Iglesia
No se cansan nunca de ofrecer esa receta que el mundo conoce y admira: mucha belleza, muchos goles. En definitiva, lo de siempre: este Barcelona de magias y encantos al servicio del espectáculo. La constelación catalana brilla a cada paso. No hay excepciones. Sólo récords y más récords en el recorrido. Volvió a suceder ayer, bajo el cielo de su perfecto escenario, el Camp Nou: le ganó 3-1 al Arsenal, completó la serie de octavos de final de la Champions League con un 5-1 sin vueltas ni dificultades y accedió al top 8 de la máxima competición continental, en nombre de la defensa del título.
Cumplió su objetivo inmediato abrazado a su argumento más estupendo: ese tridente de ataque que responde a tres letras, MSN. Messi, Suárez, Neymar. Ellos tres convirtieron los goles y ofrecieron los mejores instantes de un partido para el aplauso, incluso a pesar de que -de principio a fin- estuvo despojado de riesgos para la clasificación del vencedor.

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Lo de “goles” es escueto para contar la dimensión de esas jugadas: fueron golazos. El primero, a los 18 minutos, nació de un pase de Suárez y se definió con un toque impecable e implacable de Neymar. El segundo, ya a los 20 del complemento (con el partido 1-1, tras el empate de Elnany), fue una obra maestra de la volea: pura destreza, Suárez se suspendió en el aire para recibir un centro de Dani Alves y la colgó de un ángulo. El tercero, fue otra de las joyitas de Messi: gambeteó y la picó ante el arquero Ospina. No hubo casualidad en el título del diario Mundo Deportivo, desde el lugar de los hecho: “Dios salve al tridente”. Eso, eso. Pero también están los otros: como Mascherano (capaz de hacer un quite providencial ante Welbeck, que tuvo el valor de un gol), como Busquets que parece empecinado en no dar un pase mal en toda su vida o como Iniesta, genio, cerebro y emblema.
“Transforman la vida normal en arte”. La definición la pronunció -justo después del encuentro- el entrenador de los vencidos, Arsene Wenger, y retrata una sensación que se generaliza entre quienes adoran el fútbol. También por eso, cada presentación del Barcelona culmina con esos aplausos teatrales, la consecuencia razonable para tanto regocijo.
Ganó sus últimos diez partidos de la Champions como local. Es un nuevo récord. Lleva 38 partidos sin derrotas en la campaña actual. Tal sucesión de números y de marcas con antecedentes escasos o nulos generan a una impresión: la mayor virtud de este Barcelona es superarse a sí mismo todo el tiempo, como una suerte de hermandad de la perpetua victoria. Lo volvió a demostrar ayer. Y asoma como para demostrarlo -cuanto menosen todo el camino que le queda a esta temporada.
CLARIN