29 Oct Charlie Sheen, el exceso como bandera
Por Marcelo Stiletano
Charlie Sheen tiene un altísimo concepto de sí mismo. En el autorretrato que construyó en los últimos días, durante el contraataque mediático planificado como respuesta a su sonado despido de Two and a Half Men , se presentó investido de un curioso título nobiliario reconocido con exclusividad en el cerrado mundo de los ricos y famosos que rodean a Hollywood. “Soy el mesías de Malibú”, dijo, en un alarde de arrogancia.
Pero al protagonista del caso del momento no le alcanza con autoproclamarse por encima del común de los mortales. Necesita reforzar aún más su ego repitiendo, por ejemplo, que posee “sangre de tigre y el ADN de Adonis” o revelando muy suelto de cuerpo que logró curarse de sus recurrentes adicciones sin otra ayuda que el poder de su propia mente. “Los demás no pueden entenderme. Y no espero que lo hagan. No pueden procesarme con un cerebro normal”, dijo.
Por mucho menos que esto, famosos de toda laya pisaron recientemente el polvo, dejaron de ser tomados en Gabler va aún más allá, al poner directamente en cuestionamiento una definición de Bruce Willis que hasta ahora se consideraba indiscutible. Dijo alguna vez el actor de Sexto sentido que la trayectoria básica de los famosos en Estados Unidos tenía cuatro etapas de cumplimiento casi obligatorio: llegada al mundo, éxito, caída y regreso con gloria.
Aferrado al caso Sheen, Gabler cuestiona una fórmula que funcionaba casi invariablemente hasta ahora. “No es la primera vez que alguien famoso muestra ínfulas casi imperiales, pero el de Sheen debe ser el primer caso en que lo único que nos muestra es cuán lejos está de todos nosotros”, sostiene, para concluir que esta situación termina mostrando cómo la envidia puede funcionar en términos de identificación como el más poderoso combustible.
Como para demostrar que su libertinaje no le impide mantener los pies en la tierra, Sheen acercó posiciones en las últimas horas con su tercera esposa y madre de dos mellizos, Brooke Mueller, y se prepara para el juicio que inició contra Warner Bros. y CBS, en el que reclama un resarcimiento de 100 millones de dólares por su despido. Mientras tanto, el futuro de Two and a Half Men es un gigantesco enigma y ya quedaron descartados dos potenciales reemplazantes de Sheen: Rob Lowe (no puede por sus compromisos actuales) y John Stamos (no quiere). Alrededor de Sheen siguen girando conceptos como insania, comportamiento errático y daños insalvables por adicciones. El acusado responde que está limpio y dice que aún goza del favor del público. En cierto punto tiene razones para creerlo.
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