21 Mar David Rockefeller: Filántropo y último patriarca de un clan legendario
NuEVA YORK.- David Rockefeller, el banquero y filántropo de apellido legendario que controló el Chase Manhattan Bank durante más de una década e hizo pesar su enorme influencia en todo el mundo para difundir el evangelio del capitalismo norteamericano, murió ayer en su hogar de Pocantico Hills, Nueva York. Tenía 101 años de edad.
Su estatura era aun mayor de la que puede transmitir cualquier cargo corporativo. Su influencia se hacía sentir tanto en Washington como en las capitales extranjeras, en los pasillos de la alcaldía de Nueva York, en los museos de arte, las grandes universidades y las escuelas públicas.
Era el último nieto sobreviviente de John D. Rockefeller, el magnate que fundó la Standard Oil Company en el siglo XIX y que amasó una fortuna que lo convirtió en el primer megamillonario de Estados Unidos, y a su familia, en una de las más poderosas de la historia de ese país.
Con su apellido y su apego a los viajes internacionales, Rockefeller era una formidable herramienta de marketing viviente. En la década de 1970, sus encuentros con el líder egipcio Anwar el-Sadat, el soviético Leonidas Brezhnev y el chino Zhou Enlai contribuyeron a que el Chase Manhattan se convirtiera en el primer banco norteamericano en operar en esas latitudes.
“Poca gente de este país ha conocido a tantos líderes como yo”, solía decir el banquero-estadista.
Sus incursiones en la política internacional también le ganaron críticas, especialmente en 1979, cuando junto con el secretario de Estado de entonces, Henry Kissinger, convenció al presidente Jimmy Carter de admitir el ingreso a Estados Unidos del recientemente derrocado sha de Irán para que recibiera tratamiento contra el cáncer. La llegada del sha a Nueva York enfureció a los seguidores revolucionarios del ayatollah Ruhollah Khomeini, lo que provocó el asalto a la embajada de Estados Unidos en Irán y una toma de rehenes de diplomáticos norteamericanos que se prolongó por más de un año. Rockefeller también fue duramente criticado por coquetear con autócratas extranjeros para instalar y extender la presencia de su banco en sus países.
Sin embargo, presidentes de tinte ideológico tan diverso como Carter y Richard Nixon le ofrecieron el cargo de secretario del Tesoro. Rockefeller lo rechazó en ambos casos.
En 1979, tras la muerte de su hermano mayor, Nelson A. Rockefeller, que había sido vicepresidente y cuatro veces gobernador del estado de Nueva York, David se convirtió prácticamente en el único miembro vivo de la familia con un perfil nacional de magnitud.
El menor de seis hermanos, David nació en Manhattan el 12 de junio de 1915. Su padre, John D. Rockefeller Jr., único hijo del magnate petrolero, dedicó su vida a la filantropía. Su madre, Abby Aldrich Rockefeller, era hija de Nelson Aldrich, un rico senador de Rhode Island.
Creció en una mansión situada en el número 10 de la West 54th Street, por entonces la residencia privada más grande de la ciudad de Nueva York. La casa era un hervidero de ayudantes de cámara, mucamas, niñeras y enfermeras. Cada noche, su padre se sentaba a cenar vestido de esmoquin, y su madre, de vestido largo.
Pasaban los veranos en la “cabaña” de 107 habitaciones que tenían los Rockefeller en Seal Harbor, Maine, y los fines de semana en Kykuit, un complejo rural de la familia al norte de Tarrytown, Nueva York, una propiedad que fue comparada con un feudo medieval.
Su sentido de “nobleza obliga” se vio fortalecido por su educación en la Escuela Lincoln de Manhattan, una institución experimental fundada por el filósofo norteamericano John Dewey y financiada por la Fundación Rockefeller para reunir a chicos de diversas extracciones sociales. Luego estudió en Harvard, donde en 1936 obtuvo una licenciatura, y a continuación pasó un año en la Escuela de Economía de Londres, semillero de intelectuales socialistas. En 1940, David Rockefeller fue premiado con un doctorado en economía por la Universidad de Chicago.
Tras recibir su doctorado, Rockefeller se convirtió en secretario de Fiorello H. La Guardia, belicoso y liberal alcalde republicano de Nueva York. En 1940, se casó con Margaret McGrath, conocida como Peggy, a quien había conocido siete años antes en un baile, cuando David era un novato de Harvard y ella estudiaba en la Escuela Chapin de Nueva York. Peggy, dedicada al ambientalismo, falleció en 1996, a los 80 años. La pareja tuvo seis hijos: David Jr., Abby, Neva, Margaret, Richard y Eileen.
En 1942, David se alistó en el ejército, asistió a la escuela de entrenamiento de oficiales y durante la Segunda Guerra Mundial combatió en Francia y en África del Norte. En 1945 recibió la baja con el rango de capitán.
Su carrera de banquero se inició en 1946, como subgerente en el Chase Manhattan Bank, que en 1955 se fusionó con el Bank of Manhattan Company para convertirse en Chase Manhattan. En la inmediata posguerra, el negocio bancario seguía siendo una profesión de caballeros. Los altos ejecutivos trabajaban desde fuera de la institución, usando sus contactos personales para cultivar su cartera de clientes, mientras que el manejo diario del banco descansaba en funcionarios de rango medio. Rockefeller descubrió que podía dedicarles mucho tiempo a esas actividades. A fines de la década de 1940, reemplazó a su madre en el comité del Museo de Arte Moderno, del que más tarde se convertiría en presidente.
El ascenso de David en el mundo bancario fue vertiginoso. Para 1961 ya era presidente del Chase Manhattan y codirector ejecutivo junto con George Champion, presidente del directorio. A la hora de impulsar la expansión internacional del banco, Rockefeller quedó enfrentado con Champion, quien daba prioridad a los negocios locales de Chase Manhattan. En 1969, tras reemplazar a Champion como presidente del directorio y como único director ejecutivo, Rockefeller pudo extender la presencia del banco a casi todos los continentes. Rockefeller solía decir que su marca diplomática personal, cuando se reunía con jefes de Estado, era crucial para impulsar los intereses del Chase Manhattan.
A Rockefeller también le quedaba tiempo para atender los problemas financieros de la alcaldía de Nueva York. Su participación data de principios de 1960, cuando en su calidad de fundador y presidente de la Asociación del Downtown y el Lower Manhattan recomendó la construcción del World Trade Center, más conocido como las Torres Gemelas.
Más tarde en su vida, David se vio envuelto en la controversia por el Rockefeller Center, un edificio art decó construido por su padre en la década de 1930. En 1985, la familia hipotecó la propiedad por 1300 millones de dólares, embolsando un estimado de 300 millones. En 1989, la familia le vendió el 51% del Rockefeller Group, empresa propietaria del Rockefeller Center y otros edificios, a la Mitsubishi Estate Company de Japón.
Más tarde, Mitsubishi aumentó al 80% su participación accionaria en el grupo.
Ya octogenario, y con una fortuna que en 2012 fue estimada en los 2700 millones de dólares, Rockefeller se dedicó cada vez más a la filantropía, donando decenas de millones de dólares, particularmente a la Universidad de Harvard, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y la Universidad Rockefeller, que John D. Rockefeller Sr. había fundado en 1901.
Traducción de Jaime Arrambide/LA NACIÓN