13 Jul La nueva forma de criar de las mamás millennials
Por María Florencia Pérez
Usan apps para controlar las contracciones en el embarazo, suben fotos de sus bebés a Facebook e Instagram, aprenden a cambiar pañales con tutoriales de YouTube y consultan al pediatra por WhatsApp. Nacidas entre 1980 y 2000, las mamás de la generación millennial, están atravesadas por su condición de nativas digitales pero no se quedan en el estereotipo de la juventud hiperconectada y enajenada del mundo real. Un mayor acceso a la información redunda en más capacidad para cuestionar mandatos y tradiciones de crianza del pasado. Les permite reinterpretrar el significado del embarazo, el parto y la crianza y vivirlos a su manera.
Las millennials se conectan a las redes desde la incertidumbre propia de la maternidad y, aunque suene paradójico, Internet muchas veces las acerca a saberes de las abuelas que hoy son revalorizados. Tal como describe Valeria Fornes, antropóloga que forma parte de la Colectiva de Antropólogas Feministas: “El discurso del instinto armoniza con el del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. La apelación a lo ancestral con las nuevas tecnologías. El llantén, con el salbutamol. El teclado con la ronda de mate. Los marcos de referencia son múltiples y las resignificaciones y apropiaciones de cada grupo y cada mujer, también”.
La eterna dicotomía entre la vida laboral y familiar no termina de resolverse pero encuentra alternativas novedosas surgidas a partir del auge de la virtualidad y de los recursos digitales. Los expertos en marketing de las empresas reaccionan rápido para satisfacer las necesidades de este nuevo target de consumidoras a las que consideran parte de la generación más influyente del mercado. La oferta de productos, servicios e información es más abundante que nunca, discernir sobre su calidad y utilidad en un vínculo donde debe primar el contacto humano y el afecto es el gran desafío de las millennials.
Criar en una tribu virtual. “Mi hija nació cuando cumplí 28 y fui la primera de mis hermanas y de mi grupo de amigas en ser mamá. Trabajé a ritmo normal hasta un día antes de parir y durante todo el embarazo me propuse no leer nada sobre el tema para no obsesionarme. Sólo me descargué una app que semana a semana me informaba sobre el crecimiento del bebé y me daba tips de alimentación y estilo de vida. Todo me resultó muy fácil hasta el puerperio. Siempre pensé que exageraban sobre lo difícil de esa etapa pero cuando me tocó me sentí muy sola, incapaz de entender a mi beba, de darle la teta y me angustié mucho. Me salvó Facebook porque ahí encontré páginas de profesionales con información muy útil y, lo que es más importante, una comunidad de otras mamás a las que les pasaba lo mismo que a mí. Nos identificamos al instante, aunque en muchos otros aspectos no tengamos nada en común. Los primeros contactos con ellas fueron por chat, muchas veces incluso a la madrugada, desveladas por el llanto de nuestros hijos. Con algunas la relación fue más lejos, nos conocimos personalmente y nos acompañamos hasta hoy en el día a día de la crianza de nuestros chicos” (Ariana, 30 años, licenciada en marketing).
Las madres de la generación millennial capitalizan los recursos provistos por Internet hasta convertirlos en una red de apoyo afectiva. En el espacio virtual circulan experiencias y nacen vínculos enriquecedores. “Hace 30 o 50 años las mamás contaban con una tribu real integrada por su propia familia o amigos que disponían de más tiempo para acompañarlas en esta experiencia. Hoy hemos perdido esos referentes y la tecnología está supliendo esta tribu real. Criar en soledad no es negocio para nadie, se precisan personas alrededor, brazos extra”, explica Melina Bronfman, doula (acompañante de la madre) y consultora en crianza y desarrollo infantil (www.materpater.com.ar). Ivana Raschkovan, psicóloga clínica, docente e investigadora de la UBA, también le encuentra ventajas al uso de las redes sociales en esta etapa: “Muchas mamás se conocen así y la relación muchas veces trasciende la pantalla lo cual es súper positivo porque una madre aislada es ideal para que la depresión postparto prolifere”, advierte.
Entre el cuestionamiento y el apego. “Vengo de una familia donde todo era disciplina, premios y castigos. Fui una nena temerosa y una adolescente insegura después. Quedé embarazada de un novio que se borró a los pocos meses y cuando salí de la angustia inicial me concentré en prepararme para darle a mi hijo una crianza más libre y sana de la que yo tuve. En un blog sobre el tema encontré una frase que se convirtió en mi guía: ‘Mucho daño se ha hecho en nombre del amor pero no puede hacerse en nombre del respeto’. Algo que intuitivamente sabía pero que precisaba que me reafirmaran de afuera. Leí mucho online sobre la importancia del apego, miré videos en YouTube de un pediatra español, participé en foros con otras mamás con inquietudes similares a las mías. Y me vino muy bien porque después me crucé con más de un pediatra o un familiar que me criticó por compartir la cama con mi bebé o por tenerlo mucho en brazos como si lo estuviera malcriando. Pero yo ya tenía mis argumentos para defenderme y ser madre a mi manera” (Aldana, 28 años, maestra).
