“Nuestros blends con Malbec son el futuro de la industria”

“Nuestros blends con Malbec son el futuro de la industria”

Por Laura Litvin
Alejandro Sejanovich y Jeff Mausbach se conocen desde años, cuando trabajaban juntos para Bodega Catena Zapata donde ocuparon cargos altísimos (Sejanovich trabajó 16 años en Catena y llegó a ser Director de Viñedos y Mausbach fue durante 13 años director de comunicación y marketing). Podría decirse que forman parte nuclear de la generación de profesionales que pusieron al vino argentino en los paladares del mundo entero. El primero es ingeniero agrónomo, medalla de oro de su promoción en la Universidad de Cuyo, hizo una maestría en vitivinicultura y enología en Francia. Y en 2010, junto a los enólogos Jason Mabbett y Duncan Killiner crearon Manos Negras, un proyecto que hizo foco en mostrar la diversidad enológica de la Argentina, con vinos emblemáticos de distintos terruños. Ese fue el primer emprendimiento, luego vinieron otros, como 55 Malbec (TintoNegro, Zaha y Teho) y Anko (Salta), y la asesoría agronómica y enológica de Bodega Casarena. Aquí, las miradas fundamentales de estos dos referentes de la industria para comprender los desafíos del vino argentino.
–¿Consideran que la próxima fase del Malbec será comunicar los terroirs?
JM: –Estamos convencidos de que la próxima fase es, tal como estamos trabajando ahora, con el concepto de terroirs individuales. Hacia el mercado, el desafío será comunicar las ubicaciones físicas, características climáticas y perfiles de suelo junto con la expresión de nuestros vinos. –¿Cómo será el mapa de los terroirs argentinos?
AS: –Este es el primer desafío que tenemos, ya que lamentablemente el sistema de terroirs no está muy avanzado. Tenemos que empezar con el mapa político de la Argentina y hacer estudios de suelos, temperaturas y perfiles de vinos para poder presentar al INV (Instituto Nacional Vitivinícola) los argumentos para que sean reconocidos como apelaciones o denominaciones de origen. En este proceso, habría que ver si las características de terruños cuadran netamente con el mapa político actual, o si hay que hacer cambios según las características de los lugares. Por ejemplo, la zona de Altamira no figura en ningún mapa político, pero es una denominación muy importante dentro del distrito de La Consulta. Ya hemos presentado un estudio exhaustivo para que sea reconocido como una denominación. Habría que expandir este trabajo a otros departamentos para tener una red extensiva de denominaciones de origen. Una vez aprobado, lo podemos comunicar en todos nuestros contactos con el cliente.
–¿Cuál es el aporte al consumidor?
JM: – Actualmente no mucho. Es muy importante para los profesionales y comunicadores de vino –sommeliers, prensa especializada, dueños de vinotecas–. Debemos trabajar con este sector para comunicarlo al consumidor en forma clara y permanente y para que desarrollen la apreciación de estas sutilezas en nuestros vinos y sea un aporte a su experiencia.
–¿Qué debemos tomar de la experiencia del Viejo Mundo al respecto?
AS: –Creo que tenemos que tomar su experiencia en la apreciación de los estilos particulares de cada denominación, las diferencias entre sí, y cómo han podido establecerlo como un elemento central en el carácter de sus vinos. Pero, tenemos que tener cuidado de no caer en instituciones que dicten cómo tenemos que hacer nuestros vinos, como las reglas de Chianti, por ejemplo. Ni en instituciones que traten de imponer un escala de calidad, como en el caso de los sistemas de villages, Cru y Grand Cru. Debe ser solamente una indicación de procedencia, que cada bodega y enólogo lo interpreten como quieran.
–¿El trabajo del hombre podría ser una marca de identidad para nuestros vinos?
AS: –La influencia del hombre es muy grande en el concepto de nuestro terruño –definitivamente más que en otros partes del mundo–. Transformar un desierto en un oasis de viñedos requiere un gran trabajo del hombre tiene un gran efecto en la expresión de nuestros terruños. Creo que es un punto de diferenciación muy importante en la Argentina y uno en el cual debemos hacer mucho hincapie.
–¿Consideran que el mundo espera los blends de Argentina?
AS: –Estamos convencidos de que los blends, mayormente basados en el Malbec, son el futuro de corto plazo de nuestra industria. Nos dan la oportunidad de mostrar nuevos vinos con nuevas expresiones al mercado, pero con un elemento ya familiar que es la base de Malbec. Nos darán la posibilidad de expandir nuestra oferta y mantener nuestra categoría fresca en la mente de los consumidores, especialmente en el exterior.
–Ustedes forman parte de la generación que hizo conocido al vino argentino en el mundo. ¿Cómo viven esa responsabilidad?
AS y JM: –Es cierto, es fuerte. Pero no podemos parar allí. Tenemos que trabajar cada vez más duro para seguir levantando la imagen del vino argentino, comunicar todas su sutilezas, lograr que nos consideren como uno de los grandes productores entre los mejores países productores del mundo. Y no tenemos que dejar que nuestro éxito inicial nos haga creérnosla demasiado. Hay que reconocer el éxito, pero hay que seguir construyendo la categoría Argentina sin perder nuestra principal ventaja competitiva –la excelente relación precio y calidad de nuestros vinos en todos los segmentos de precio.
–¿Qué posibilidades tienen el Cabernet Sauvignon o la Bonarda?
AS: –El Cabernet Sauvignon tiene una expresión muy atractiva y cuando lo comparamos con otros de otras regiones, la relación precio calidad es fuerte. Estamos convencidos de que hay lugar para desarrollar una categoría importante de Cabernet Sauvignon argentino en el mercado internacional.
TIEMPO ARGENTINO