22 Nov Cómo aplicar el modelo de la asociatividad en la Argentina
Por Aníbal Cofone*
El contexto económico mundial ha sufrido grandes cambios en el último semestre. A fines del 2008, se desató una crisis que afectó a varios sectores y bajaron los precios de las commodities y del petróleo. Esto ha tenido un fuerte impacto en grandes empresas nacionales e internacionales. Sin embargo, la mayoría de las pequeñas y medianas empresas argentinas aún no han sido directamente afectadas, con excepción de aquellas más relacionadas con los productos de exportación nombrados.
Mientras se mantenga el consumo local, como hasta ahora, no se van a producir grandes cambios ni problemas en el mundo de las pymes. La forma en que la crisis repercute sobre ellas no es la misma que en las grandes empresas ya que tienen una dinámica diferente. Los que manejan las pymes y toman las decisiones son los propios dueños, quienes en momentos de crecimiento se enfocan en las innovaciones, en crear nuevos productos, buscar nuevos mercados, nuevos procesos. Frente a una crisis, en cambio, ellos mismos deben bajar al nivel de la operación diaria, estar al tanto de la entrada y salida de dinero y de la situación particular de cada uno de los clientes.
Cuando se desató la crisis, se preveía que el impacto sobre las pymes se vería a lo largo del primer trimestre del 2009 pero este proceso todavía no se concretó. Para sostenerse en la crisis, cuando aún hay un margen de tiempo, el Gobierno y los empresarios deberían aprovechar el momento y pensar estrategias para incentivar la asociatividad entre pymes, ya que a través del trabajo colaborativo éstas pueden enfrentar la crisis con más fortalezas.
La asociatividad
En la mayoría de los países de Europa y en potencias como China y Japón, hay una cultura económica y de los negocios que fomenta el trabajo colaborativo entre pequeñas y medianas empresas de rubros relacionados. Este modelo les permite lograr economías de escala y métodos de trabajo con el fin de optimizar costos, precios y asignaciones. De esta forma, las pymes logran resultados como los de las empresas más grandes, lo que en algunas situaciones las hace más flexibles y menos vulnerables a las crisis.
La Argentina carece de una cultura asociativa entre las pymes. No hay un contexto que favorezca la formación de redes de trabajo en las que se asocien las empresas entre sí, con el Estado y con otros organismos e instituciones (o el contexto se crea y lo “macro” lo desestabiliza siempre). Si se busca trascender las situaciones de crisis con la menor cantidad de heridos, será necesario construir un contexto de confianza entre las empresas que permita desarrollar un modelo colaborativo. La asociatividad implica relaciones de largo plazo, reglas de juego claras, financiación, toma de riesgos que no se pueden concretar si no hay escenarios propicios. Por lo tanto, el desafío es generar, en nuestro país, un ambiente que favorezca la asociación de empresas.
La falta de continuidad en políticas de desarrollo y los escenarios conflictivos que irrumpen en la realidad de las empresas argentinas no pueden resolverse con el coraje de las pymes solamente, ya que éstas son sólo un actor social de todo el conjunto. Los empresarios deben acercarse a un actor fuerte capaz de impulsar la asociatividad. Este actor puede ser el gobierno local, las cámaras empresarias u organismos que nucleen a un determinado sector.
En un marco de asociatividad, es fundamental que los empresarios actúen, tengan iniciativa y ayuden a construir un vínculo de confianza entre las empresas y estos organismos. Hay un escepticismo generalizado en cuanto a la participación del gobierno y de las cámaras empresarias. Cada una de las partes actúa como si tuviera una agenda independiente y la negociación para llevar acciones en común siempre genera ruptura y divisiones. Esta cultura debe revertirse, ya que a diferencia de las grandes empresas, las pymes tienen una mayor dificultad para sobrevivir solas.
Para fomentar la actitud asociativa entre los empresarios pymes es necesario definir el PARA QUÉ de lo planteado. Unos buenos motivadores parecen ser: el desarrollo, el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de una sociedad. Estas motivaciones demandan visiones compartidas, acciones articuladas y objetivos comunes. Para lograr esos objetivos y para que cada uno, desde su rol social, con sus conocimientos, experiencias y capacidades de transformación puedan “atender su juego”, las pymes deben asociarse y aportar lo mejor de sí.
Alcanzar la asociatividad requiere invertir tiempo, trabajo y dinero. Requiere un esfuerzo conjunto de las empresas, el gobierno y los diferentes organismos. Lograr consenso entre todos los actores genera un resultado fructífero, ya que el trabajo colaborativo le da a las pymes sostenibilidad, mayor alcance, herramientas para crecer a mayor velocidad y así, amortiguar los efectos de las crisis. En definitiva, le da herramientas para sobrevivir. Sobran ejemplos en el mundo de empresarios que siguen buenas prácticas de asociatividad. La Argentina debe adoptar con urgencia la cultura colaborativa que inspira a pymes de otros países a trascender en el tiempo. No importa la crisis o la dificultad de la situación a la que se enfrenten, no hay opción.
*Director del Departamento de Ingeniería Industrial de ITBA
EL CRONISTA