Creaciones argentinas: del caballo monumental y otras obras

Creaciones argentinas: del caballo monumental y otras obras

Por María Paula Zacharías
Claudia Fontes es la estrella local por estos días en la Bienal de Venecia. Representa a la Argentina en el pabellón nacional con su obra El problema del caballo, que merece una visita guiada en sí misma y a través de sus detalles. Pero hay también otros cuatro artistas argentinos que integran la exposición central, Viva Arte Viva: Liliana Porter, Martín Cordiano, Sebastián Díaz Morales y Nicolás García Uriburu, a quien se le rinde homenaje. Curada por Christine Macel en el Padiglione de los Giardini y en los Arsenales, participan 120 creadores provenientes de 51 países. “Es una exclamación, un grito apasionado por el arte y la posición del artista”, dice Macel en su texto.
Tres días después de la inauguración oficial, Fontes ya está de regreso en su casa de Brighton, Inglaterra, y empieza a procesar las emociones. “El montaje fue una fiesta. Cada día terminaba bailando y con un paseo por el pabellón en el ascensor tijera que teníamos para montar la obra. Desde esa altura de repente la obra se pareció mucho al boceto inicial de plastilina, era como volar por una película”, cuenta. La obra fue recibida con mucho entusiasmo. “El público la transformó en el escenario de su propia performance: alguien se desnudó y posó imitando la figura del joven, hubo mujeres copiando la pose de la mujer del caballo y hombres mirando por debajo de la pollera de la mujer… no lo esperaba”, dice. No la perturba: “Estoy muy segura de cómo hice esta obra y por qué la traje al mundo, y confío en que ella misma se va a encargar de develarse con otra velocidad. Mi intención fue desde un principio que se viera como una aparición, una escena suspendida en el tiempo y que contiene las diferentes capas de sentido de ese espacio y su historia”.
Cuando están por cumplirse los 50 años de una acción histórica, la coloración de verde del Gran Canal de Venecia durante la edición de la Bienal de 1968 -hito en la historia del arte local y en la del land art global-, Nicolás García Uriburu tiene su homenaje. Ahora se exhiben registros de sus coloraciones, imágenes intervenidas y una foto-pastel del Puente del Rialto, además del manifiesto ecológico del artista.
Macel también invitó a Liliana Porter a presentar una nueva versión del Hombre con el hacha, que se vio en el Malba en 2013. “Es un tema recurrente en mi obra: el hombre con el hacha es, entre otras cosas, una metáfora del tiempo que transcurre y hace que el presente y todos los presentes queden en un espacio en donde los tiempos se vuelven simultáneos, pues nuestra memoria los re-ordena y los re-significa”, cuenta Porter desde Venecia. “El espacio que me asignaron no podría haber sido mejor y tuve apoyo de mis galerías -ocho en todo el mundo- y de particulares para producir la obra, que fue adquirida por el Pérez Art Museum en Miami (PAMM).” Su obra se verá la semana próxima en el espacio Ruth Benzacar en arteBA.
Martín Cordiano, radicado en Londres, trabaja con estructuras y objetos de la vida cotidiana en instalaciones que reflexionan sobre el hábitat. Presenta la instalación Common Places. “Evidencia la contradicción interna entre el dinamismo de nuestras vidas y las rígidas construcciones que las contienen”, define. En arteBA, la galería Walden exhibirá otra pieza con similar sentido, Desniveles.
Oriundo de Comodoro Rivadavia y radicado en Ámsterdam, Sebastián Díaz Morales trabaja en video; exhibe dos en Venecia. Entre la realidad y la ficción, sus imágenes poéticas y oníricas muestran la existencia humana en relación con la naturaleza, con ironía y escepticismo. En Suspensión, un hombre parece caer al vacío en cámara lenta, en una alegoría del hombre moderno. En Pasajes IV, un personaje parece conectar los diferentes lugares que visita: una construcción abandonada, un observatorio cerrado y las llanuras del Sur. Ahora, en la muestra del CCK Naturaleza: refugio y recurso del hombre se puede ver una pieza suya, El hombre con la bolsa.

Claudia Fontes, autoria y guía
El caballo
“Está corcoveando, como cuando se quiere sacar al jinete de encima. En este caso, el jinete es el edificio, contra el que choca en el techo. Tuve de modelo a Welsh, un caballo que vive cerca de mi casa y que tiene una relación especial con Caroline, quien también hizo de modelo para la escultura de la mujer. Los caballos son la presa por antonomasia, sólo se violentan si no pueden escapar. Cuanto más grande, más presa. En este caso, es dos veces y media mayor que un ejemplar natural. El tamaño -cinco metros de alto- es proporcional al miedo que tiene. Cuanto más miedo, más grande y menos posibilidades de escapar de la situación en la que está. Ése es el problema del caballo.”

Las rocas y las sombras
“Son una parte fundamental de la obra. Las sombras forman una imagen especular del caballo corcoveando, pero en este caso la silueta muestra un caballo disgregado, como después de una explosión. La idea del caballo explotado surgió del primer uso que se le dio a la Sala d’Armi como fábrica de balas y cañones que se fabricaban en el Arsenale. En castellano, el «caballo explotado» refiere a un juego de palabras entre explosión y explotación.”

La mano de la mujer
“Lo que sostiene la tensión de toda la escena está en la mano de la mujer que calma al caballo, apoyada sobre el punto ciego donde el caballo no puede acceder con su vista, por lo que debe confiar. Esa mano está agigantada y es un umbral entre el borde animal humano y no humano de ambos personajes. Caballo y mujer forman estructural y conceptualmente un arco. El peso del caballo se sostiene sobre esa mano que le da un punto de apoyo a tierra.”

El joven
“La silueta del caballo sobre la pared se percibe mejor si uno se para al lado del tercer personaje de la escena, un joven en cuclillas, aunque él no está mirando la silueta, sino una de las rocas.”
LA NACION