15 Dec Famatina. El pueblo que se opuso a la minería y busca ser un parque nacional
Por Gabriela Origlia
LA RIOJA.- Al principio fue el agua. Hace nueve años, los vecinos del departamento riojano de Famatina escucharon que la compañía Barrick Gold necesitaba unos 1000 metros cúbicos de agua por día para explotar oro en la mina La Mejicana. El caudal diario para la zona era de 750 metros cúbicos. “¿Qué vamos a hacer nosotros, entonces?”, fue la duda que atrapó a los pobladores.
Ese resultó el disparador para que los vecinos empezaran a informarse sobre los riesgos de la minería a cielo abierto. Y decidieron que no querían allí esa industria. Desde entonces, lograron frenar cuatro proyectos mineros bajo un mismo lema: “El Famatina no se toca” (ver aparte).
Con acampes, marchas, encadenamientos, reparto de panfletos, videos, pintadas, murales y cortes de ruta para impedirle el paso a la mina a funcionarios del Gobierno y representantes de las empresas, lograron lo impensado: impedir los proyectos de compañías como Barrick Gold, Osisko Mining Corporation, Shandong Gold y, días atrás, el de la salteña Midais.
Los habitantes de las treinta localidades que reciben el agua de Famatina son, en su mayoría, empleados estatales que suman algunos ingresos extras con pequeños emprendimientos agrícolas. Viven en un paraíso natural de cadenas montañosas que pasan del rojo al marrón, y del verde al azul, mientras la luz va cambiando. Desde las cumbres, bajan aguas de color amarillo por la carga de minerales. El conjunto, a la vista, resulta una obra maestra de la naturaleza.
En la asamblea, donde conviven distintos perfiles ideológicos, la mayoría son mujeres. Hay docentes que hicieron una insistente tarea de concientización entre los más chicos. Está el párroco Omar Quinteros, que desde su llegada no dudó en sumarse a la lucha. Al igual que lo hizo el intendente saliente, Ismael Bordagaray. Para todos ellos hubo costos: denuncias penales, menos tiempo personal, peleas familiares, amenazas, suspensión de giro de fondos. Sin embargo, todos siguieron adelante.
Marcela Crabbe, asambleísta y legisladora de Parlasur electa por Fuerza Cívica Riojana (radicales, peronistas, macristas y massistas), dio el primer alerta mientras hacía un curso para ayudante de geólogos que dictaba Minería provincial. “Hablan de cianuro, de explosiones”, comentó en un cumpleaños. Fue suficiente para que el único cibercafé de la ciudad se convirtiera en un centro de reuniones.
Las mujeres comenzaron a dedicar una hora diaria a hacer campaña casa por casa. “Hartamos con información”, recuerda Carina Díaz Moreno, otra asambleísta. Resolvieron un corte de dos días porque pensaron que no les “iba a dar el cuerpo”. Finalmente, organizados con guardias, relevos y comidas, lo mantuvieron dos años.
Desde entonces -con sólo algunos intervalos de tranquilidad- la vida de buena parte de los 3500 habitantes de Famatina y Chilecito pasa entre llamadas telefónicas, mensajes y marchas. Las redes sociales, lógico, juegan un papel clave en la organización.
“Así es el día a día”, resume Carolina Suffich, otra de las líderes, mientras desde su trabajo chequea si la salteña Midais está cumpliendo su compromiso de desmantelar el campamento. Es la cuarta empresa que abandona en el intento. “Alguna vez soñamos con el desarrollo de la mano de la producción minera -admite Bordagaray-. Hasta que conocimos sus riesgos. Nuestra vida es el agua.”
El cura Quinteros dice que “conciencia y coincidencia” fueron los motores que les permitieron sostener la resistencia durante los años. En febrero, él le dio al papa Francisco la camiseta con la inscripción “Famatina no se toca”. Cuenta que la actitud del Papa legitimó su posición frente a este conflicto. “Actuaba al borde de la ilegalidad. El anterior obispo envió veedores a controlar si lo que yo hacía era correcto para un pastor”, sostiene Quinteros.
A su manera
“Los recursos son de la gente, que debe decidir. No sólo es debatir el método de explotación; es más que eso. El punto crucial es que siempre habrá una alteración del ambiente, tenemos que ser conscientes de eso”, dice el asambleísta Paulo D’Alessandro.
