23 Mar Justo P. Sáenz en la literatura gauchesca
Por Horacio Ortíz
Justo P. Sáenz es uno de esos nombres referenciales de la literatura tradicional argentina. Un personaje que al estilo de otros escritores como Benito Lynch o Ricardo Güiraldes describieron usos y costumbres rurales desde la curiosidad de hombres ilustrados y quizá, por esa misma razón, inquietos y andariegos.
Nació en Buenos Aires en 1892 y falleció en 1970. Escribió algunos libros que hoy son casi inhallables, como Pasto Puna y Baguales. Equitación gaucha, en cambio, ha sido reeditado por Letemendia y está nuevamente al alcance de los lectores como en 1942 cuando hizo su aparición. “Se constituyó en un clásico de la investigación sobre el peculiar arte ecuestre de la región y consagró a su autor como el mejor experto en la materia”, escribe en el prólogo la historiadora María Sáenz Quesada, sobrina del autor.
Justo P Sáenz pasó su vida entre la ciudad de Buenos Aires y los campos de amigos en Villa Dolores (Córdoba), Yeruá (Entre Ríos), Mercedes (Corrientes) y en Buenos Aires, en Puán y en General Guido, donde pasó gran parte de sus últimos años y donde una calle lleva su nombre. Allí se lo recuerda como un vecino célebre y destacado que en sus últimos año acostumbraba a visitar las bibliotecas de las escuelas en busca de la historia de la región.
El autor fue, a su vez, un gran lector y esa afición le valió la posibilidad de conocer a fondo los usos y costumbres de la equitación gaucha a través de los testimonios de viajeros como Richard Seymour, Willian McCann, Roberto Cunninghame Graham; de historiadores como Raúl Molina, y de anónimos personajes que se cruzó en sus innumerables recorridos por la regiones que describe en la obra.
En los capítulos la “Equitación pampeana, arreos y accesorios, equitación mesopotámica y orígenes de la equitación argentina”, Sáenz describe las formas de cabalgar por regiones, las características de los aperos y las prácticas de los gauchos sobre los caballos a través una serie de citas de fuentes de incuestionable veracidad, entre tantos detalles reveladores. El mérito de esta obra está dado, no solo en el contenido y en la información que reúne, sino también en que hasta ese momento no se había revelado con tanta profundidad usos y costumbres de la idiosincrasia gaucha.
Fernando Romero Carranza, especialista en temas relacionados al gaucho y al caballo que ha aportado sus obras en forma reciente, se suma a la reedición de Equitación gaucha con una serie de ilustraciones que aportan referencias gráficas a las claras descripciones de Sáenz.
LA NACION