Tierra de vinos

Tierra de vinos

Por Julieta La Casa
La Argentina es atravesada por climas, colores, aromas y suelos únicos a medida que se avanza por sus provincias. Cada una presenta un paisaje que la identifica, una cultura que se vuelve el alma del pueblo y tradiciones que se han incorporado hace miles de años. Recorrer los caminos del vino es una forma de conocer la inmensa paleta de sabores y geografías que el país alberga. El itinerario, lejos de ser lineal, invita a pasear por el interior de cada región, descubriendo los universos que allí aguardan.

Capital mundial del malbec
Mendoza es la provincia por excelencia del vino argentino. Tanto a nivel nacional como internacional se ha convertido en icono del mejor malbec y, junto a otras nueve regiones productoras de relieve internacional, es una de las grandes capitales mundiales del vino. En el departamento de Maipú -considerado la cuna del vino- se han encontrado las primeras vides, historia que se puede conocer en el Museo Nacional del Vino y la Vendimia.
Lujan de Cuyo es la tierra del malbec por excelencia y sus bodegas, tradicionales y distinguidas, ofrecen visitas guiadas, cabalgatas por los viñedos y hasta permiten participar de la cosecha. La zona este de Mendoza lleva en su historia la época fundacional del país y de la elaboración vitivinícola. En esas tierras vivió el general Don José de San Martín, Libertador de América. Hacia el sur de Mendoza los ríos Atuel y Diamante prometen todo tipo de aventuras, como rafting, rapel y trekking. Los imperdibles de turismo del vino en Mendoza son la Fiesta Nacional de la Vendimia, el primer fin de semana de marzo de cada año; el Festival de Música Clásica por los Caminos del Vino cada Semana Santa; y el Ciclo de Tango por los Caminos del Vino en los primeros verdes de septiembre.

Ruta del Vino en la altura
El norte del país es tierra de encantos que enamora por sus colores, su cultura y su geografía. Salta, la tierra del torrontés, se suma al mundo vitivinícola con la particularidad de tener su región de producción situada en la altura, entre los 1.750 y los 3.050 msnm. Con bodegas creadas a principios del siglo XIX, allí conviven añosos troncos arbóreos de vid y viñedos jóvenes que son promesa de futuro. El clima de la región y las características del suelo crean un entorno perfecto para la elaboración de vinos. En Cafayate, las bodegas son casonas clásicas al costado del camino, a las que se puede llegar en bicicleta realizando un recorrido guiado por la Ruta 40. El Museo de la Vid y el Vino es otra de las atracciones del lugar, donde es posible aprender en detalle sobre las particularidades de la cultura vitivinícola.

Sabores del Tucumán
En esta provincia -tierra del torrontés, malbec, syrah y tannat, entre otras uvas- la gastronomía tiene una fuer¬te impronta regional: en las peñas folclóricas y en los restaurantes más lujosos se sirven platos ancestrales, exquisitamente preparados con ingredientes propios de la zona. Platos que combinan tradiciones prehispáni-cas y criollas; típicos, como los tamales; e irresistibles, como las empanadas. Los sabores de esta delicia local se reflejan en la Ruta de la Empanada, un circuito que recorre las localidades de San Miguel de Tucumán, Yerba Buena y Famaillá.

De valles y viñedos
En un paisaje casi desértico, entre montañas y valles aparecen las bodegas familiares de Catamarca. Selección, color y buen gusto es lo que prometen sus vinos, nacidos en viñedos de altura de pequeñas dimensiones y con una rica tradición artesanal. El valle vitivinícola, entre Tinogasta y Fiambalá, es atravesado por la Ruta del Adobe, un circuito que recorre reliquias arquitectónicas construidas en barro y paja entre los siglos XVII y XVIII. Los olivos y las antiguas iglesias que rodean a los viñedos completan el cuadro. En la visita a Catamarca no puede quedar afuera el volcán Antofagasta, a 4.000 msnm, donde se recorren campos de lava y se asciende a 3.500 metros para obtener una vista imperdible.

Bendecida por el sol
El Valle de Chilecito, entre las sierras de Famatina y el Velasco, concentra la mayor elaboración de vinos de La Rioja. El torrontés riojano es favorecido por el excelente clima del valle y el sol que nutre a la vid. Con aroma floral y sabor frutal, este vino caracteriza a la provincia. Frutales, nogales y olivos son otros cultivos del lugar, tan imperdibles como los quesos de cabra y las nueces. Una de las postales inconfundibles de La Rioja es el Parque Nacional Talampaya, donde el Cañón de Talampaya ha sido testigo de los dinosaurios que supieron habitar el lugar, y luego del hombre primitivo que se instaló en esas tierras.

Tierra del syrah
Bodegas familiares, industriales y artesanales, todas pueden encontrarse en San Juan, la segunda provincia argentina productora de vinos. Las artesanales muestran el esfuerzo del productor sanjuanino, que vive junto a la bodega y se encarga de explicarles a los visitantes todo los pasos del proceso de elaboración. Por otro lado, las bodegas boutique cuentan con la más avanzada tecnología y un diseño vanguardista, y prestan todos los servicios dedicados al turista. Además del sabroso syrah, lo que deleitará a los visitantes será el Parque Natural Provincial Ischigualasto, conocido como Valle de la Luna, que asombra por su suelo de aspecto lunar y por las formas de las rocas.

Córdoba, artesanía en vinos
Las primeras cepas fueron plantadas por los jesuítas en el siglo XVII como precursores en la elaboración de vino para misas y consumo personal. Fueron de los primeros caldos elaborados en América, consumidos incluso por los reyes de España. En esta provincia de cosechas tempranas, las visitas a las bodegas y producciones artesanales de vinos se complementan con experiencias de golf, recorridos por estancias jesuíticas y sabores artesanales de quesos y embutidos.

Vinos patagónicos
En Neuquén se encuentran algunos de los viñedos más jóvenes del país. Las nuevas bodegas han sido construidas pensando en el visitante, con pasarelas diseñadas para tener una mejor vista de las instalaciones y actividades participativas. Por otro lado, en Río Negro se encuentran las vides que han sido cultivadas desde hace más de un siglo. Entre tierras fértiles y abundantes frutales están las bodegas pioneras de la Patagonia, que han sumado a su larga tradición la más moderna tecnología. El cuidado entorno, en armonía con la fauna y flora, es propicio para experimentar el ecoturismo y el turismo paleontológico. Cada lugar tiene una propuesta y un vino diferente, con sus bodegas y formas de producción. Pero además un entorno natural y cultural que da vida a todas las actividades que se desarrollan. La ruta argentina del enoturismo descubre vinos artesanales, recetas legendarias, innovación tecnológica y variedad de sabores en cada kilómetro recorrido.
REVISTA ALTA