Cómo bajar de peso: los mitos y verdades sobre las dietas

Cómo bajar de peso: los mitos y verdades sobre las dietas

Por Nora Bär
Si usted era de los que le echaban la culpa de su exceso de peso a esa indomable costumbre de “picar” entre comidas, o a que no era capaz de concentrarse para hacer dieta, o a que se ponía metas inalcanzables… bueno, tal vez tenga que revisar sus creencias.
Un provocativo trabajo científico que acaba de publicarse en el New England Journal of Medicine como “artículo especial” pone en tela de juicio algunas de las nociones más ampliamente aceptadas sobre cómo se baja de peso… no sólo entre el público, sino también entre los médicos y las agencias gubernamentales. “Incluso los investigadores y académicos aceptan ideas sin pruebas objetivas”, lanzan los autores, pertenecientes a las universidades de Alabama, Copenhaguen, Pensilvania, Carolina del Sur y Boston.
Los investigadores, liderados por el epidemiólogo David Allison, que alguna vez fue candidato a presidir la Sociedad Norteamericana de Obesidad, identificaron siete mitos (es decir, ideas consideradas verdaderas, aunque existe evidencia que las refuta); cinco nociones que se repiten incansablemente, aunque no se sabe a ciencia cierta si son verdaderas o falsas, y algunas verdades (respaldadas por suficiente evidencia como para considerarlas empíricamente probadas para propósitos prácticos). El trabajo fue realizado con un subsidio de los Institutos Nacionales de Salud de los EE.UU.
La conclusión es que mucho de lo que se difunde en obesidad responde a convicciones que no tienen datos que las respalden.

Verdad o consecuencia
“Es vital poder diferenciar entre conclusiones científicas y creencias que no están probadas”, escriben los científicos. Y, aunque subrayan que pueden o no estar de acuerdo en puntos específicos, especialistas locales consultados por LA NACION coinciden.
“En obesidad falta demasiada investigación y se parte de creencias populares -admite la doctora Mónica Katz, coordinadora del posgrado de Nutrición de la Universidad Favaloro-. Y como en la ciencia no hay organismos centralizadores, los caminos son un poco erráticos, cada investigador se dedica a aspectos diferentes que luego es difícil integrar.”
“Muchas afirmaciones se basan en deducciones que parten de observar qué sucede en individuos o poblaciones que mantienen un peso saludable -agrega el doctor Silvio Schraier, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición-. Esto no obligatoriamente es cierto a la inversa y no necesariamente sirve para que las personas obesas adelgacen. En otros casos, los estudios son en corto o mediano plazo (de semanas, o de 12a 24 meses) y sus resultados no siempre son sostenibles en el largo plazo.”
Para Julio Montero, ex presidente de la Sociedad de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota), se llegó a un punto en que todo lo que tiene que ver con la nutrición adquiere una importancia casi “religiosa”.
“Nociones que no fueron probadas se establecen como hechos ciertos -explica-. Por ejemplo, que la fibra protege del cáncer colorrectal. Hay trabajos muy serios que no han podido encontrar evidencia que lo sostenga. Nos hemos manejado con creencias que en parte son supersticiones. Esto de que el desayuno protege contra la obesidad puede ser cierto, pero no está demostrado. Siempre se dijo que los ciclos de ganancia y pérdida de peso son perjudiciales, pero eso tampoco se probó.”
Allison es un investigador destacado… y discutido, que declara conflictos de interés con la industria alimentaria. Pero los consultados reconocen su valentía al plantear este mapa de situación que puede crear conflictos entre médicos y pacientes, y entre profesores y alumnos.

Promesas que no se cumplen
“Muchos de los consejos sobre nutrición que se difunden son publicidades disfrazadas con falsas promesas -subraya Schraier-. Médicos y funcionarios nos basamos en los datos existentes, perfectibles, insuficientes, pero que siguen el método científico. Los funcionarios de salud pública tienen que difundir pautas muy globales; en cambio, los médicos realizamos tareas asistenciales y aplicamos técnicas y herramientas específicas para los diferentes pacientes. Me parece imprescindible prevenir a la población sobre tratamientos poco probados, que pueden tener riesgos para la salud.”
Aunque confiesa que algunas de las conclusiones que figuran en el trabajo le “hicieron ruido”, como por ejemplo que la leche materna o el desayuno no son un seguro contra la obesidad, Katz subraya que es saludable sacudirse la aceptación pasiva.
“Me parece peligroso cuestionar cosas que yo como experta quiero que la gente haga -afirma-. Pero como dijo Theodor Adorno, «cada acto crítico es como una botella lanzada al mar para futuros e ignotos destinatarios». Eso es lo valioso de este artículo. En un mundo donde las certezas están en crisis, cualquiera dice lo que quiere. No nos quedemos con el saber popular.”
Y concluye Montero: “Este artículo sacude a la opinión médica y a la pública, al alertar sobre el hecho de que las nociones más repetidas no necesariamente son válidas desde el punto de vista científico. La democratización no es aplicable a la ciencia. Es un campanazo de alerta”.
Allison y colegas, por su parte, aclaran que esto no es un llamado al nihilismo, sino a despejar la paja del trigo. “Los mitos y prejuicios que analizamos son sólo una muestra -escriben-. (…) Como parte de la comunidad científica, debemos ser abiertos y honestos con el público sobre nuestro conocimiento.”

