Un cambio para la salud

Un cambio para la salud

Por Luciano Giusti
El 3 de diciembre los médicos argentinos se encuentran como todos los años celebrando su día, pero esta vez, a escasas jornadas de un cambio de gobierno. Las urnas dirimieron una alternancia en el poder político, síntoma de que la democracia argentina goza de buena salud. El sistema sanitario argentino ha avanzado en los últimos años, con la incorporación de vacunas al calendario nacional, el acceso a los medicamentos, la creación de nuevos hospitales, centros de atención intermedia o de institutos nacionales de salud, como el Instituto Nacional del Cáncer. Sin embargo, tanto en el sector público como en el privado, persisten problemas en lo que respecta al financiamiento, en las condiciones de trabajo de los médicos, en muchas ocasiones precarizado y existe un síntoma de malestar en la sociedad, que se traduce en violencia hacia los que curan.
La violencia en todas sus formas es abominable, pero la ejercida hacia quienes tienen la vocación de curar debería ser doblemente condenable. Con este tipo de agresión, no sólo se agrede a un profesional, no sólo se violenta a un trabajador, sino que se daña a toda la sociedad. Después de sufrir un hecho de violencia el médico no es el mismo, su acercamiento a los pacientes cambia y esto repercute en todo el sistema de salud.
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Es común escuchar de los profesionales que la más grave agresión a los médicos proviene del sistema. Y aquí hablamos de sus falencias, a veces ocasionales, a veces crónicas, como la falta de instrumentos indispensables para ejercer el trabajo de curar, la falta de personal, las largas jornadas de trabajo, las condiciones deficientes para hacerlo de la mejor manera, el atraso tecnológico, las falencias edilicias y un largo’ etcétera. Por el otro lado, está el reclamo de un amplio sector de la población que no accede a una atención de calidad, en igualdad de condiciones y con expectativas que muchas veces superan lo que la medicina puede hacer en algunos casos. Pero en estos casos también juega la ignorancia, la falta de educación o valores culturales, el creer que la violencia puede resolver algo, o que sea quien sane a un enfermo o cure a un lastimado. Más bien, todo lo contrario.
Frente a esta situación, se han instalado botones antipánico, se han escrito protocolos, se han incorporado guardias de seguridad y el resultado es que hoy muchos médicos deben atender tras las rejas, a la defensiva, y se ha perdido ese necesario acercamiento al paciente, para escucharlo en primera instancia y llegar de esa manera a solucionar su problema de salud.
Según ha publicado el diario Clarín el 30 de noviembre pasado, “en 12 de los hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires, el 19% de los médicos sufrió empujones o golpes fuertes que obligaron a tratarse y a estar de licencia, según una encuesta realizada a 729 profesionales por la Asociación de Médicos Municipales. Además, el 74% declaró que recibió insultos por parte de pacientes y familiares. Los más insultados o golpeados son los médicos de guardia, los que auxilian en la calle o a domicilio, y las médicas jóvenes.” La situación se repite en casi todo el país y hasta en el mundo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncian que el 25% de los incidentes de violencia en el ámbito laboral se producen en el entorno sanitario. Esto ha resultado en que por ejemplo en España, todos los 20 de marzo se conmemore el Día Nacional contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario, una iniciativa para concientizar sobre esta problemática. Se trata de un problema complejo y grave que envuelve al sistema de salud en su conjunto, el estado y la sociedad. Se necesitan acciones urgentes para acercar a las partes, para que el médico no vea en el paciente a un posible agresor y para que el paciente se sienta respetado en su derecho de acceso a la salud.
La política tiene en sus manos los instrumentos necesarios para revertir esta situación, y sin lugar a dudas, los médicos y las entidades que los representan tienen sus propuestas para acercar y para trabajar en conjunto, para que entre todos cambiemos violencia por paz, enfermedad por salubridad. Por eso, este 3 de diciembre los médicos alzarán sus copas nuevamente por la salud, y también por la esperanza de encontrar nuevos caminos para sanar las grietas que aquejan a un sistema sanitario que, a pesar de todas sus dificultades, es un pilar fundamental en la conformación de la nación argentina.
CLARIN