Hace dos años, América se jubiló como directora de escuela. Desde entonces, todos los jueves hace guardia en el corte “de la dignidad”, ese que mantuvieron los asambleístas contra Osisko. “No veía las horas de poder dedicarle más tiempo”, dice.
Roberto trabaja en Angulos, donde está la última carpa de la asamblea. Cuando termina su jornada, pasa para dejar allí leña y para hacer guardia dos días a la semana. Siempre hay mates y tortilla. El dinero sale del bolsillo de los mismos asambleístas.
En La Rioja minería y política andan de la mano. El actual gobernador Luis Beder Herrera impulsó la destitución de Ángel Maza, ex secretario de Minería de Carlos Menem, por el acuerdo que había con la Barrick. “Vamos a sacar una ley prohibiendo la explotación a cielo abierto en la provincia”, había prometido Beder Herrera en campaña. Lo hizo, pero luego la derogó y rehabilitó esa modalidad de producción. Oriundo del departamento de Famatina, hoy es mal recibido en esos pagos. Hasta los alumnos de una escuela donde él había afirmado que la sierra no se cedía ahora son asambleístas.
En la Cámara Argentina de Empresarios Mineros aseguraron, días atrás, que “el cierre o suspensión de cualquier proyecto en producción es para preocuparse”. La entidad también planteó que la minería sólo puede llevarse adelante en aquellos lugares donde tiene licencia social. Y que, donde no la tiene, se tiene que trabajar de manera activa para conseguirla. Para ello, sostuvo que propician e integran mesas de diálogo sectoriales, como el Foro Social Argentino de Minería, que cuenta con la participación de distintos actores sociales del ámbito académico, científico, gremial, ambiental y empresarial coordinados por la Comisión Nacional de Justicia y Paz.
A los asambleístas de Famatina los llaman de Catamarca y de Jáchal para que cuenten su experiencia. Que expliquen si hay una “receta” para lograr decidir sobre los recursos. En esta zona, a 230 kilómetros de la capital riojana, hay un trípode complejo de recrear: Iglesia, poder político y vecinos. Hay peleas, debates, enojos temporales, pero en la emergencia todos vuelven a trabajar juntos.
“Tenemos esperanza de cuatro años de paz”, afirma Quinteros. Confía en que el gobernador electo, Sergio Casas, actual vicegobernador que días atrás anunció que se desmantelará el emprendimiento de Midais, mantenga la palabra que le dio al obispo Colombo: esa que dice que sin acuerdo social y diálogo no habrá explotación minera.
Cuáles fueron las compañías rechazadas
Barrick Gold
La minera canadiense inició sus tareas en La Rioja en 2005, con una inversión programada de 10 millones de dólares. Al poco tiempo, la Legislatura sancionó una ley que prohibía la actividad minera a cielo abierto donde se utilizara cianuro; el impulsor fue el entonces vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo, Luis Beder Herrera. Los asambleístas mantuvieron un corte casi dos años. En mayo de 2007 la empresa comunicó que se retiraba.
Shandong Gold
La firma china intentó de-sembarcar en 2010 y una vez más los asambleístas frenaron el proyecto.
Osisko Mining
La empresa canadiense suscribió un convenio con el Gobierno para la exploración de la mina de Famatina en busca de oro, en agosto de 2011; lo realizaría en sociedad con Energía y Minerales Sociedad del Estado (EMSE). Prometían 2000 empleos en la primera etapa. El 2 de enero de 2012, la comunidad cortó el acceso a la zona y 15.000 personas marcharon frente a la Casa de Gobierno. El entendimiento fue prorrogado y en julio de 2013 el contrato se rescindió al no lograr consenso social.
Midais
La compañía salteña, sin experiencia en el rubro, firmó un acuerdo para explotar oro en Angulos, al lado del río Blanco. En abril los asambleístas retomaron las protestas, que no se diluyeron ante las afirmaciones del Gobierno de que la empresa iba a utilizar un método de “minería aurífera en río seco”, sin químicos, ni uso del agua, ni explosivos. El martes se oficializó el desmantelamiento de la iniciativa para preservar la “paz social”.
LA NACIÓN