Siete mitos sobre la obesidad identificados por el trabajo científico
1. Pequeños cambios pueden resultar en descenso de peso a largo plazo
Las guías nacionales de salud de los Estados Unidos y prestigiosos sitios de Internet afirman que cuando se hacen mínimas modificaciones en el estilo de vida los cambios en el peso se acumulan indefinidamente

2. Es importante ponerse metas sensatas y realistas, porque si no los pacientes se frustran
Aunque se trata de una hipótesis razonable, datos científicos indican que no habría una asociación negativa entre ponerse metas ambiciosas y bajar de peso. De hecho, varios estudios mostraron que éstas promueven un mayor descenso

3. Es mejor el descenso gradual que el rápido
Un metaanálisis de pruebas controladas que comparó el descenso rápido de peso con otro más gradual y analizó el resultado a largo plazo mostró que no había una diferencia significativa en los resultados. Aunque no está claro por qué algunas personas pierden peso al comienzo más rápidamente que otras, en algunos casos la recomendación de hacerlo gradualmente podría interferir con el éxito del programa

4. Es importante tener una buena actitud para comenzar una dieta
Una buena predisposición no predice cuánto peso se perderá ni la adhesión a la dieta. Así lo demostraron cinco estudios en 3900 personas

5. Las clases de educación física tienen un papel importante en la prevención de la obesidad
Al menos tal como se ofrecen en los EE.UU., no parecen prevenirla ni reducirla en los niños. Tres estudios muestran que aunque se aumentó el número de horas de clase, sus efectos fueron irrelevantes

6. La leche materna es un seguro contra la obesidad
La OMS afirma que los niños amamantados tienen menos probabilidades de ser obesos. Estudios realizados en 13.000 chicos no aportaron pruebas convincentes con respecto a la obesidad, aunque sí tiene otros importantes beneficios para el bebe y la madre

7. Tener sexo adelgaza
Al contrario de lo que se piensa, no es así. Se cree que cada vez que se realiza un acto sexual se consumen entre 100 y 300 calorías. Sin embargo, está demostrado que, en promedio, se gastan unas 20 calorías, algo así como tres veces más de lo que invertimos en estar sentados mirando la TV

Creencias no probadas
1. Un buen desayuno protege contra la obesidad
Se piensa que las personas que no desayunan o que lo hacen mal son más propensas a ser obesas, pero no hay datos que lo desmientan o lo corroboren

2. Comer más frutas y verduras hace adelgazar o ganar menos peso, más allá de qué otros cambios se realicen
Si bien es cierto que este hábito es saludable y tiene beneficios, si no se introducen otras modificaciones al estilo de vida, se puede engordar o permanecer en el mismo peso

3. Las dietas yo-yo están asociadas con mayor mortalidad
No hay estudios epidemiológicos que lo demuestren

5. “Picar” entre comidas hace ganar peso
No hay pruebas clínicas controladas que respalden esta aseveración. Incluso estudios observacionales no lograron aportar pruebas convincentes de que esta conducta aumente el índice de masa corporal

Datos probados sobre la obesidad
Según el estudio que analiza mitos y creencias, éstos serían algunos de los que tienen respaldo de suficiente evidencia científica .
Fármacos
Algunos pueden ayudar a perder peso y a mantenerse. Hasta tanto se descubra cómo alterar el medio ambiente y los comportamientos individuales para prevenir la obesidad, pueden ayudar a ofrecer tratamientos moderadamente efectivos

Cirugía
Para las personas gravemente obesas, la cirugía bariátrica puede conducir al adelgazamiento a largo plazo, y la reducción de la diabetes y la mortalidad

Comidas
Varios estudios indican que los programas de peso que ofrecen comidas bien estructuradas promueven más pérdida de peso, si se los compara con otros basados en los conceptos de variedad, equilibrio y moderación

Actividad física
Más allá del peso y del adelgazamiento, el ejercicio en dosis suficientes ayuda a mantener el peso en el largo plazo y mejora la salud. La actividad física es una forma de mitigar los efectos dañinos de la obesidad, incluso sin pérdida de peso

Genes
Aunque los factores genéticos juegan un rol importante en la obesidad, la herencia no es un destino. Cambios ambientales moderados pueden promover tanta pérdida de peso como los más potentes agentes farmacológicos disponibles
LA NACION