Placeres de juventud

Placeres de juventud

Por Francisco Barreiro
Durante mucho tiempo, el consumidor de vinos argentino buscaba esos sabores y aromas intensos que suelen aportar las barricas de roble. Esas sensaciones de líquido más “pesado”, que se toma más despacio, tranquilo, con algunas comidas bien elaboradas o bastante cargadas de grasas, de esas en las que se necesita un “vino potente”… Sin embargo, en los últimos años, una nueva categoría de vino comenzó a crecer en las góndolas y en el público: los vinos jóvenes. “El consumidor que sale en busca de estos vinos tiene como objetivo encontrar un producto que a la vista tenga colores vivos, aromas a fruta fresca y una boca de intensidad media a baja”, afirma Valeria Antolin, gerente técnica y winernaker del Grupo Piattelli. Marcela Grispo, sommelier y dueña de Vinoteca 1912 en el coqueto barrio de Las Cañitas, sostiene que “por lo general la gente busca vinos que devuelvan sobre todo fruta, es el momento de ver el resultado del viñedo en su estado puro, porque se trata de vinos frescos, frutados y, como se dice ahora, ‘fáciles de tomar'”. En el mismo sentido, Tomás E. Tauszig, socio gerente de Finca Los Maza, remarca que en general estos consumidores buscan vinos amables y ligeros, además de que en “la mayoría de los casos son vinos de precios moderados”, una ventaja para beberse más de una botella -entre varios, claro está.
Cada año, aproximadamente en el mes de julio, comienzan a aparecer etiquetas con la añada del mismo año. Alejandro Pepa, enólogo de Bodega El Esteco, explica que tanto los consumidores como los productores de vinos se sienten atraídos con las nuevas vendimias: “Encontrar y descubrir la nueva cosecha es algo que nos motiva y emociona. Cuando
hemos trabajado durante todo un año en las diferentes labores que realizamos en los viñedos, y luego de afrontar todas las complejidades que lleva la elaboración de los vinos, nos vemos atraídos por degustar estos nuevos productos. Cuando elegimos estos vi¬nos jóvenes buscamos encontrar la historia reciente de lo que sucedió a lo largo del año. Buscamos descubrir el nuevo resultado de una intensa labor. Pero, sobre todo, queremos encontrar resaltada toda la frescura de los aromas primarios de las uvas con que fueron elaborados. Recordemos que un vino de crianza generalmente debe esperar casi dos años desde su vendimia hasta su puesta en el mercado”.
El caso de los vinos jóvenes, rompe con uno de los mitos más grandes en el mundo vitivinícola: “El vino mejora con los años”; aunque esta afirmación en parte es cierta, no todos evolucionan con el tiempo. “Estos vinos es conveniente consumirlos dentro del año, sobre todo los blancos y rosados, el paso del tiempo en botella les resta frescura, entre otras cosas”, dice Labid Al Ameri -gerente general de Domaine Bousquet-, y Tomás E.
Tauszig agrega: “Unos meses en botella generalmente ayudan a que el vino termine de evolucionar. Sin embargo, yo no aconsejaría guardar un vino de este tipo por más de dos o tres años como máximo”. Algo con lo que concuerda Marcela Grispo: “Diríamos que un vino joven debe consumirse en el año sin dudas. Pero hay tintos que se encuadran dentro de los jóvenes en los que el reposo en la botella atenúa su ímpetu y logra volverlos mucho más amables, hablando de no más de dos a tres años”. La decisión acertada entonces es consumirlos pronto, porque para eso fueron hechos. Hay que tener en cuenta que vino joven no equivale a vino malo. “Vinos jóvenes blancos, rosados y tintos, ya sean tranquilos o con ‘burbujas’, encuentran su muy buen posicionamiento en las líneas de alta gama. Si bien suelen estar orientados a líneas más económicas, el precio y calidad final depende del origen de las uvas y de su afina¬miento en las bodegas”, explica Alejandro Pepa, y aclara: “Desde su origen fueron planeados o diseñados para ser bebidos pronto, personalmente no los esperaría. Mientras antes los probemos, mejor encontraremos la frescura que cada productor quiso entregar en esa botella”.
-Pero ¿a quiénes está apuntado este tipo de producto? ¿Podría pensarse en gente joven que recién ingresa al mundo del vino?
Marcela Grispo: Pienso que los vinos jóvenes y frutales son adecuados para aquellos consumidores que están dando sus primeros pasos; a medida que el conocimiento aumenta, se irá apreciando tanto el paso por roble como las cosechas anteriores. Una vez adquirido ese cono-cimiento, también a la hora de elegir el vino se tiene en cuenta la ocasión. Definitivamente hay lugar en las góndolas para todos los estilos.
Labid Al Ameri: En general, las bodegas definen estrategias para el consumidor que recién se inicia, compitiendo con otras bebidas, tragos y cervezas. También funcionan vinos dulces y espumantes, por ejemplo.
Valeria Antolin: Al ser un producto fresco y joven, en las estaciones del año cálidas muchos consumidores prefieren este tipo de vino. Aunque también puede ser un producto más atractivo para gente joven que está iniciándose por ser vinos simples, con atributos más simples de identificar, y más fáciles de beber.
Tomás E. Tauszig: Más que de consumidor objetivo, a mí me gusta hablar de momentos para cada vino: la atmósfera, la compañía y también la comida; creo que hay un momento adecuado tanto para tomar vinos jóvenes como para vinos de guarda y con un largo paso por madera. Pero es cierto que para alguien que recién está ingresando al mundo del vino aconsejaría empezar con algún vino joven.
Otra de las grandes diferencias en el mundo del vino son los del Nuevo Mundo y los Viejo Mundo. La primera categoría corresponde a vinos estadounidenses, sudafricanos, australianos y sudamericanos; la segunda, claro está, a los europeos, donde sobresalen los franceses, italianos y españoles. “La tendencia a elaborar vinos jóvenes está más relacionada con los países del nuevo mundo vitivinícola -cuenta Valeria Antolin-. En un comienzo, la intención de simplificar el acto de comprar y disfrutar un vino para el consumidor se vio reflejada en la utilización de monovarietales en las etiquetas, lo que permitió al cliente identificar más fácilmente el producto que estaba adquiriendo, y lo mismo se intentó con la producción y comercialización de vinos jóvenes, fue una de las tantas estrategias que utilizó el nuevo mundo para insertarse en el mercado internacional de vinos en su comienzos”. Además, como dice Labid Al Ameri, “los consumidores del viejo mundo suelen ser más tradicionales y buscan vinos añejados”. Sin embargo, Alejandro Pepa afirma que cada vez hay más vinos jóvenes en Europa:”El mundo del vino está en constante evolución y es necesario en todas partes encontrar alternativas refrescantes, innovadoras, tal vez de una graduación alcohólica moderada para así continuar atrayendo e invitando al consumo divertido del vino”.
Con mitos derribados, los vinos jóvenes se ganan su público, sus seguidores y llenan varias copas. Calorcito, amigos, pileta y al caer la tarde un buen descorche de disfrute. ¿Por cuánto? Nuestro país ofrece un sinfín de ricas posibilidades entre los treinta y cien pesos; y a no olvidarse que la compañía es muchas veces más importante que la marca del vino.
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