19 Sep La brutalidad, de la mano de Angelina Jolie, por Netflix
Por Pablo Scholz
Angelina Jolie puede ser muy glamorosa en las alfombras rojas de los festivales de cine y en las premières, pero demuestra tener un brutal sentido del espectáculo y la carga dramática en sus películas como directora. Salvando a Frente al mar, el bodrio a lo Antonioni que filmó y coprotagonizó con su ex Brad Pitt, Jolie es dueña de un estilo clásico en cuanto a la narración, pero que no sabe de ahorrar energía y violencia, no teme a la sangre y las aberraciones, y a la que el tono seco le sienta tan bien como un vestido de Dior.
Ante todo, First They Killed My Father (Primero asesinaron a mi padre), que desde el viernes está en la plataforma de Netflix, sera muy pero muy molesta a ojos estadounidenses. Porque cuenta cómo durante el mandato de Nixon y parte del de Ford se cometieron atrocidades, bombardeando con más de 2.700.000 de toneladas de explosivos un país que se declaraba neutral en la guerra de Vietnam. Con todo, ver a Nixon mintiendo descaradamente, diciendo “no es una invasión” no es lo más molesto del filme.
Es la quinta realización de Jolie (Inquebrantable también trataba sobre las brutalidades de la guerra) y tiene muchas aristas por las que la actriz de Maléfica se siente unida. Jolie es embajadora de la Agencia de la ONU para los Refugiados, y su hijo mayor adoptado es de Camboya (Maddox aparece en los créditos como productor ejecutivo).
La historia, basada en hechos reales, es la de Loung Ung, una niña camboyana que padeció en carne propia las atrocidades del régimen del Khmer Rouge. La película arranca en 1974, y cuenta cómo su familia debió abandonar la ciudad de Nom Pen cuando la evacuaron por presuntos nuevos bombardeos estadounidenses. Lo cual ya no era cierto, pero el Khmer Rouge se apoderó del poder, y el padre de Loung, que había formado parte del Ejército de Lon Nol, no podía revelar su identidad. El y su familia corrían riesgo de ser asesinados.
Lo que sigue no es menos tremendo, ya que con consignas como “somos todos iguales, no hay ricos ni pobres, no hay clases sociales”, y la muy didáctica “Es mejor cometer un error y matar un inocente que dejar vivo a un enemigo”, el régimen terminó aniquilando a la cuarta parte de su pueblo en cuatro años.
Que Rithy Pahn, uno de los mejores documentalistas, y director de La imagen pedida, precisamente sobre el sistema que él mismo sufrió, oficie de coproductor de Jolie, habla de la seriedad del proyecto.
El trabajo infantil en condiciones precarias, el castigo a chicos hambrientos por sacar frutos de la cosecha y el adoctrinamiento, con lavado de cerebro y enseñanza de uso de armas de fuego, son otras de las aberraciones que muestra la película.
Estilísticamente, el filme es impecable, en su iluminación –las tomas nocturnas, haya o no fuego, con los niños vueltos soldados a la fuerza viradas al azul, tienen una belleza que conmueve- y en su factura. Quizás abusa del uso de tomas supinas, ahora que con un dron puede hacerse cualquier cosa.
La pequeña Sareum Srey Moch es todo un hallazgo, aunque Angelina la obligue a tener los ojitos llorosos casi todo el largometraje.
CLARIN