Horas extra de oficina, el foco del tsunami familiar

Horas extra de oficina, el foco del tsunami familiar

Por Sebastián A. Ríos
Javier saluda desde la puerta de la habitación: “Yo me voy a la cama, ¿vos tenés para mucho?”. Laura contesta desde el sillón con un “sí” apagado, sin levantar la vista de su notebook. Mientras escucha la puerta del cuarto cerrarse lentamente, estira la mano para tomar la taza de café que descansa a su lado y el primer sorbo le resulta frío; entonces mira la hora en la esquina inferior derecha de la pantalla: 00.57. Laura sospecha que a la hora del desayuno el café vendrá cargado de reclamos.
Uno de cada tres argentinos trabaja en el hogar fuera del horario de oficina, revela una encuesta realizada por Adecco Argentina, la misma que advierte que el 57% de quienes destinan tiempo de ocio a las tareas laborales recibe reclamos, ya sea en forma ocasional o constante. En ese punto en el que la presión laboral se enfrenta a la familiar, es fácil que el reclamo se convierta en discusión y que, sin diálogo y sin algún trabajo de organización de los tiempos, la discusión decante en hastío y agotamiento.
“El tiempo que se trabaja en casa es siempre tiempo que se le quita al amor, los hijos, el ocio y los momentos compartidos. Supone, por tanto, una cuota de frustración para todos que, de prolongarse, lleva a que el trabajo entre en competencia con los vínculos”, advierte el psiquiatra y psicoanalista especialista en vínculos de pareja y familiares Pedro Horvat.
“El resultado es que una termina sintiendo frustración con el trabajo, porque ve que tiñe de forma negativa la vida en el hogar, pero también frustración con la familia, porque que una tenga que trabajar fuera de la oficina no deja de ser una obligación y no un disfrute”, dice Laura, empleada administrativa de 35 años, que prefiere dejar afuera su apellido de esta nota.
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“Una de las cuestiones que más se juega en estas situaciones es la culpa: con el trabajo, con la familia, con la pareja”, señala Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting y autor de Historias y mitos de la oficina, lo que nadie cuenta (Ed. Planeta), que afirma que la vivencia que refiere Laura es cada vez más común: “En general, la tendencia es que las responsabilidades laborales avanzan sobre los distintos ámbitos, y lo personal y lo familiar son los más impactados”.
Lo que suele ocurrir, retoma Horvat, es que “la persona queda tironeada por fuerzas que pertenecen a planos muy diferentes -el hogar y el trabajo, que tienen reglas muy distintas-, y entonces espera de los suyos la comprensión que no obtiene de sus jefes. El resultado suele ser de sentimientos de ambivalencia con respecto al trabajo y reclamos insatisfechos en casa”.
En el corazón de este conflicto se encuentra una dificultad que fue reconocida por tres de cada cuatro participantes de la encuesta de Addeco Argentina: el 39% dijo que le resultaba difícil equilibrar el tiempo que le dedica al trabajo con el que le dedica a la familia, mientras que otro 36% dijo que, directamente, nunca lograba encontrar un equilibrio entre ambos.
En algunos casos, sostiene Melamed, la presión que lleva a las persona a destinar tiempo de ocio al trabajo no se origina precisamente en la oficina. “Uno de los factores qué más impacta negativamente es el perfecccionismo exacerbado; querer ser el mejor en todo, lo que de por sí es una utopía e imposible, ¡y que además deja de lado el disfrute y el placer!”

