11 Jul En Finlandia, las mujeres toman el poder
Por Francisco Jueguen
Patricia desembarcó en enero de 2016 en Finlandia. No venía de vivir una buena experiencia laboral y vital en su tierra, España. La auxiliar administrativa había sido ascendida tres veces tras siete años de “duro trabajo”, como ella lo califica. Pero la compañía en la que trabajaba la despidió cuando su segundo hijo cumplió diez meses. Es que en ese país y tras ese período de tiempo, la ley “desprotege” a la mamá que no tomó una jornada de trabajo reducida.
Ella siente que su vida cambió en el país nórdico. “En Finlandia están muy orgullosos de la maternidad. Respetan a las mujeres en su licencia y no está mal visto”, contó Patricia a LA NACION, y agregó: “Mujeres y hombres aquí tienen las mismas oportunidades salariales”.
En el mundo, Finlandia es un sinónimo de igualdad de oportunidades. El año pasado, el país apareció segundo -entre 144 países- en el ranking del The Global Gender Gap Report del World Economic Forum, que mide la brecha de posibilidades entre ambos sexos. Este documento releva indicadores clave, como la participación en el mercado laboral, igualdad educativa, salud y empoderamiento político. Un ejemplo sobre este último punto sirve de indicador. Del Parlamento finés de 200 legisladores votado en 2015 un 41% son mujeres. Desde los 90, no se baja de ese piso. Incluso para los finlandeses es algo polémico que hoy sólo cinco de los 14 ministros (36%) del gabinete sean mujeres. Lo insólito: hay un gobierno conservador.
“Normalmente, teníamos un 50% o 60% de mujeres en el gabinete”, cuenta a LA NACION Meija Touminen, senior oficial del Ministerio de Asuntos Sociales y Salud de Finlandia. “Hace poco sumaron ministerios y ahora sólo un 29% del gabinete son mujeres”, cuestionó la funcionaria. A principios de siglo, este país ubicado en la frontera con Rusia, Suecia y Estonia, tuvo su primera presidenta, Tarja Halonen, una socialdemócrata. También hubo primeras ministras. Hoy el gobierno está integrado por tres partidos, entre ellos, los Verdaderos Finlandeses, de línea nacionalista y ultraconservadora. Pese a eso, la presencia femenina es elevada.
Este país de grandes extensiones de bosques, islas y lagos sobre el mar Báltico y cerca del Círculo Polar Ártico, fue el primero en el mundo en otorgar derechos políticos -la posibilidad de votar- a las mujeres. Ese hito llegó en 1907, cuando el territorio era un ducado ruso. Los fuertes movimientos sociales en los años 60 y 70, que afectaron a todos los países nórdicos, impulsó la llamada Acta de Igualdad entre Hombres y Mujeres en 1986. “Llegamos más tarde que otros países de la región pero mejoramos las leyes que existían”, indica Touminen.
“Cada empleador de Finlandia tiene la obligación de no discriminar por género y promover la igualdad en el lugar de trabajo”, explica la funcionaria. Pero esto no se queda en palabras. “Tienen que presentar un plan muy detallado y específico de planeamiento. Por ejemplo, en cuanto a los salarios. Hay que compararlos entre hombres y mujeres, y demostrar que no hay discriminación.”
Sin embargo, Touminen reconoce que a las mujeres aún les cuesta llegar a las cúpulas directivas y que también existe discriminación transversal, esto quiere decir áreas (como la ingeniería, la construcción, los operadores de planta, etcétera) que son exclusivas para hombres, y otras (personal de servicio, profesiones de administración de empresas o vendedoras) preferentemente para mujeres. En 2015, las principales ocupaciones de las mujeres fueron como profesionales del cuidado personal, maestras (altamente calificadas), o vendedoras. En cuanto a los salarios, todavía hay una brecha: en 2014, por caso, el sueldo promedio mensual de un hombre rondaba los 3600 euros, y el de las mujeres llegaba a 3000.
“En Finlandia es fácil ser madre y trabajar”, afirma Leena Karppinen, dedicada a las relaciones públicas y mamá. “Tenemos 105 días de licencia por maternidad. Luego, hay 158 días de baja que pueden repartirse entre el padre o la madre para cuidar al hijo”, explica Leena. Desde 2013, los padres tienen hasta 18 días laborables de licencia por paternidad una vez que el niño nació y mientras dura la licencia por maternidad. Una vez terminada la baja materna, el padre tiene 36 días más. Por otro lado, las mamás pueden estar de licencia hasta tres años sin perder el empleo y con un subsidio estatal. Pero una de las cuestiones más importantes es que está bien visto tomarse licencia.
“Las horas de trabajo en las oficinas son, por lo general, muy flexibles, y también se puede trabajar desde casa. Diría que es muy fácil ser madre y trabajar”, cuenta Leena. “Además nos podemos quedar en casa tres días sin sueldo si tu hijo está enfermo. Sin paga pero ayuda mucho”, cierra.
Desde 1996, los municipios finlandeses están obligados a dar servicios de guarderías a los niños menores de 3 años. Hoy reciben este servicio del Estado un 45% de los niños. Es una ayuda clave para los papás. El 70% son cuidados en sus casas y un 25%, por sus familias. Pero, no obstante, si no se requieren los servicios municipales, la familia puede optar por un subsidio de 294 euros al mes por el menor de 3 años (sin son varios hermanos, se da 84 euros por cada uno).
Desde 1940, el bebe también recibe la llamada “canasta para madres”, que traía de regalo camisas de tela, ropa de estar, pañales de tela, enteritos, medias y trajes de invierno gruesos. En los 80 se agregó el primer juguete del bebé y un libro guía con todas las prestaciones sociales. Para recibirla, la mamá debe ir a la consulta de maternidad antes de los cuatro meses de embarazo, lo que terminó de incluir a las mujeres en el circuito de salud y redujo la mortalidad infantil.
Pero, más allá de la igualdad en cuanto a las oportunidades entre hombres y mujeres, la violencia de género es un gran problema en este país. Con altas tasas de suicidios y alcoholismo, Finlandia está entre los peores tres de Europa en esta materia, detrás de Dinamarca y Letonia. “Una de cada tres mujeres dice haber sufrido violencia de género”, reconoce Touminen. En todas las municipalidades existen especialistas multidisciplinarios con procesos muy estandarizados
“Muchas mujeres suelen dejar de lado sus denuncias y eso es parte de la enfermedad. Por eso, nunca dejamos sola a la mujer, aunque también trabajamos con los hombres, porque los consideramos víctimas. Les damos ayuda de manera confidencial para no estigmatizarlos. Acá no son tratados como monstruos. Creemos en eso”, afirma la socióloga. En toda el área metropolitana de Helsinki existen varios refugios abiertos las 24 horas para las mujeres que no tienen dónde ir. “Siempre están llenos. Necesitamos más”, critica Touminen.
Finlandia no tiene más que madera para ofrecer al mundo. Por eso, la educación gratuita y de alta calidad se convirtió en una marca país para ser competitivo en un proceso de globalización. Las primeras mujeres entraron a la universidad en 1870 y hoy son mayoría en los claustros. En una sociedad campesina, con un clima imposible y en un territorio que sufrió varias guerras e invasiones extranjeras, siempre fueron trabajadoras dedicadas. También hoy. Pero quizás una de las claves de la igualdad esté también en su lengua, parecida al húngaro. “En nuestro idioma no existe el género. No aprendemos a dividir cosas por género y eso influye nuestra manera de pensar”, dice Leena, mamá, trabajadora y recibida de filóloga en la Universidad de Helsinki.
LA NACION