“Las nuevas madres, en su diversidad, tienen en común la reivindicación de la duda y una cierta perspectiva de género, aún a profundizar. Dudan no sólo acerca de sus prácticas y creencias sino acerca de esos saberes especializados, hegemónicos, que les dicen desde un consultorio y en unos efímeros minutos qué les pasa, a ellas y a sus hijos”, sostiene Valeria Fornes. Ivana Raschkovan también encuentra diferencias profundas entre la nueva generación de mamás con las que las precedieron: “Hay un movimiento de mamás empoderadas que cuestiona paradigmas antiguos de crianza, se corren de la tradición. No quieren pediatras que bajen línea”. Esta psicóloga también se atreve a hacer un hipótesis sobre el germen de este cambio: “No es casualidad que muchas de estas mamás fueron criadas en los años ‘80, en pleno auge del libro Duérmete niño, que sostenía que había que dejar a los chicos llorar para resolver sus problemas de sueño. Muchas tampoco fueron amamantadas. Eso dejó marcas en ellas y hoy atienden las demandas de sus bebés desde otro lugar”, sostiene.
Autorrealización personal y profesional. “Desde que me recibí de diseñadora siempre trabajé en relación de dependencia para agencias de publicidad. Planifiqué mi embarazo y ahorré para tomarme una licencia más larga y poder alimentar a mi hija sólo con pecho por lo menos seis meses. Pero cuando llegó la hora de volver al trabajo y dejarla en una guardería, me di cuenta de que era una locura. Pedí trabajar desde casa, pero tuve más alternativa que renunciar. Y lo que en principio fue un problema se convirtió en un desafío y una oportunidad para probarme a mí misma porque me obligó a moverme y retomar contactos para trabajar freelance. Resigné cierta estabilidad económica pero gané en independencia. Me organizo como a mí me parece, establezco mis prioridades y el tiempo me rinde más. Y nadie me quita el placer de trabajar en un bar mientras mi bebé duerme abrazado a mí en su fular. No hay felicidad más grande que esa” (Marina, 32 años, diseñadora).
Las millennials valoran el encuentro con su hijo, están dispuestas a dedicarles tiempo en cantidad y de calidad sin resignar completamente su desarrollo profesional. El disfrute de la maternidad no implica que sean madres full time. El mismo conflicto que padecieron generaciones anteriores sigue en permanente tensión, sin resolverse de forma definitiva. Sin embargo, según la antropóloga Valeria Fornes, las nuevas madres son permeables a negociar ciertas libertades, si en favor de ellas se ha resignado el derecho al disfrute de la maternidad: “La sobredemanda laboral ha impulsado a algunas a colgar el guardapolvo, el trajecito o los tacos para gestionarse un trabajo sin horarios ni jefes, con más diposibilibidad para la crianza pero también en función de sus deseos y proyectos, resignando bienestar económico por autorrealización”. Teletrabajo, coworking, networking y freelancismo parecen ser palabras claves a la hora de sortear la dicotomía entre la vida profesional y la familiar. Una vez más las nuevas tecnologías son aliadas estratégicas de esta nueva generación de mamás.
Contratiempos de la hiperconexión. Twitter, Instagram, Facebook, Pinterest, LinkedIn: los millennials son los principales usuarios de esas y otras redes sociales, viven conectados a Internet y, por más ocupadas que estén, las madres de esa generación no son la excepción. Subir y compartir decenas de fotos de sus hijos, estar todo el día pendientes del grupo de WhatsApp con otras mamás y googlear información muchas veces se tornan tan compulsivos como contraproducentes en la crianza.
“La tecnología es un gran recurso pero debe ser bien administrado. Es frecuente ver a mamás dar la teta mirando el teléfono. La pantalla del celular no merece más atención que el bebé que precisa ser mirado por el adulto. Eso sigue siendo igual que cuando éramos hombres de las cavernas, la madre es irremplazable”, advierte Bronfman. Como Presidenta de la subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría, Paula Otero se alarma por la cantidad de niños muy pequeños que se encuentran en los espacios públicos viendo videos o jugando con celulares cuando la recomendación es evitar estas pantallas hasta los dos años. El consultorio pediátrico se convirtió en un espacio donde se transmiten estas recomendaciones sobre el uso controlado de la tecnología por parte de los niños y también de las mamás.
“Desde que empezó a usarse el WhatsApp como el gran medio de comunicación con el pediatra, hubo que reeducar a las mamás sobre el uso correcto para que no hagan consultas constantes sin medir hora ni motivo. El uso no debe ser indiscriminado para cualquier duda que surja. Por ejemplo, si hay una urgencia hay que ir a un centro de salud y nunca mandar un mensaje. El WhatsApp no habilita espacio para el tiempo y la responsabilidad que lleva responder una consulta de ese tipo”, explica.
Los hits de la maternidad digital
Para las madres millennials, las aplicaciones funcionan como un buen sostén para estar informadas y calmar la ansiedad del embarazo y el puerperio:
Babycenter. Permite calcular la fecha de nacimiento del bebé, ofrece consejos semana a semana durante los nueve meses del embarazo y promueve la conexión con madres y padres que atraviesan la misma experiencia. Son de uso extendido entre las futuras mamás de la generación millennial.
Contraction Timer y monitor. En los monitoreos del último mes, muchas futuras mamá se reportan a las parteras con el registro preciso de las primeras contracciones que aportan apps como Contraction Timer (Android) y Contraction Monitor (iOS).
Nursing timer. Esta aplicación (iOS) permite registrar las tomas, los cambios de pañal y los tiempos de sueño. Un registro vital, especialmente en el puerperio.
LA NACION