21 Jun La vocación, un lujo para pocos: la mayoría no logra trabajar de lo que le gusta
Por Paula Galinsky
No es fácil encontrar una profesión u oficio que a uno le apasione y mucho menos conseguir trabajo de eso. Berenice Quiroga (24) tiene clara la primera parte: sabe que le gusta actuar y dirigir y se preparó para eso en la facultad. Sin embargo, por ahora es empleada en un negocio de ropa. “Lo vivo como una etapa, sé que más adelante voy a conseguir algo de lo mío”, le cuenta a Clarín. Como ella, hay muchísimos. Según un sondeo de la consultora Adecco, menos del 20% califica a su trabajo como excelente. Si bien no hay datos oficiales, los especialistas en Recursos Humanos consultados confirman que a la mayoría de los argentinos no les gusta su trabajo.
El estudio de Adecco Argentina reveló que el 19,7% dice que su empleo es excelente. En tanto, el 48,8% se encuentra en una zona gris y se limita a afirmar que trabaja en “un buen lugar”. Por último, para el 31,4% su empleo es regular o malo.
Entre los jóvenes, otro relevamiento indicó que “el 31% está trabaja de lo que le gusta, el 54% no encontró lo que quería y el 15% restante sigue desocupado”, según precisó a Clarín Esther Parietti, directora de Sustentabilidad de Adecco.
“Cuanto más calificada está una persona, mayores serán sus chances de elegir de qué trabajar”, afirma Ariel Vázquez, profesor de la licenciatura en Recursos Humanos de la Fundación UADE. Por esto, considera que la gente “con menos capacitación es la que, con más frecuencia, está empleada en algo que no le gusta” y asegura que “hay una falta de calificación muy grande”. A su vez, destaca que “los empleos físicos (en los que se usa más el cuerpo) suelen ser los que menos gustan y los toman, en general, aquellos que están menos preparados”. Aunque siempre hay excepciones: hay algunos “rubros saturados”, con muchos recibidos y pocos puestos disponibles, como ocurre con “abogacía o periodismo”.
Para Vázquez, que es socio de la consultora Focalizar Capital Humano, “al 80% de las personas no les gusta su empleo”. Y animarse a cambiar es un lujo que no todos pueden darse. “Los jóvenes, más si están calificados, tienden a rotar. Con el correr de los años, los empleados suelen volverse más conservadores porque tienen miedo de perder la estabilidad laboral”, resume Vázquez y aclara que “igualmente, no es todo responsabilidad de la persona: el mercado laboral está estancado hace, por lo menos, cinco años. Esto influye bastante”.
Otro de los problemas, según Cristina Mejías, socióloga y consultora de carrera, es que mucha gente “agarra cualquier trabajo porque no tiene claro qué es lo que realmente le apasiona”. “Terminan sus estudios sin una orientación clara y cuando se ubican laboralmente es difícil que decidan moverse. Las crisis económicas tienen que ver con que no se animen a desarrollar algún emprendimiento o a cambiar de puesto cuando no están contentos”, explica Mejías. Y coincide en que “a la mayoría de los argentinos no les gusta su trabajo”.
“La elección del trabajo también se encuentra condicionada por la variable salarial”, dice Bernardo Hidalgo, presidente de la consultora de RRHH Grupo Hidalgo y Asociados, al analizar por qué la mayoría de las personas no tienen el trabajo que quieren. “Hay gente que prioriza un buen sueldo y, en esta línea, resigna trabajar de lo que le gusta”, sostiene el experto, que remarca que “si bien hay excepciones ya que depende de la oferta y demanda en cada rubro, las posibilidades de decidir sobre un trabajo son menores cuando hay un desempleo importante”.
El sociólogo y fundador de Staffing América Latina, Martín Padulla, dice que “no contar con un trabajo formal, algo que le ocurre a 4 de cada 10 argentinos, es otra razón por la que la gente no está satisfecha por más que su empleo se relacione con lo que estudió”. Y agrega: “Fuera del marco legal, la persona no puede proyectarse. En los jóvenes, el trabajo informal llega a 6 de cada 10”.
Testimonios
“Estudié actuación en una academia y dirección escénica en el IUNA pero, por el momento, no consigo trabajo de lo mío”, dice Berenice Quiroga (24), que es empleada en un negocio de ropa desde hace dos años. “Trabajo de vendedora por la plata. Arranqué full time pero después pasé a cubrir medio tiempo porque necesitaba más horas para hacer lo que me gusta”, sigue Berenice, que en su franco semanal aprovecha para dar clases de teatro y literatura. Dice que las 5 horas de trabajo se le hacen 20. A pesar de esto, lo toma con optimismo: “Nadie vive de la dirección a los 24 años. Creo que estoy por el camino correcto”.
Marcelo Rao estuvo siete años trabajando en un rubro que no era el que le gustaba. Entre 2003 y 2010 fue remisero y, con la plata, logró costear sus estudios para piloto de avión. El esfuerzo dio sus frutos. Su historia la difundió el periodista Sergio Lapegüe, al que Rao llevaba y traía en el remís en su época de movilero. “Empecé a volar en 1998, en simultáneo trabajaba como administrativo. En 2001 me quedé sin trabajo y dos años después sacamos un crédito con mi papá para comprar un remís. Cuando terminé de pagar el auto, empecé a destinar mi sueldo a las horas de vuelo”, relata Rao a Clarín. En 2007 tuvo su primera oportunidad en Aerolíneas Argentinas. “Sergio (Lapegüe) me contactó con un conocido de la empresa e hice los exámenes para entrar pero quedé afuera por muy poco”, resume el piloto, que tres años después fue convocado de nuevo. “Cuando me llamaron no lo podía creer, en octubre de 2010 firmé contrato y hoy vuelo a Nueva York, Madrid y Roma. Por fin puedo decir que trabajo de lo que me gusta”, agrega.
A Claudia Aranda (41), que es psicóloga, la realización profesional también le costó. “No fue fácil terminar la carrera porque mientras estudiaba tuve a dos de mis tres hijos. Después de recibirme hice una pasantía durante cinco años en el Hospital Gandulfo. Al mismo tiempo, comencé a atender pacientes pero recién este año logré tener mi consultorio”, dice Aranda que, ahora sí, asegura haber alcanzado su objetivo: “Tengo mi espacio, cuento con flexibilidad horaria para estar con mis hijos y hago lo que me apasiona”.
CLARÍN