El trono británico, también para primogénitas mujeres

El trono británico, también para primogénitas mujeres

Más de 300 años de desigualdad entre hombres y mujeres llegaron a su fin. Si Kate Middleton quedase ahora embarazada y tuviese una beba y, tiempo después, diera luz a un niño, sería la primogénita quien heredaría, por primera vez en la historia de Gran Bretaña, el trono por sobre su hermano menor.
En una decisión histórica que rompe con tres siglos de tradición, ayer se acordó reformar las leyes de la monarquía británica y, desde ahora, el acceso al trono será igualitario tanto para hombres como para mujeres.
Los 16 países del Commonwealth acordaron ayer cambiar las antiquísimas reglas de sucesión que pusieron desde hace siglos a los herederos varones en el trono por encima de cualquiera de sus hermanas mayores, una decisión que llega después de que reinos como Suecia, Bélgica, los Países Bajos y Noruega desecharon la primogenitura masculina.
El grupo de países, de los que la reina Isabel II es jefa de Estado, aprobó de forma unánime la decisión en una reunión en Australia. Entre las modificaciones en la legislación británica también se encuentra la habilitación para que un miembro de la familia real inglesa pueda casarse con una persona de otra religión sin tener que renunciar a la corona.
La medida es, sin embargo, un paso pequeño. Los cambios aún deben ser aprobados por las legislaturas de los países de la Commonwealth antes de que puedan entrar en vigor, pero son vistos como un triunfo sobre prácticas obsoletas y sexistas.
“La idea de que un hijo menor se convierta en monarca en lugar de su hermana mujer más grande sólo por ser varón o de que un futuro monarca no pueda casarse con alguien de credo católico va en contra de países modernos como el nuestro”, dijo el primer ministro británico, David Cameron.
Bajo la ley de sucesión real, que data de 1701, el heredero al trono es el primer hijo del monarca. Sólo cuando no hay hijos varones, en el caso, por ejemplo, del padre de Isabel II, Jorge VI, la corona pasa a la hija mayor.
Al anunciar los cambios, Cameron declaró que la modificación se aplicará a los descendientes del príncipe Carlos, aunque la medida no será instrumentada de forma retrospectiva. “Para ponerlo de forma más simple, si los duques de Cambridge [Guillermo y Kate] tuvieran una niña, ella sería un día nuestra reina”, dijo.
Por su parte, la premier de Australia, Julia Gillard, fue la primera en responder a la propuesta y afirmó que la decisión le parece “extraordinaria”.
El acuerdo supondrá modificar la llamada ley de instauración, de 1701, que establece que los varones tienen preferencia sobre las mujeres en la línea de sucesión y que la primogénita de un monarca no puede heredar si tiene un hermano más joven.
La ley de 1701 también discrimina contra los católicos a la hora de ascender al trono, algo que será corregido con los cambios que harán los parlamentos de cada uno de los países de la Commonwealth, un proceso que muchos estiman que será largo.

Modificaciones necesarias
Aunque la monarquía no es una institución democrática, los nuevos tiempos la obligan a responder a los cambios para sobrevivir y seguir ejerciendo ese poder de estabilidad política del que se jacta Gran Bretaña, con cientos de años de democracia ininterrumpida.
El espinoso tema de cambiar las reglas de sucesión ha sido un asunto de discusión tanto dentro como fuera de Gran Bretaña, pero nunca había sido resuelto. En abril, con la lujosa boda de Guillermo y Kate, ese debate volvió a salir a la luz.
Anteriormente, también había habido una docena de intentos frustrados de lores o diputados para igualar a hombres y mujeres en la sucesión a la corona británica.
El último en intentarlo, en 2009, fue el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, que había considerado un proyecto de ley para modificar la línea de sucesión a la corona, así como también para levantar la prohibición a los monarcas británicos de casarse con católicos. Pero el gobierno de Brown terminó antes de que pudiese promover el proyecto.

TRES REINAS BRITÁNICAS
Isabel I reinó desde 1558 hasta su muerte, en 1603. Fue la quinta y última monarca de la dinastía Tudor. Hija de Enrique VIII, nació como princesa, pero su madre, Ana Bolena, fue ejecutada cuando ella tenía tres años, con lo que Isabel fue declarada hija ilegítima. Tras la muerte de sus medios hermanos Eduardo VI y María I, asumió el trono. Reinó 44 años y, a pesar de varias peticiones del Parlamento, nunca contrajo matrimonio.
Victoria fue reina de Gran Bretaña desde la muerte de su tío paterno, Guillermo IV en 1837, hasta su propia muerte, en 1901. Fue también la primera emperatriz de la India. Fue la última monarca de la Casa de Hannover y reinó durante casi 64 años, por lo que el suyo es el reinado más largo de la historia de Gran Bretaña. Se casó con el príncipe Alberto, con quien tuvo nueve hijos.
Isabel II con 85 años, es la actual reina de Gran Bretaña y jefa de los 16 Estados que conforman la Commonwealth. Su reinado lleva 59 años, es el segundo más largo en la historia británica, y se inició en 1952. En 1947, se casó con el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, con quien tiene cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo.
LA NACION