06 Dec Los jóvenes expanden el lenguaje “mensajeando” en su propia jerga
Por Sergio Di Nucci
“Holis”, “amiguis”, “bruji”, “porfis”, “peli”, el inevitable “nada” y el enfático –o dubitativo– “ponele”. La lista de este tipo neologismos, diminutivos, muletillas, eufemismos y aun cacofonías parece interminable en una urbe como Buenos Aires. Más de 10 millones de personas están dedicadas a transformar, día a día, el idioma que los españoles trajeron a América. Los jóvenes se cuentan entre los más activos transformers. Las expresiones que nacieron en un ámbito invaden e impregnan todos: un día, de pronto, se las oye al pasar en el ascensor, otro día en la oficina, después en el colectivo. Hasta que, comiendo fideos en familia, viene el atragantamiento: “holis”, saluda con alegría bovina la sobrinita pre-adolescente. Y allí, el hombre a quien la pululante innovación en los modos de hablar irrita por principio, estalla en muy viejas y universales imprecaciones. ¿Por qué triunfan abruptamente ciertas palabras, y la gente comienza a usarlas con orgullo o indiferencia? ¿Por qué deja morir otras? ¿Cuál es el origen de este extraño fenómeno? El tema es tan rico, variado y complejo como renuente a explicaciones definitivas.
En procura de comprenderlo mejor, Tiempo Argentino dialogó con Gabriela Pauer, subdirectora del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras y delegada de Fundéu BBVA en la Argentina, y con Marcelo Oliveri, prosecretario de la Academia Porteña del Lunfardo, la institución encargada de realizar un seguimiento del habla informal de porteños y porteñas.
“Algunos de los ejemplos, como el de ‘holis’ –explica Pauer–, pertenecen al lenguaje adolescente, que es efímero por naturaleza, ya que los jóvenes buscan crear sus propios códigos y estos caducan con ellos; cuando crecen, los abandonan y un nuevo grupo adolescente los remplaza por otros de invención propia. Los adolescentes construyen su jerga para diferenciarse de algún modo de los adultos, para afirmar la identidad que están erigiendo, algo que habría que analizar no solo desde un punto de vista lingüístico, sino sociológico, y que remite a un anhelo de pertenencia gregaria. Sin embargo, sólo una pequeña fracción del lenguaje oral sufre deformaciones; la mayor parte sigue siendo el lenguaje cotidiano compartido con los adultos”.
Ataque tecno
En tiempos en que Internet hace sentir su poder hasta en los repliegues más íntimos de nuestras existencias, los jóvenes utilizan día a día cada vez más términos nacidos al calor de las nuevas tecnologías. De ahí que la Real Academia Española (RAE) decidiera reunir en un diccionario especial giros y expresiones usados en la veloz comunicación abreviada de los chats y, sobre todo, de los mensajes de texto. Tan extendido está el uso de los SMS, por ser más baratos que la comunicación telefónica, que representaron un renacimiento inesperado de la lectura y de la palabra escrita en un mundo que parecía predestinado a volverse sólo audiovisual: hoy en la Argentina los adolescentes hablan sólo en tres de cada diez comunicaciones a distancia. En las siete restantes, “mensajean”.
La lengua especial de los SMS es gráfica: una escritura que combina símbolos, letras, números, palabras abreviadas y remplazos por aproximación fonética. Este argot busca acercarse al habla, por su rapidez: “k” es “que”, “A+” es “además”, y “a2” es “adiós”. Hay formas más audaces, que apelan a un juego de equivalencias parciales: “t8d” por “te echo de menos”; o “5mentarios”, por “sin comentarios”. Una versión suavemente burlona de este fenómeno puede verse en el sketch “Facebutt” del programa de Diego Capusotto.
Contra lo que una mirada ingenua podría anticipar, Pauer y la entera Academia de Letras ven con buenos ojos los nuevos términos que Internet y las nuevas tecnologías hicieron nacer entre jóvenes y no tanto. “En el caso de los neologismos, por ejemplo ‘tuitear’, o en la utilización de términos tradicionales a los que se les da un nuevo significado (puerto, correo, navegador), ya nos situamos en un lenguaje usado por todos los estamentos, es decir, de uso general. Todo término nuevo es bienvenido si sirve para comunicar algo y lo hace eficientemente. De hecho, muchas palabras foráneas se adaptan fácilmente al español y pasan a tener su correlato: smartphone se convierte en teléfono inteligente, y tablet se vuelve tableta. En gran parte de las innovaciones de hoy mandan las nuevas tecnologías, las redes sociales… Por ejemplo, ahora se escucha entre los jóvenes el verbo “linkedinear”, que significa buscar el currículum de alguien en LinkedIn. Ese término lo usa más que nada la gente joven, pero hay voces que ya son de dominio público”.
La Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente) y la Real Academia Española publicaron en 2011 un manual, Escribir en Internet: Guía para los nuevos medios y las redes sociales, que explora la jerga, las claves y el lenguaje de los nuevos medios para poder expresarse con mejores resultados entre redes sociales y nuevas tecnologías. “Las academias integramos lo nuevo a lo que ya existe, a lo tradicionalmente aceptado; no somos apocalípticos –añade Pauer-– Nada justifica escribir con errores ortográficos o de puntuación, pero hay cosas permitidas en Twitter, otras permitidas en Facebook, otras en los foros, etcétera. Lo importante es saber distinguir en qué ámbito se está interactuando.”
TIEMPO ARGENTINO