Rolls-Royce sabe nadar contra la corriente

Rolls-Royce sabe nadar contra la corriente

Por Daniel Michaels
ientras muchos fabricantes estadounidenses y europeos han trasladado en los últimos años su producción a países con bajos salarios en Asia y América Latina, el gigante industrial británico Rolls- Royce PLC ha ido en la dirección contraria, prefiriendo los lugares con salarios altos.
La empresa de turbinas tiene fábricas en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania, donde compró recientemente un fabricante de motores por más de US$2.000 millones. En Asia, Rolls-Royce se centra en Singapur, donde los salarios son mucho más altos que los del resto de la región.
Sin embargo, pocos sitios pueden competir con los costos operativos de Alesund, una ciudad pesquera en medio de fiordos. Aquí, una lata de refresco cuesta cerca de US$4, un par de jeans común US$150 y los salarios por hora son aproximadamente 75% superiores al promedio de la Unión Europea. No obstante, Rolls-Royce dirige una operación naval rentable, debido a una combinación de ciencia, inteligencia local y un costoso personal que puede aprovecharse de ambas. Gracias a sólidos resultados en sus divisiones de motores a reacción y de energía, Rolls-Royce está alcanzando los mayores niveles de producción de su historia. En los últimos cinco años, los ingresos del grupo han aumentado 55%. En el primer semestre, registró una ganancia neta de 842 millones de libras (unos US$1.300 millones), frente a una pérdida de 331 millones de libras (unos US$523 millones) del año previo, debido a fluctuaciones cambiarias.
La capacidad para defender su territorio en el brutalmente competitivo sector de la construcción naval internacional ofrece lecciones de cómo los fabricantes de las economías “post-industriales” desarrolladas pueden contrarrestar el surgimiento de nuevas potencias económicas, como China. Aunque Rolls-Royce ha prosperado apuntando a nuevos nichos de mercado, el mantenimiento de puestos de trabajo de fabricación de élite en países de alto costo tiene impli-caciones más amplias para las maltrechas economías occidentales.
Rolls-Royce apuesta a que sus cerebros puedan igualar la fuerza física de los competidores de menor costo. Sin embargo, la agresiva expansión del fabricante de motores enfrenta una creciente amenaza: las dificultades para conseguir suficientes empleados altamente calificados.
Pese a los generosos salarios, Rolls-Royce lucha por el talento frente a empleadores que van desde bancos hasta firmas de software, muchas de las cuales pagan aún mejor.
Asimismo, en muchos países desarrollados, también se enfrenta a un número cada vez menor de estudiantes de ciencias, ingeniería y matemáticas siguiendo carreras técnicas. En Alesund, Rolls-Royce se vio obligada a ofrecer beneficios como cursos gratuitos de navegación a vela, a fin de retener a sus empleados, además de transferir trabajadores de otros países para cubrir vacantes técnicas.
En tales circunstancias, Rolls- Royce podría ver socavada su capacidad para mantener empleos cerca de su matriz. De los más de 6.000 postulantes a su división de energía nuclear en EE.UU. y Gran Bretaña, por ejemplo, menos de 10% tenían antecedentes adecuados para merecer siquiera una entrevista, afirman sus ejecutivos.
En respuesta, Rolls-Royce capacita a cientos de aprendices al año y se ha asociado con 28 universidades de todo el mundo. Igualmente, inaugura instalaciones en lugares más remotos, como una nueva planta en Singapur.
Los ejecutivos señalan que la planta en Singapur satisfará la creciente demanda asiática, vinculará a la empresa con una nueva red de proveedores locales y sacará provecho a una fuerza laboral altamente educada. Sin embargo, la inversión multimillonaria también constituye un gran salto. Se trata de la primera vez que Rolls-Royce producirá fuera del Reino Unido una de sus tecnologías más preciadas: hélices de ventilación de motores a reacción de titanio. Para dar apoyo a la empresa, el gobierno de Singapur está ayudando a capacitar 500 nuevos empleados.
La escasez de talentos afecta a Rolls-Royce de la misma forma en que afecta a otras empresas del sector que se expanden de manera agresiva en países con bajos salarios. El grupo aeroespacial francés Safran SA, por ejemplo, cuenta con subsidiarias en Marruecos y América Latina, mientras que la europea Aeroanutics Defence & Space Co. (EADS) construye aviones Airbus en China.
El mayor competidor de Rolls- Royce, el conglomerado estadounidense General Electric Co., pronto inaugurará un importante centro de investigación en Brasil para complementar sus laboratorios en China e India. La división aeroespa-cial de General Electric estableció en 2009 una empresa conjunta de electrónica con AVIC, de propiedad estatal china, y jugó un papel protagónico en el primer programa de aviones de gran tamaño de China. “Queremos ser un participante en China, no sólo vender productos allí”, sostiene Rick Kennedy, un portavoz de la empresa.
Rolls-Royce, en cambio, ha trasladado poco trabajo de alto valor a los mercados emergentes. Por el contrario, es parte del puñado de empresas, entre las que figuran Whirlpool Corp. y Caterpillar Inc., que están repatriando valiosos empleos o los mantiene en países desarrollados.
La mayoría de estos fabricantes enfatizan que los conocimientos y la eficiencia de fabricación están por encima del costo de la mano de obra. Eso es válido incluso en el caso de productos de consumo masivo, como neveras de plástico, que Coleman Co. ahora fabrica en Kansas en lugar de China, señala Harold Sirkin, socio de Boston Consulting Group, y que recientemente publicó un informe en el que predice un renacer de la manufactura estadounidense en los próximos años gracias a ese tipo de empresas, y que advierte en Gran Bretaña un potencial similar
LA NACION