El Jurassic Park del mundo vegetal

El Jurassic Park del mundo vegetal

Científicos rusos hicieron germinar semillas almacenadas hace 32 mil años por ardillas, halladas en el suelo congelado de Siberia, y que crecieron “hasta convertirse en florecientes plantas”, reveló un estudio publicado ayer en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences. El trabajo de Svetlana Iachina y David Gilichinsky, del Instituto de problemas físico-químicos y biológicos del suelo de la Academia de Ciencias de Rusia (RAN), marca un hito en la investigación de materiales biológicos antiguos y podría iniciar el camino hacia la recuperación de especies extintas.
“Por primera vez, hemos conseguido crear una planta con frutos de más de 32 mil años de antigüedad.” El anterior record en la materia fue la regeneración de semillas de 2 mil años de antigüedad descubiertas en la fortaleza de Masada, cerca del Mar Muerto, en Israel.
“Todas las madrigueras se encuentran en profundidades de entre 20 y 40 metros por debajo de la superficie actual del suelo, localizadas en capas que contienen huesos de grandes mamíferos como mamuts, rinocerontes lanudos, bisontes, caballos, ciervos y otros representantes de la fauna del Pleistoceno Tardío”, detalló el estudio.
Las semillas de Silene stenophylla (también llamada Caryophyllacease) fueron encontradas en las madrigueras de ardillas que hibernaban a orillas del río Kolymá, en Siberia. “Esta es la planta más vieja que haya sido regenerada. Es fértil y produce flores blancas y semillas viables”, indicaron los científicos.
El experimento prueba que el permafrost –la zona de capa de hielo permanente en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías– sirve como “depósito natural de formas de vida ancestrales”, señalaron los científicos. De esta forma, “el permafrost actuó como un enorme congelador, y las semillas almacenadas permanecieron decenas de miles de años inalteradas en este ambiente cerrado, a una temperatura promedio de 7 grados bajo cero”, reveló la investigación. “Consideramos esencial continuar los estudios del permafrost en busca de genes de poblaciones ancestrales, vidas anteriores, que hipotéticamente han desaparecido de la Tierra”, informaron los científicos.
“Conservados bajo los hielos eternos en perfecto estado, los tres frutos de Silene no habían germinado y (por lo tanto) guardaban células de tejido placentario viable”, dijo Iachina.
Asimismo, explicó: “Recogimos funículos viables y los cultivamos in vitro para regenerar plantas completas y fértiles en nuestro laboratorio en Pushchino”, 120 kilómetros al sur de Moscú, comentó Iachina. Y agregó: “Un día, mientras revisaba mis tubos de ensayo descubrí un brote transparente, apenas visible”.
El equipo de estudiosos rusos recuperó las frutas tras examinar decenas de madrigueras de ardillas fósiles, ocultas bajo depósitos de hielo en la margen del río Kolymá, entre sedimentos de entre 30 mil y 32 mil años. “Los sedimentos estaban firmemente cimentados y a menudo cubiertos de hielo, lo que hacía imposible la filtración de agua, creando una cámara natural de congelación, completamente aislada de la superficie”, explicaron.
Stanislav Gubin, otro de los investigadores, dijo que “las ardillas cavaron la tierra congelada para construir sus madrigueras, que tienen el tamaño de una pelota de fútbol, colocando paja primero y luego pelaje animal para crear una cámara perfecta de almacenamiento”.
Iachina y Gilichinsky pudieron cultivar estas plantas porque las semillas “nunca fueron descongeladas antes”. Los primeros resultados del estudio datan del año 2003, pero en ese momento “la experiencia pasó casi inadvertida”, dijo Iachina. Desde entonces, la Silene stenophylla, una vez plantada en un suelo especialmente enriquecido, produjo varias generaciones de flores en el laboratorio.
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