24 Dec Focalizar en el presente como una cura
Por Tesy De Biase
Reduce el estrés, controla la ansiedad y la depresión, incrementa la estabilidad emocional, mejora la comunicación interpersonal, desarrolla la autoaceptación, restaura la energía? El asombroso abracadabra no es una nueva tecnología ni emerge de la sabiduría de la Web. ” Mindfulness consiste en traer la atención al momento presente, al aquí y ahora; prestar atención a lo que estamos haciendo en lugar de dejar que nuestra mente vague. La práctica también incluye cultivar la aceptación: dejar ir los juicios de valor, interpretaciones y críticas que tan a menudo surgen en nuestra mente y provocan mucho estrés. Y cultivar nuestra capacidad de concentración atendiendo una cosa a la vez”, explica Corrine Stoewsand, una estadounidense formada en Tailandia, que desde hace casi diez años es instructora de Mindfulness en Buenos Aires. “Pero no es sólo estar presente y aceptar cada momento desplegando un estado de absoluta serenidad y concentración ininterrumpida”, aclara.
“También es un estilo de vida que debemos aplicar a todos nuestros actos. Cada paso que tomamos puede ser nuestro camino a la vida consciente”, explica.
Es una apelación a la sabiduría interior. “La práctica de mindfulness ayuda a las personas a ser más conscientes, de una manera no crítica de sus sentimientos y síntomas. Por esta razón, un número de estudios ha demostrado cómo la atención plena puede reducir la ansiedad y la depresión en pacientes con una amplia gama de trastornos”, comenta a LA NACION el doctor Andrew Newberg, director del Centro de Medicina Integrativa Myrna Brind del Instituto Universitario Thomas Jefferson, en Pensilvania, y autor de múltiples estudios, publicados en diversas revistas científicas. Uno de los ejes de sus trabajos consiste en rastrear los efectos orgánicos de una práctica de corte más bien espiritual y emocional. Por ejemplo, su eficacia en el control de síntomas provocados por enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o la esclerosis múltiple.
¿Cómo y por qué la práctica de mindfulness es capaz de producir cambios funcionales y anatómicos en el cerebro?
“La explicación más simple podría ser la de relacionar la meditación con un tipo de ejercicio para el cerebro. Cuanto más lo haces, las neuronas disparan más específicos y se conectan con otras neuronas. Cuanto más lo haga, más fuertes serán las conexiones. Por lo tanto, la meditación parece aumentar la actividad global en el cerebro”, explica el investigador estadounidense.
Aunque la evidencia científica que avala los beneficios del mindfulness es nueva, las raíces de la práctica tienen apenas algunos miles de años. El doctor Pablo Gagliesi, médico psiquiatra y coordinador de la Fundación Foro, historiza el recorrido que la meditación hizo hasta convertirse en mindfulness: “En la década del 70 surge en Estados Unidos una generación que empezó a trabajar con la meditación, entre ellos, Jon Kabat Zinn, un médico que se dedicaba a trabajar con pacientes cardiológicos e indagaba el efecto del estrés sobre la salud cardiovascular”.
Kabat Zinn se fue como investigador y volvió como monje; llegó al Tíbet para descubrir qué hacía que los monjes budistas tuviesen una curiosa y particular fisiología, que los eximía por ejemplo de la hipertensión arterial. “Estudió la ceremonia del té, las respiraciones, etc. Y descubrió que no importa si hay o no mantras, si hiperventilan o no, si se sientan o no. Lo común a todos es el control de la atención para estar aquí y ahora. Los monjes consiguen controlar su atención, que es una función del cerebro humano que está muy desarrollada; nosotros podemos guiar nuestra atención para un propósito determinado, para poder tener planes de acción, la función clave es la atención. Él encontró que los monjes están presentes en el aquí y ahora, atendiendo el momento. Es una domesticación de la atención, para traerla al aquí y ahora, despegándola de la dictadura del futuro y liberándola de las anclas del pasado”, relata poéticamente el doctor Gagliesi.
A su retorno, Jon Kabat Zinn creó en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts el programa Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena (Rebap).
La base del programa es la práctica de la atención plena, definida por su creador como la “atención momento a momento a la experiencia presente, sin hacer juicios y con una actitud de aceptación”. La práctica de esta técnica pretende enseñar a la mente a prestar atención al presente postulando que la disminución de las preocupaciones acerca del pasado y el futuro puede ayudar a aumentar la aceptación y disminuir el estrés.
Uno de los ejemplos más sencillos y asombrosos que ponen en evidencia el valor del momento presente surgió de las investigaciones realizadas con pacientes que sufren dolor crónico. En general, estas personas suman a su dolor el peso por el malestar futuro y el sufrimiento por el dolor que vienen acarreando desde hace tiempo. La inclusión de la meditación tenía como objetivo sólo lo siguiente: estar con el dolor que se tiene acá y ahora. Y el dolor duele menos.
SIN EVALUACIONES
El concepto de atención plena en el momento presente que propone el mindfulness consiste en centrar la atención de forma sostenida al contenido mental, pero sin pensar sobre él, es decir, sin que sea objeto de evaluaciones.
Además incluye una serie de prácticas cotidianas:
Comer con sabiduría: consiste en volver a contactarse con las señales innatas del hambre y la saciedad y el equilibrio nutricional con el que todo ser humano nace. Es reaprender a comer de modo intuitivo, basado en su propia sabiduría interior.
Eliminar los pensamientos negativos y aceptar las emociones: aprender a dejar que los pensamientos negativos fluyan, con aceptación relajar el cuerpo y descansar la atención de las emociones, en vez de alimentarlas con pensamientos. Aprendemos a aceptar nuestras emociones en lugar de intentar escapar de ellas.
Practicar yoga: los alineamientos posturales y las técnicas de relajación y respiración ayudan a tener otra conciencia corporal y eliminar las tensiones.
La abogada Olga Beatriz Strier confiesa que gracias al entrenamiento diario de ejercicios de compasión, autoaceptación y amor incondicional hacia sí misma y hacia los demás, aprendió a vivir con conciencia plena el momento presente, con una actitud de aceptar sin juzgar la experiencia, hecho que se tradujo en una evidente reducción de sus niveles cotidianos de estrés y aumento de su sentimiento de satisfacción existencial.
LA NACION