Leopoldo Lugones y el gran poema del gaucho

Leopoldo Lugones y el gran poema del gaucho

Por Pablo Palermo
Seis conferencias dictadas en 1913 en el Teatro Odeón de Buenos Aires, fueron el cimiento de El payador, obra que Leopoldo Lugones (1874-1938) publicó en 1916, año del centenario de la independencia argentina.
Lugones ensayó allí la exaltación de la figura del gaucho y de su poema más representativo: el Martín Fierro. “El gaucho fue el héroe y el civilizador de la Pampa. En este mar de hierba, indivisa comarca de tribus bravias, la conquista fracasó.” Pudo entonces el gaucho contener la barbarie gracias al estímulo civilizador que llevaba consigo.
Payador entendiendo por ello aun trovador que vivía de su guitarra y de sus versos lucidos en payadas o certámenes improvisados, hombre libre, aventurero, paladín, el “hijo de la pampa” era el resultado mestizo de la unión de mujer aborigen con conquistador español. Su universo fue la frontera, el manejo del caballo y el transporte de los cueros. La “descendencia de las razas viriles” era su fortuna: “Llevaba la acuñada en su rostro de cetrina magrura, generalmente barbado con dignidad, en su cabello nazareno, en sus ojos de fiera rasgadura, en la franqueza de su porte, y también, porque ésta es otra condición de superioridad, en su timidez comedida”.
El gaucho fue para Lugones el prototipo del argentino actual: amor a los hijos, carácter romántico, sensibilidad musical, fidelidad a las mujeres, valor.
Su sangre constituyó el cimiento de la nacionalidad; su tipo (próspero bajo los caudillos) se destacó en la guerra de la independencia, en las luchas civiles, en los combates contra el indio, en la literatura. “La civilización ha sido cruel con el gaucho, elemento, al fin irresponsable, de los políticos que explotaban su atraso. Él, como hijo de la tierra, tuvo todos los deberes, pero ni un solo derecho, a pesar de las leyes democráticas.”
Lugones consideró el Martín Fierro un poema épico, entendida la poesía épica como expresión de la vida heroica de una determinada raza. Los versos de José Hernández dan cuenta de “un valiente oscuro, exaltado a la vida superior por su resistencia heroica contra la injusticia”.
Todo el poema se encuentra animado por el ideal de justicia: “No hay cosa más nuestra que ese poema, y tampoco hay nada más humano”.
Fierro provenía de los paladines que dejaron la Provenza y pasaron a España y de allí a América: era un personaje de la casta de Hércules.
Para ilustrar su obra con ejemplos de música gaucha, Lugones se valió del “modesto profesor argentino don Andrés Chazarreta”, en quien halló “la rarísima virtud de la fidelidad y la justa noción del patriotismo”. Figuran en El payador la media caña, zamba, chacarera, escondido, gato, caramba, cuándo, triunfo.
“Empinado el sombrero ante posibles alarmas del horizonte, y con ello más abierta la cara al cielo, el jinete iba sorbiendo aquel aire de la pampa que es -oh gloria de mi tierra el aroma de la libertad.” Pero el gaucho cayó derrotado y aceptó con altivez esa derrota. Lugones imaginó sobre su tumba un elogio homérico: “Ha muerto bien. Era un hombre”.
LA NACION