04 Mar Los últimos caracteres
Por Marisa Avigliano
Los secretos revelados en el estertor: “maté”, “te mentí”, “no soy la madre”, “no es tu hijo”, “perdoname” ya no son las últimas palabras sensacionalistas que se dan a conocer como si se tratara de uno de los capítulos finales de una telenovela porque desde hace un tiempo las últimas palabras antes de que irrumpa la muerte inesperada son los 140 caracteres leídos y analizados -cuando el que los escribió acaba de morir- por los seguidores o twitteros. Ante la partida todo se vuelve significativo, cada una de las palabras es una pista ineludible y certera para saber cómo fueron los momentos previos a la caída, las razones del fin y el ánimo del último suspiro. Un conductor de televisión chileno, -Camiroaga, que murió en un accidente aéreo-, escribió en Twitter una cita del poeta Gonzalo Rojas “Del aire soy, como todo mortal, del gran vuelo terrible y estoy aquí de paso a las estrellas”, y ninguno de sus seguidores dudó de la profecía.
La sed del éxito por la noticia morbosa estelariza las palabras cotidianas y convierte la trivialidad en revelación, “fui a comer con amigos”, “me compré una remera”, son irrevocables marcas de un estado de ánimo bueno, “qué divertida la fiesta de anoche”, es la antesala del horror, la señal de una vida sin control. Semiología efectista y taquillera para meter el dedo donde más duele y mejor rinde cuando sólo se trata de manipular y llenar como epidemia espacios escandalosos.
El domingo 5 de febrero murió Jazmín de Grazia, una modelo de 27 años, la encontraron en su departamento, en la bañera. Pocas vueltas tuvo que dar la aguja grande del reloj para que las especulaciones le ganaran al obituario. “Voy a empezar a tuitear desaforadamente mientras q esté arriba de este taxi, tiene la peor música del mundo, no deja fumar y va a 16km/h, escribió el sábado y “Este fin de semana fue variadito, variadito. Casi tanto como un tenedor libre con chinos como dueños”, el domingo, poco antes de morir. Apenas dos mensajes bastaron para que los 140 se convirtieran en la sentencia del arrebato y en las explicaciones que buscaban quienes querían que la muerta rindiera cuentas. Un arrebato ideal para que los medios tramaran una historia taquillera y un día de furia mientras una autopsia demoraba la sepultura. Jazmín era joven, rubia, modelo, periodista, organizaba debates a través de la twitcam, y se había enfrentado vía Twitter con Aníbal Fernández, ¿qué más pedir si estaba todo? Droga, juventud y “oposición política”. Un festín.
Recordemos que los enfrentamientos por Twitter suelen usar uniforme de colegio y tienen olor a recreo. El de Fernández y De Grazia, por ejemplo fue sobre las razones por las que aquél contaba que era amigo del Indio Solari, digo, es bueno acordarlo para definir “enfrentamiento” y “oposición política”.
Querer leer los últimos caracteres como si se trataran de un manifiesto, vuelve ridícula cualquier reconstrucción. Leer para atrás da risa, da pena, las dos juntas en el mismo momento y de modo irreversible justo cuando lo relativo del Twitter se vuelve eterno y definitivo.
REVISTA DEBATE