Violencia en TV: instan a explicar a los chicos qué es lo que está mal

Violencia en TV: instan a explicar a los chicos qué es lo que está mal

Por Alejandra Rey
Cuando a Candela la asesinaron y los detalles de su cuerpito destrozado eran noticia desde la mañana hasta la noche, ya no alcanzó con apagar el televisor y hubo que explicarles el caso a los chicos. Pero ¿lo hicimos bien? ¿Cómo se les dice a los hijos que esa nena vivía en un mundo de droga, prostitución y cárceles, y que es la excepción y no la regla?
“Hay que educar la mirada con las pantallas encendidas. La represión no funciona a mediano plazo, crea más curiosidad y no le da a la persona las herramientas para saber cómo digerir imágenes en otros momentos, o cuando se tope con ellas. Hay que hacer una educación al lenguaje de la imagen para ver más allá de lo que es evidente a primera vista”, dice el mexicano Guillermo Orozco Gómez, autor de trabajos sobre comunicación y medios e investigador de la recepción y la alfabetización audiovisual.
Orozco Gómez, que vive en un país violento donde la pantalla alterna las muertes de mujeres en Ciudad Juárez con culebrones arcaicos, dice que la imagen en las pantallas siempre es una representación y que toda representación por definición es una construcción. “Por eso -agrega- hay que ejercitarse en el lenguaje de la imagen o alfabetizarse a la imagen, como a la escritura y a lo digital. Hay que conocer qué piensan los niños y desde dónde lo piensan y qué quieren y por qué hacen lo que hacen. Hay que saber preguntar.”
Orozco Gómez utiliza películas para educar a niños, padres y profesores cuando da conferencias y coincide con La Nacion en que la problemática de la violencia abarca a toda América latina. Es decir, se universalizó la maldad a partir de la ausencia de fronteras y pone al bullying como un caso testigo de cómo la violencia termina siendo normal en sociedades que no la admitían.
“La violencia se genera desde diversas fuentes. Una es que no hay todo para todos: algunos no tienen y quieren tener; otros quieren tener más, lo cual es un motor para conseguirlo, pero, dado que no hay abundancia, cada vez hay menos de todo, y conseguir lo que uno quiere no es un mero acto de voluntad, sino que implica quitárselo a otro. Ahí viene entonces la violencia. Otra causa es la emocional. En las interacciones sociales es inevitable tener conflictos, el problema es cómo se solucionan y una manera aparentemente fácil y rápida de hacerlo es reaccionando con violencia y eso no se normaliza a partir de un solo acto, sino que se requiere la cultivación de la violencia a lo largo de muchos actos violentos”, dice el especialista.
Entonces cuenta lo que sucede en México, donde el narcotráfico asesina a cientos de personas por día; el ansia de pasar la frontera de los Estados Unidos deja un tendal de muertos de hambre, frío y sed y la matanza de mujeres en Ciudad Juárez, por negarse a prostituirse.
¿Cómo se aborda semejante tema? “Directamente no se habla -dice-. Hace poco se hizo una moción jurídica para tipificar los asesinatos de mujeres como feminicidios, lo que representa un avance jurídico en el papel, pero en la práctica el problema es la impunidad de este tipo de asesinatos. Hay una cultura machista y muchos estereotipos sobre la conducta de la mujer en relación con el hombre que hace que las denuncias no prosperen. A veces se aumenta la pena por asesinatos de mujeres, pero antes que eso es importante que no haya impunidad, las penas no sirven de nada si no hay a quién aplicarlas.”
-¿Qué pasa con la cantidad de tiempo que los chicos están frente a la pantalla?
-Actualmente los medios y dispositivos de comunicación, como el cine, la tele, los videojuegos, la computadora, Internet y las redes sociales incluyen cada vez más productos audiovisuales, donde la violencia ocupa un porcentaje creciente de tiempo de pantalla. Esto plantea dos grandes problemas: de cantidad y de calidad de violencia expuesta. Por ejemplo, la violencia se va naturalizando como algo inevitable en las interacciones humanas y es un ingrediente necesario para darle acción y emoción a cualquier narrativa.
Y es ahí donde el especialista apuesta a lo bueno de la imagen, es decir, a enseñar por medio de la imagen: “Para transmitir algo siempre hay dos maneras, la explicita o escenificando lo que se quiere enseñar de manera integrada en una trama. Esta segunda manera tiende a ser más efectiva y, de hecho, es como se trasmite la violencia en las pantallas. La ficción ha mostrado ser una opción de representación audiovisual muy eficaz para la trasmisión de valores e ideología a las audiencias. Si además se acompaña con algún material didáctico impreso, mejor. Hay que hacer películas y videos muy entretenidos en los que se pongan en juego los derechos humanos, sus maneras de infringirse y las de respetarse de manera natural”.
El mexicano dice que la ignorancia se combate con programación explícita y cuenta que en el continente hay una demanda fuerte sobre temas de la vida cotidiana que casi nunca la televisión atiende, como la salud, los derechos humanos, la convivencia, el medio ambiente o temas jurídicos. Y propone hacer entrevistas con especialistas a partir de casos que envía el público, la gente, que es en definitiva la que padece la violencia.
-¿Hay un discurso único para enseñar qué es la violencia o la imagen es lo mejor?
-La imagen es un discurso también. No separaría el discurso oral o escrito de la imagen o discurso visual. Lo audiovisual es un compuesto muy interesante que me parece que tiene mayor potencial de impacto en las audiencias. Lo audiovisual es una combinación de discursos diferentes, con mayor grado de reproducción, con mayor fidelidad sobre lo que se representa y con mayor verosimilitud.
LA NACION