Jurerê Internacional, arena blanca y un enclave exclusivo en Brasil

Jurerê Internacional, arena blanca y un enclave exclusivo en Brasil

Por Soledad Vallejos
Nunca habíamos venido a Florianópolis, y para darle una chance a las playas del sur de Brasil tenía que ser acá. Queríamos asegurarnos estar en el mejor lugar de la isla”, dicen Carolina Díaz y Gustavo Bordnave, a punto de hacer el check in con sus dos hijos, en Jurerê Beach Village, uno de los hoteles de Jurerê Internacional, el balneario más exclusivo de toda la isla, ubicado a 20 kilómetros al norte del centro de Florianópolis.
Autos deportivos último modelo, mansiones vidriadas que compiten por tener el frente más grande y el jardín más verde, bolsos Gucci para ellas en la playa y aterrizajes en helicóptero para llegar lo menos discretamente posible a la fiesta, a las tres de la tarde, en el parador de moda. Jurerê Internacional es un enclave de lujo, con aguas tranquilas y una generosa franja de arena blanca. Un lugar donde la ostentación importa, y que The New York Times ha bautizado como “el nuevo destino de las fiestas de América latina”.
Esta temporada, los argentinos también quisieron formar parte del selecto balneario. En el hotel Jurerê Beach Village, donde una habitación cuesta unos 450 dólares la noche, los huéspedes argentinos registrados son un 20% más que el año pasado. Familias, principalmente, aunque Jurerê Internacional es el destino preferido de jóvenes brasileños de alto poder adquisitivo y una gran cantidad de europeos que, según confesaron a la nacion, ven en este balnerario una mezcla de Ibiza con St. Tropez, pero con precios mucho más accesibles y el plus local de la “fiesta brasileña”.
Se pasea con un trago de vodka en la mano, viste un short de lentejuelas, el soutien de la bikini y tacos aguja de unos 15 centímetros… Así es el outfit de la tarde de la novia brasileña de Hampus, un londinense llegado aquí de vacaciones que baila al borde de la pileta del parador P12 International, un megaclub de playa que, desde hace cinco años, impuso las megafiestas de día en la arena. Con siete barras de tragos -una central dentro de la gran piscina-, deck de relax con masajistas, chaise longues blancos, sombrillas y palmeras, el after beach arranca temprano.
Desde las 10 y hasta las 22, música electrónica con DJ de fama internacional y recitales en vivo, unos 2500 turistas se encuentran allí, dispuestos a pagar a fines de enero entre 2000 y 4000 reales por la reserva de algunos de los camastros blancos más codiciados del complejo. En días de Reveillon, el 31 de diciembre y el 1° de enero, la misma reserva sube el valor a unos 30.000 reales, “y siempre se agotan en un día. Los niños millonarios de San Pablo pagan lo que sea por estar ahí”, revela Manuela, una de las mozas del restaurante Donna, en la playa contigua al parador P12, un selecto bistró que, desde hace un año, incrementa los negocios del grupo empresario dueño también de la disco Pacha, El Divino Lounge, Posche Club y Stage.

DERECHO DE ADMISIÓN
Un almuerzo promedio en Donna, que incluye un plato principal, un trago y una bebida sin alcohol, cuesta unos 200 reales por persona, aproximadamente 100 dólares. Pero la hostess (en inglés, anfitriona del lugar que recibe a los clientes) no acepta a todos los comensales que llegan directo desde la playa a las mesas del parador. “Puede pasar que llega un grupo de chicos que quiere tomar una cerveza y la hostess les dice, amablemente, que todo está reservado, aunque el lugar esté vacío”, cuenta otra de las mozas de Donna.
Sucede que, muchas veces, una de las excursiones de los turistas que veranean en playas vecinas, y más populares como Canasvieiras o Ingleses, quieren conocer de cerca Jurerê Internacional, y llegan con reposera y sombrilla al hombro para disfrutar de una tarde al sol, sentarse a contemplar los yates que desfilan por el mar y comprobar que, “como mínimo, acá cuesta todo el doble; hasta el mismo carrito que ves en otra playa acá vende el jugo más caro”, según cuentan las argentinas Agustina Bonini y Melanie Ramírez (19), que vinieron a Jurerê para pasar el día. Están tomando sol a metros de la entrada de P12, un lugar al que, confiesan, no van a conocer esa tarde. “Si comprás la entrada con anticipación, te cuesta menos, pero ahora, para las mujeres, cobran algo de 120 reales. Muy caro.”
Las que sí disfrutan de la tarde más “bizarra” de sus vacaciones son las rosarinas Cassandra, Paula y Jimena, que bailan en uno de los rincones menos visibles del parador. “Estamos alojadas en Barra do Lagoa y vinimos en plan de excursión. Es genial, estuvimos en la pileta y bailando toda la tarde, alucinante”, dice Cassandra.
En la otra punta, cerca del pogo electrónico que se armó frente a la cabina del DJ londinense Alex Mc Clo, que vive en Buenos Aires, cuenta que llegó a Jurerê de vacaciones con un grupo de amigos. “Conocí muchos lugares parecidos a éste en otros países, pero acá hay una energía especial”, arriesga Alex, y confirma que, comparado con otras playas europeas “donde se vive una fiesta similar, los precios son increíblemente buenos.”
Al caminar por la avenida Dos Buzios, con un gran bulevar central y palmeras a cada lado, se asiste a una competencia arquitectónica, y millonaria. También los paisajistas trabajan a la par en el diseño de los jardines que, de tan esmerados, parecen decoraciones escénicas.
De acuerdo con los datos aportados por algunas inmobiliarias, la mayoría de los propietarios de las casas son empresarios paulistas, que valoran tanto la exclusividad del lugar como la vigilancia y la seguridad del barrio. La cotización de las propiedades se mueve en una franja dispar, pero hay casas que cuestan 500.000 dólares hasta mansiones valuadas en unos 10 millones de dólares. La construcción sigue en alza y la planificación urbana estuvo diseñada desde el inicio por el Grupo Habitasul, una empresa de Rio Grande do Sul con presencia en San Pablo y Santa Catarina. Jurerê tiene su propio plan maestro, lo que garantiza la preservación del medio ambiente.
Celebridades locales, algunas internacionales y una extensa lista de empresarios eligen pasar sus vacaciones en Jurerê Internacional, y “por estas playas ya pasaron Xuxa, Marcelo Tinelli, Naomi Campbell, Gisele Bündchen y varios pilotos de Fórmula 1, como Felipe Massa, que ofreció una fiesta multitudinaria”, cuenta Luiz Fernandes, dueño de una inmobiliaria de la zona.

POR AIRE Y AGUA
Descansan en el puerto durante la noche, pero cada tarde decenas de yates de lujo navegan por las tranquilas aguas del mar. Forman parte del paisaje cotidiano por estas playas. Al igual que los helicópteros para el traslado privado de pasajeros, que obligan al turista ocasional a levantar la vista con una frecuencia inusitada.
“Nosotros venimos desde hace siete años a Jurerê, cuando todavía era un poco más tranquilo. Pero todavía se pueden encontrar precios accesibles. Ahora alquilamos un departamento para cuatro por 300 reales el día”, cuenta Eduardo Aldana, que viajó junto con su familia desde Salta.
Aguas tranquilas y buenos restaurantes, lo que más destacan las familias. Para los jóvenes, la combinación perfecta entre los clubes de playa y la fiesta nocturna, un delirio electrónico que no tiene descanso.
LA NACION