20 Mar Dios atiende en Buenos Aires
Por Cecilia Díaz
Un smartphone, iPad, tal vez una Kindle e incluso la mismísima laptop han cambiado nuestra forma de relacionarnos, pensar, trabajar, divertirnos e incluso de comprar. Este nuevo mercado es uno de los tópicos que ocupa al Sinca, un centro de estadísticas que nació hace tres años para saber cómo actúan las industrias culturales en el total de la economía argentina. Este Indec cultural hace foco en el consumo de música, libros y medios de comunicación en soportes tradicionales y formato online. “Con el Censo 2010 podemos ver que la brecha digital entre la Ciudad de Buenos Aires y el resto del país es enorme”, dice la socióloga Natalia Calcagno, quien se preocupa por ver cómo cambia el mercado en cada provincia.
La producción de la industria cultural se concentra en Buenos Aires. Más del 80 por ciento de las editoriales, el 90 por ciento de los sellos musicales, están en esta ciudad. Con los diarios pasa lo mismo: los grandes diarios están en Buenos Aires y después hay mucho diario provincial, municipal, barrial. “El digital aparece en todas las provincias, no se puede creer cómo crecen en pueblitos chiquitos. Pero, lógico, son de una escala mínima”, reconoce Natalia Calcagno, quien cree que “hay que federalizar la producción de contenidos”.
La conexión en el interior asoma con números muy bajos, mientras que el 90 por ciento de los hogares en la zona metropolitana tiene banda ancha, “lo cual es un parámetro europeo, porque hay pocas ciudades en la región que tengan ese nivel”, se entusiasma Calcagno. “El acceso a una conexión modifica mucho el panorama, porque de lo contrario la cultura perdería tanto en distribución como producción”, apunta la titular del Indec Cultural, quien al mismo tiempo señala que una de esas modificaciones está vinculada con el consumo de libros, discos, diarios y cine en nuevos formatos; y aclara que el caso de la música es, de todos, el más complejo.
Mientras crece la descarga de mp3 para escuchar en computadoras, tabletas y celulares, más crece por otra parte la venta de libros en papel. Lo que subraya Calcagno es que “los distintos servicios que ofrecen las industrias culturales convergen en una pantalla, ya sea de computadora o de un teléfono celular”, y que “eso es tremendamente revolucionario”. Explica, entonces, que “se está cambiando la cultura desde el principio hasta el final”, y que “no se sabe qué forma va tomar porque va muy rápido y todavía no terminó”. “La circulación, comercialización, el marketing y el consumo están cambiando muchísimo. Tenemos que empezar a pensar que la cultura digital no implica sólo velocidad y multiplicidad, es mucho más que eso: está cambiando la forma en que transmitimos”, dice la socióloga, quien asegura: “El esquema fonográfico tradicional no está más. Está tendiendo a desaparecer. Y el recital en vivo se convierte en la vedette de recaudación tanto para la banda grande y las bandas más chicas. Ahora hacen el disco para promocionar el recital, antes era al revés”, plantea Calcagno.
Cultura en números
- La cultura incide con un 3,5 por ciento en el PIB. Es casi la mitad del sector más fuerte (la construcción, con 8 por ciento) y supera a otros que se suponen facturan millones (la minería no llega ni al 2 por ciento).
- En la Ciudad de Buenos Aires se editan más de 15 mil libros al año, lo que representa un 67,5 por ciento del total. El distrito que más se le acerca es el resto la provincia de Buenos Aires, con un 10 por ciento.
- Mientras los brasileños invierten un 4,4 por ciento de su presupuesto familiar para “esparcimiento y cultura”, los argentinos sólo gastan un 3,1 por ciento del sueldo. Aun así destinamos el 43 por ciento en canasta básica, mientras ellos gastan menos de la mitad.
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