Pobreza y mortalidad infantil

Pobreza y mortalidad infantil

Por Eduardo Fracchia
Argentina ha observado una mejora de sus indicadores sociales desde la crisis del 2001 que nos dejó un país con más del 50% de su población por debajo de la línea de pobreza. Mientras en el primer semestre de 2003 las personas pobres ascendían al 54%, en el segundo semestre de 2006 habían ya bajado al 26,9% para ubicarse en un 6,5% en el 2011, según datos del INDEC.
Vale hacer mención a estadísticas contrapuestas a las presentadas por el organismo oficial en la medición de la pobreza. Pueden compararse las cifras oficiales con las difundidas por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Mientras el INDEC valúa la CBA (canasta básica alimentaria) en $205 por persona y la CBT (canasta básica total) en $449, la UCA las estima en $351 y $720 respectivamente, es decir 71% y 60% más que el organismo estatal. Por su parte, y según la última publicación del INDEC, con datos del segundo semestre de 2011, el 1,7% de las personas es indigente y el 6,5% es pobre, como fue recientemente planteado. La UCA estima que los niveles alcanzados por ambos indicadores triplican las cifras oficiales llegando al 21,9% para pobreza y 5,4% en lo que se refiere a indigencia.
Siguiendo una línea de análisis complementaria con la pobreza se ha seleccionado el estudio de un indicador que está íntimamente relacionado con los niveles de bienestar y de calidad de la sanidad pública: la mortalidad infantil. Esta tasa señala el número de muertes de niños en una población de cada mil nacimientos vivos registrados durante el primer año de vida y es un parámetro lógico para el análisis de la pobreza en un país, convirtiéndose su reducción en una de las metas del milenio para las Naciones Unidas.
Existe una estrecha relación entre la pobreza e indigencia e indicadores del área de salud. En Argentina como la pobreza es muy heterogénea en las diferentes provincias también encontramos diferentes ratios del sistema de salud. La mortalidad infantil está en descenso en todas las provincias en una mirada de largo plazo. Esto es consistente con lo ocurrido en la región. Algunos países latinoamericanos han progresado enormemente en este indicador. El caso más llamativo es Chile.
La Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, para citar un caso cercano que posee los mejores indicadores de salud del país, ha publicado un informe comparativo del panorama de la mortalidad infantil. El análisis interanual muestra con preocupación que desde el 2010 al 2011, las muertes de menores de un año han aumentado un 26%, partiendo de una tasa de 6,7 en el primer año a un 8,5 en el 2011. Los niveles más altos se encuentran en los barrios y comunas más carenciados. Mientras en el grupo conformado por Barracas, La Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios, la tasa asciende a 11,1, la zona de Palermo presenta una mortalidad infantil de 5.
Según UNICEF las muertes en niños menores de un año se producen, principalmente, en el mundo en desarrollo, y la mayoría son evitables. Según la misma fuente 6 millones de los casi 11 millones de niños y niñas que mueren todos los años podrían ser salvados por medio de medidas nada sofisticadas, basadas en pruebas empíricas y eficaces en relación a sus costos, como vacunas, antibióticos, suplementos de micronutrientes, mosquiteros tratados con insecticida y una mejora de las prácticas de atención familiar y lactancia materna.
Es necesario tener en cuenta estos indicadores vinculados a la pobreza para implementar políticas que permitan la mejora de la salud y atención de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires y de todo el país, especialmente teniendo en cuenta que uno de los ámbitos de mayor PBI per cápita está presenciando un deterioro en sus indicadores sociales.
El desafío de reducir la pobreza es clave en el país. A pesar de haber crecido el PBI de modo consistente desde 2003 no se ha logrado acceder a niveles deseables de pobreza.
En los tiempos por venir la combinación de inflación y deterioro del nivel de actividad hace peligrar la evolución de la pobreza y de la indigencia.
EL CRONISTA