El oro como segunda moneda de ahorro

El oro como segunda moneda de ahorro

Por Mariano Sardans
A partir de la rebaja en la calificación de deuda que sufrió los EEUU, los inversores y ahorristas alrededor del mundo sufren la paradoja de que no encontrar una moneda común y corriente donde refugiarse. Países como Suiza y Japón han dejado en claro que no están dispuestos a que sus monedas sean las que tomen la posta e intervinieron en el mercado de divisas con acciones sin procedentes para devaluar. Temen que sus economías se sigan enfriando al ser menos competitivas sus exportaciones.
Unas pocas horas después de conocerse la rebaja de EEUU, los medios ya especulaban que también Francia debería perder la calificación AAA ya que presenta problemas fiscales similares. El mercado no se hizo esperar y comenzó la semana atacando todas las instituciones bancarias del país galo, sus bonos soberanos y al euro. Y como los problemas de la eurozona están lejos de resolverse, poco tiempo va a pasar para que le llegue el turno a la imbatible Alemania.
Ante semejantes eventos de las últimas semanas, y al no haber una moneda tradicional que esté a la altura del dólar como moneda de reserva y de referencia, el oro automáticamente se ha transformado en la única alternativa. Visto como muy caro con la inercia que ha tomado su demanda en estos días se lo empieza a ver como muy barato si ahora lo comenzamos a mirar como la segunda mayor moneda de ahorro.
Cuánto comprar o qué porcentaje de una cartera cargar en oro sería irresponsable de definir en unas pocas líneas, dado que todo dependerá de las características patrimoniales de cada persona y de sus necesidades futuras. Sí es claro que el oro dejó de ser el último refugio de valor para, dadas las circunstancias, transformarse en una moneda que ya ha comenzado a competir con el dólar.
Veamos como ejemplo alguna de las alternativas que tenemos para comprar oro en Argentina y en Uruguay, y de paso los “sobrecostos o comisiones que debemos pagar respecto al precio internacional en ambas orillas del Río de la Plata.
¿Cuál es la opción más fácil y barata que tener que pagar una comisión de casi el 20%, como es el caso al que se llega en Argentina?. Respuesta: comprar oro a través de ETFs (Exchanged Traded Funds ó Fondos Cotizantes).
Comprar oro operando ETFs tiene grandes ventajas. La transacción es tan fácil como comprar un bono o una acción, se realiza en forma electrónica. No hay necesidad de tener que transportar y custodiar localmente el oro físico, con el riesgo que esto representa. El costo de la operación es ínfimo: sin importar el monto que se quiera adquirir la comisión es de menos de u$s10 si lo hace a través de discount-brokers en los EEUU; sí, MENOS DE 10 DÓLARES. O sea, si invierte u$s1.000, la comisión total es de menos de u$s10. Y si invierte u$s1.000.000, la comisión total también es de menos de u$s10. Aunque con comisiones más caras, también puede operarse desde Argentina a través de brokers o sociedades de bolsa locales.
Hay sólo dos ETFs que tienen 100% de tenencia física en el metal dorado y que al mismo tiempo pueden operarse sin inconveniente por tener una excelente liquidez.
Con casi u$s60 mil millones en tenencias de oro, el SPDR Gold Shares (ticker GLD) es actualmente el ETF más grande y más operado del mundo. Invierte directamente en lingotes de oro y emite participaciones (ya que es un fideicomiso financiero) 100% garantizadas. El fiduciario es el Bank of New York Mellon y el HSBC Bank USA (New York) es el custodio.
Le sigue con un poco más de u$s6 mil millones el iShares Gold Trust (ticker IAU). Al igual que el anterior, emite participaciones 100% garantizadas por tenencias en lingotes de oro. En este caso el banco custodio es el JPMorgan, pero guardado en bóvedas en las ciudades de Londres, Nueva York y Toronto.
Una característica no menos importante que tienen estos dos instrumentos, es que con grandes tenencias en ambos títulos tienen la posibilidad de cambiar sus participaciones por el oro físico. Vale aclarar que hablamos para tenencias superiores a los u$s15 millones.
EL CRONISTA