El sistema no necesita que vivas, solo que funciones

El sistema no necesita que vivas, solo que funciones

Lo que Mickey 17 dice sobre el trabajo y nadie quiso escuchar
Vi Mickey 17 esperando ciencia ficción, y me encontré con algo mucho más incómodo: una metáfora inquietante sobre el mundo laboral actual. Una película que, sin nombrarlo directamente, expone lo que muchas personas vivimos a diario: el desgaste, la deshumanización y la lógica de la reemplazabilidad.
Clones que se agotan, se mueren, y se reemplazan
La historia sigue a Mickey, un trabajador enviado a una misión en condiciones hostiles. Cada vez que muere, es clonado con sus recuerdos intactos. Su tarea es sacrificarse. Y si se rompe, no importa: hay otro listo para ocupar su lugar.
No hace falta ir al espacio para entender esta lógica. Está en nuestros trabajos cotidianos. En el delivery, en la oficina, en la fábrica, en el hospital. Lo importante no es quién sos, sino cuánto podés rendir. Y si no podés más, hay otro esperando.
No habla del futuro, habla del presente
Mickey 17 parece futurista, pero retrata con precisión la normalización del agotamiento. Los sistemas laborales de hoy se sostienen sobre cuerpos y mentes al límite. El sacrificio no solo se espera: se celebra. Hasta que ya no podés más. Y entonces te reemplazan.
La película no necesita dar un discurso político. Lo que muestra es suficiente:
•Personas tratadas como herramientas.
•Conciencias puestas en pausa.
•El sistema funcionando, aunque vos ya no estés.
El derecho a decir “basta”
Lo más poderoso no está en los efectos visuales, sino en el momento en que el protagonista empieza a cuestionarse. ¿Qué pasa si no quiero seguir? ¿Si no acepto ser intercambiable? ¿Si exijo ser visto como persona y no como función?
Ahí la película deja de ser una ficción espacial y se convierte en un espejo.
Tal vez por eso fracasó
Mickey 17 no fue un éxito comercial. No tiene héroes carismáticos ni finales fáciles. No tranquiliza. Y tal vez por eso incomodó. Porque interpela.
En un mundo donde ser reemplazable se volvió norma, que una película señale eso tan de frente puede resultar molesto.
Pero para quienes creemos que hay que discutir el modelo de trabajo actual, este cine es necesario.
No solo para contarnos historias, sino para ponernos en cuestión.
Porque no somos clones.
Y no está bien que nos traten como si lo fuéramos.
Carlos Felice Fioravanti