19 Dec El señor de los caballos
Por Carlos Beer
A esta altura de la vida ya no quedan conceptos para sumar a los elogios que ha cosechado Adolfo Cambiaso como polista. Pero sí resulta interesante hablar del líder de La Dolfina con respecto a su caballada. En la final de Palermo nuevamente fue elegido el jugador mejor montado de la final y del torneo. Y uno de sus ejemplares, Chocolate, ganó el premio Lady Susan Townley al mejor caballo del partido decisivo. Se trata de un récord, ya que es el sexto animal de Adolfito distinguido como el mejor de la final del Argentino. Antes habían sido elegidos Colibrí (1997 y 1998), Lili (2002), el padrillo Aiken Cura (2005 y 2006), Cuartetera (2009 y 2010) y Buenaventura (2012).
Como se ve, Cambiaso tuvo tres repeticiones de caballos premiados, por lo que llega a nueve conquistas. Lo sigue Gonzalo Pieres con seis: Cachamay (1985), Lechuza (1986 y 1987), Luna (1989 y 1990) y Pastora (1994). Cambiaso aprendió mucho de él en su época de jugador en Ellerstina. Hoy, con equipos enfrentados y posturas disímiles en cuanto al uso de los clones, así ve Pieres a Cambiaso en la materia: “Trajo una gran cantidad de caballos de afuera, como Chocolate, que es un caballo grande que ya jugó mucho en Estados Unidos. Es Cambiaso, hace diferencia con el juego. Se montó muy bien y tiene mucho hasta para prestar. Cuando invertís así, está bien”.
Bill Buchanan, el gerente de la Asociación de Criadores de Caballos de Polo, agrega sobre estos dos referentes del polo de todos los tiempos: “Yo creo que en parte Cambiaso imita a Pieres. Cuando Gonzalo estaba en su máximo esplender con Packer, tomaba todos los caballos que andaban dando vueltas. Lo que es claro es que Cambiaso es muy exigente con sus caballos y le rinden como nadie”.
Sebastián Merlos conoce muy bien a Cambiaso. Son contemporáneos y fueron primero rivales, luego compañeros, de nuevo contrincantes y el destino los unió en la final del sábado. “Adolfito tiene una gran habilidad para estar donde tiene que estar dentro de la cancha, y eso le permite sacar lo mejor de cada caballo. Además, tiene un muy buen ojo y es un excelente jinete”, dice Merlos. A diferencia de otras opiniones, Sebastián afirma que “no es una cuestión de dinero”, y así lo explica: “Hay gente que con poca plata se montó bien y otros con mucha que no. Él ve en los caballos cosas que otros no ven y sabe prepararlos muy bien. Cambiaso es habilidoso para jugar, para hacer equipos y para elegir caballos”.
Eduardo Heguy le da más énfasis al hombre que al animal. “Estoy convencido y seguro de que los caballos son muy buenos, pero no son mejores que los mejores de otros. Lo que pasa es que él es superior al resto y hace especiales a algunos caballos. Hay caballos de gran nivel que están con un jugador no tan bueno o en un equipo que no sobresale y por eso no se destacan”.
De los jugadores históricos, Juan Carlos Harriott y Alberto Pedro Heguy ganaron cuatro veces el premio al mejor caballo: el primero con Burra (1964 y 1965), Cocotero (1967) y Pampeana (1976), y el segundo con Rosa (1974), Titina (1977), Ceniza (1978) y Purita (1984). Entre ambos no llegan a la cantidad de premios de Cambiaso. Un crack como jugador. Y también con los caballos.
LA NACION