En busca de un equilibrio
Quienes tienen ya cierto training en tener que hacerle lugar en la jornada a un sinnúmero de responsabilidades laborales desarrollan ciertas estrategias que tienden a poner límites -temporales, espaciales- al home office, o a organizarlo, con el fin de que las obligaciones que emanan del mundo del trabajo perturben lo menos posible la vida familiar.
Marilina Enriquez, gerente de comunicación de 35 años, establece en su regreso al hogar una ventana de tiempo dentro de la cual no admite interferencias del trabajo: “Desde que salgo del trabajo y hasta pasadas las 10 de la noche no contesto llamados ni mails ni mensajes de WhatsApp laborales -dice-. Ese es el momento que dedico a mi familia: buscar a mis hijos al colegio, llevarlos al médico, a sus distintas actividades, cenar con mi marido y mis hijos.”
Pasadas las diez y de común acuerdo con su pareja, las laptops y los celulares vuelven a la vida en la casa de Marilina: “Entonces los dos dedicamos un rato a responder mails o asuntos pendientes que quedaron del trabajo, pero tratamos de que tampoco esas tareas ocupen todo el tiempo que nos queda hasta que apagamos la luz de la habitación”, agrega.
Para otros, lo fundamental es, una vez que se sabe que habrá que llevar trabajo al hogar, dar la alarma temprana que ponga en marcha un “recalculando”. “Lo que nosotros buscamos siempre es manejar el tema desde la organización, dándole la mayor previsibilidad a una circunstancia como tener que trabajar fuera del horario de oficina, para tratar de acomodar lo mejor posible esa situación a la casa, para que su ritmo diario se vea afectado lo menos posible”, afirma Hernán Cáceres, abogado de 38 años que trabaja en el estudio Segal, Turner & Asociados.
Hernán, papá de una beba de un año y diez meses, aporta un par de ejemplos: “Generalmente soy yo quien baña a la beba, pero ese día en que tengo que trabajar en casa probablemente no sea yo quien la bañe o quizás la bañe en un horario distinto. A veces en esas situaciones lo que buscamos es tratar de comer más temprano, para permitir que la casa vuelva al estado normal, y después trabajar”.
En definitiva, agrega, “el objetivo es que esa situación que es tener que trabajar después de hora en casa (que trato de que sea excepcional) no afecte el ritmo de la familia. Creo que con un poco de previsibilidad y de organización se puede hacer que sea más fácil una situación que no deja de formar parte de las responsabilidades que uno tiene”.
“Aprendí de especialistas de Harvard sobre la importancia de los primeros 10 minutos cuando uno llega a su casa -cuenta por su parte Melamed-. Cada persona tiene un estilo diferente: a algunos les gusta contar lo que hicieron durante el día, a otros desconectarse, a muchos no hacer nada y ciertas personas seguir conectados. Lo que sugieren los expertos es poder pactar con la pareja y la familia en momentos «de paz» cómo será la actitud de esos primeros 15 minutos cuando uno regresa del trabajo y respetar el estilo de los demás integrantes de la familia. Es el momento de recargar baterías y pasar de un «modo trabajo» a «modo casa/familia», me parece muy interesante el enfoque y, después de más de 27 años de matrimonio, ¡puedo certificarlo!”

De mutuo acuerdo
Pero más allá de las acciones que efectivamente cada cual lleve a cabo para tratar de minimizar el impacto de ese home office que se realiza después del office office, es importante invertir tiempo en establecer acuerdos en el seno de la familia al respecto, en especial con la pareja.
“En primer lugar, es necesario poder comprender juntos cuál es el sentido del esfuerzo [de invertir horas de ocio en el trabajo]; es decir, qué significado se espera que tenga en el proyecto de la pareja. El sacrificio compartido, en pos de una meta común, vuelve todo más llevadero”, afirma Horvat, y agrega: “Si por distintas circunstancias (económicas, profesionales) se entiende que la situación es indeseada pero inevitable, ambos deberán comprometerse en paliar los posibles efectos negativos, rescatando en la medida de lo posible los espacios de pareja y familiares. Es preciso recordar, además, que donde hay uno que trabaja siempre hay otro que sostiene la situación para que sea posible, de modo que ambos se necesitan”.

Entre el trabajo y la familia
Resultados de una encuesta realizada por Addeco

80%
De las personas dice que sigue conectada con el trabajo fuera del horario de oficina

29%
Destina tiempo frente a la notebook en su hogar para resolver asuntos laborales

57%
De los que trabajan en horarios fuera de oficina reciben algún reclamo de su familia
LA NACIÓN