El costo inesperado del financiamiento colectivo

El costo inesperado del financiamiento colectivo

Por Jason Abbruzzese
Una noche, cuando volvía a su casa en bicicleta desde el laboratorio de la Universidad de Stanford, donde trabajaba, Kent Frankovich tuvo una idea para mejorar las luces de su vehículo. Si las luces se colocaban alrededor de las ruedas y se programaban para que se encendieran a determinados intervalos, los ciclistas tendrían mejor visibilidad.
Menos de un año más tarde, Frankovich y Adam Pettler, el hermano de un amigo, veían los u$s 215.000 recaudados para las luces inteligentes Revolights en Kickstarter, el sitio Web de crowdfunding o financiación en masa para proyectos creativos. “A una semana de empezar, llegamos a nuestro objetivo de u$s 47.500. Dijimos: ‘Dios, esto está empezando a tener éxito. ¿Qué hacemos?’ “, dijo Frankovich.
El crecimiento meteórico de los sitios de financiación en masa para nuevas empresas, con su poderosa combinación de inversión y optimismo, ha llevado al éxito repentino a una nueva clase de emprendedores. Estos sitios crearon una industria artesanal para proyectos innovadores de tecnología, diseño y arte que se conecta directamente con los consumidores.
Los sitios de financiación en masa o colectiva proporcionan una plataforma en la que cualquier persona puede lanzar un proyecto – desde una película o álbum hasta un producto o servicio. Luego, los individuos pueden realizar donaciones a las nuevas empresas, a cambio de algo que podría ser uno de los productos desarrollados por la misma, pero no siempre. El dinero generalmente no compra acciones de la empresa – aunque esto está a punto de cambiar en Estados Unidos.
Kickstarter, que se lanzó en 2009, es el líder del sector. Muchos de los proyectos que utilizan sus plataformas han llegado a recaudar u$s 100.000 y algunos superaron u$s 1 millón. El año pasado se distribuyeron u$s 99,3 millones entre una amplia variedad de proyectos y a la fecha el sitio ya destinó u$s 275 millones para 2012.
También surgieron otros sitios de financiación en masa, entre los que se encuentran Indiegogo. Algunos de ellos ocupan nichos específicos; Razoo, Crowdrise y StartSomeGood tuvieron un éxito considerable en el sector sin fines de lucro.
Mientras que este nuevo flujo de capital contribuyó a hacer realidad algunos sueños, también tomó por sorpresa a los creadores y nuevos emprendedores no preparados para el interés repentino en sus ideas. Las empresas jóvenes financiadas colectivamente a menudo se encuentran luchando con capital insuficiente o infraestructura inadecuada.
En el caso de Revolights, el dinero llegó de repente y en forma inesperada. Un sitio web de diseño industrial, Core77, encontró por casualidad el blog de diseño de Revolights y publicó comentarios sobre el producto y la campaña en Kickstarter. Esto dio lugar a una avalancha de pedidos, lo que dejó a Frankovich y a Pettler con una pila de dinero pero con poca capacidad para lanzar el producto.
“Nos dimos cuenta de la gravedad de lo que habíamos hecho, que fue tomar 900 pedidos de una unidad cuyo diseño no estaba completo. Todavía teníamos que cerrar alianzas de fabricación y no contábamos con el dinero para realizar los pasos legales necesarios”, dijo Frankovich. Mientras que, en apariencia, Revolights parecía ser un éxito rotundo, sus creadores tuvieron que arreglárselas para establecer su empresa y comenzar a cumplir con los pedidos.
Los retrasos son comunes en los proyectos financiados colectivamente. Solamente 25% de los productos de tecnología y diseño de Kickstarter que alcanzan el total de recaudación de fondos se entregan puntualmente, de acuerdo con Appsblogger, la firma que realiza seguimientos de nuevas empresas. Cuanto más exceso de financiación tiene un proyecto, más probable es que haya demoras en las entregas.
Pebble, un “reloj inteligente” que constituye la campaña más exitosa de Kickstarter, con más de u$s 10 millones recaudados gracias al aporte de 68.929 individuos, tuvo que postergar entregas mientras la empresa trabaja para cumplir con un exceso de pedidos.
Si bien los creadores de productos que recaudan efectivo de un gran fondo constituido por pequeños aportes de dinero se benefician del rápido acceso al mismo y del estímulo del interés popular, también renuncian a los consejos y a la experiencia de los business angels o inversores de capital de riesgo.
Crear Revolights fue más costoso que lo que esperaban sus fundadores. Ambos renunciaron a sus trabajos para dedicarse a este proyecto y tomaron un préstamo por u$s 250.000 en el JPMorgan Chase Bank para aumentar el dinero conseguido a través de Kickstarter. “Tuvimos que utilizar el dinero de [Kickstarter] no solo para la tramitación de las patentes, sino también para la constitución de la sociedad … la fabricación, compra de herramientas, diseño … para todo nos tuvimos que arreglar con los u$s 215.000”, señaló Frankovich.
Los retrasos también plantean desafíos para los sitios de financiación colectiva, que tienen que luchar por mantener contentos a sus clientes. Slava Rubin es uno de los cofundadores y CEO de Indiegogo, el sitio de financiación en masa lanzado en 2008 que distribuye millones de dólares a la semana. Su sitio no exige el cumplimiento de los pedidos. “Instamos a las [empresas] a entablar una comunicación frecuente con la comunidad de inversores a través de actualizaciones, cronogramas revisados y explicaciones transparentes de cómo se utilizarán los fondos”, afirmó Rubin.
Kickstarter realizó una publicación en un blog en septiembre “, Kickstarter no es una tienda”, en la que mencionaba las nuevas directrices de diseño de proyectos, incluyendo la prohibición de las simulaciones de productos. Los productos deben ser “presentados tal como son”.
Algunas empresas nuevas hacen lo imposible para prepararse. ZBoard, que fabrica skates eléctricos, dedicó tres años al desarrollo de su producto antes de solicitar financiación colectiva. Pero incluso Zboard fue sorprendido con la guardia baja. Con un producto “beta” digno de salir a la venta, los fundadores establecieron una campaña para recaudar fondos en Kickstarter con una meta de u$s 10.000. Terminaron recaudando más de u$s 270.000.
“Nos sorprendió recaudar tanto dinero. Teníamos cientos de clientes al instante, lo que hizo imposible la idea del lanzamiento beta. Teníamos que entregar un producto completo. Esto implicó rediseñar muchos de los componentes desde cero, teniendo en cuenta la fabricación en grandes cantidades. Si hubiésemos podido rediseñar Kickstarter, habríamos establecido plazos de entrega más largos”, dijo Ben Forman, uno de los cofundadores de la empresa.
EL CRONISTA