Diez películas imperdibles para descubrir en Netflix

Diez películas imperdibles para descubrir en Netflix

Por Diego Battle
El éxito de Netflix se sustenta en las series y, sobre todo, en sus contenidos originales. Sin embargo, basta con hurgar un poco entre la oferta de películas para encontrar unos cuantos títulos valiosos. Aquí una guía de diez films para agregar a las listas personales:

Dulzura americana (American Honey), de Andrea Arnold. La directora británica (Red Road, El rebelde mundo de Mía, Cumbres borrascosas) incursionó por primera vez en el cine estadounidense con esta road movie iniciática por la América profunda con claros ecos de la obra de Gus van Sant, Harmony Korine, Larry Clark y Kelly Reichardt. Star (la desconocida Sasha Lane, toda una revelación) se suma a un grupo de adolescentes que recorre distintas ciudades vendiendo suscripciones de revistas. Mientras viajan en camioneta, paran en moteles y se cruzan con los más patéticos personajes, descubren el sexo, las drogas, la música (el soundtrack es notable) y los excesos de todo tipo. Arnold trabaja con una mayoría de actores no profesionales, aunque uno de los protagonistas es nada menos que Shia LaBeouf.

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Under the Shadow, de Babak Anvari. La ópera prima de Anvari fue un éxito en el circuito de festivales (premiada en Sitges y Viena) y la revelación de las recientes nominaciones a los Bafta con una historia ambientada en la Bagdad de la década del 80, en pleno conflicto bélico entre el Irán de la revolución islámica e Irak. El film se concentra en las desventuras de una mujer que -en un contexto de represión familiar y social que la lleva a múltiples frustraciones- debe cuidar de su pequeña hija en medio de la tensión por los constantes bombardeos del enemigo. La película va de lo íntimo al cine de género (presencias fantasmales y elementos sobrenaturales) con absoluta soltura y resultados más que inquietantes.

Sing Street: Éste es tu momento, de John Carney. El talentoso director de Once y ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? filmó una suerte de cuento de hadas adolescente sobre la historia de Conor, un quinceañero de tortuosa coyuntura familiar y escolar (es víctima del bullying) que en la década de 1980 arma una banda con otros “perdedores” e intenta impresionar a Raphina, una chica algo mayor que sueña con huir a Londres y convertirse en modelo. En la línea de Melody, la película hace un excelente uso de la música -constante del cine de Carney- y resulta tan divertida como emotiva.

Un cadáver para sobrevivir (Swiss Army Man), de Dan Kwan y Daniel Scheinert. Premiada en las últimas ediciones de los festivales de Sundance y Sitges, esta ópera prima de los veinteañeros Kwan y Scheinert (se hacen llamar Daniels) fue, sin dudas, una de las propuestas más extremas, desquiciadas y controvertidas de 2016. Se trata de una mezcla entre el cine de Wes Anderson, la reciente Capitán Fantástico y Náufrago (todo empieza con Paul Dano como único sobreviviente en una isla desierta a punto de suicidarse) que apuesta a la comedia negra con una mixtura de clips musicales, muchos chistes escatológicos, momentos gore, referencias sexuales y situaciones absurdas.

Hacia el infierno, de Werner Herzog. El infatigable director alemán rodó este documental en el que trabajó codo a codo con Clive Oppenheimer, vulcanólogo y autor del libro Eruptions That Shook the World, que sirvió de inspiración para este recorrido por varios de los volcanes en actividad y zonas que fueron afectadas por impresionantes erupciones. La voz en off del propio Herzog en su inconfundible inglés y con un espíritu entre didáctico y filosófico, los testimonios de expertos en la materia y de líderes de los pueblos originarios que adoran los volcanes en sus rituales y creencias, la música grandilocuente (Verdi, Vivaldi y sobre todo los cantos de los monjes de una iglesia de Kiev) y la belleza inconmensurable de las panorámicas obtenidas en muchos casos con drones le permiten al film transmitir una mezcla de sensaciones que van de lo melancólico a lo surreal. Netflix también lanzó hace días otro documental de Herzog, Lo and Behold: Ensueños de un mundo conectado, que sí se vio en una sala porteña.

Divines, de Houda Benyamina. Ganadora nada menos que de la Cámara de Oro a la mejor ópera prima del último Festival de Cannes, esta película ambientada en los sórdidos y candentes suburbios de París narra la historia de Dounia (Oulaya Amamra, hermana menor de la directora), una adolescente rebelde que abandona el colegio secundario, tiene una tensa relación con su madre, se sumerge en el negocio de la droga y se obsesiona por un bailarín. Retrato de las contradicciones, miserias y tentaciones de la multirracial juventud francesa actual, Divines -al igual que su protagonista- tiene una energía desbordante.

Aquí no ha pasado nada, de Alejandro Fernández Almendras. Tras filmar Huacho (2009), Sentados frente al fuego (2011) y Matar a un hombre (2014), el chileno AFA reconstruyó la historia real ocurrida el 18 de septiembre de 2013: Martín Larraín, hijo del ex senador Carlos Larraín y perteneciente a una de las familias más influyentes de Chile, atropelló y mató a Hernán Canales. Luego de un juicio con varios desatinos procesales, el acusado recibió una pena menor y quedó en libertad. Si bien en el film hay elementos típicos del thriller judicial, la propuesta prioriza la exploración de la intimidad de los jóvenes transandinos, las diferencias de clases, la culpa, la impunidad y la corrupción.

Enmienda 13 (The 13th), de Ada DuVernay. Este demoledor documental de la directora de Selma: El poder de un sueño expone en toda su dimensión la estigmatización de la comunidad afroamericana, la represión institucional, las miserias del sistema carcelario y el multimillonario negocio detrás de las políticas de seguridad. El film -que parte desde la abolición de la esclavitud en 1865 y llega hasta la actualidad- arranca con un discurso en off de Obama en el que indica que Estados Unidos tiene el 5% de la población mundial, pero el 25% de todos los prisioneros del mundo. Durante los desgarradores 100 minutos del film se irán conociendo otras estadísticas aterradoras. Pero, si bien los números son importantes en Enmienda 13, DuVernay realiza un interesante recorrido histórico y sociológico con la ayuda de material de archivo y testimonios de intelectuales, políticos, asesores, lobbistas, periodistas y expertos en cuestiones tan diversas como historia o economía.

Justin Timberlake + The Tennessee Kids, de Jonathan Demme. El director de El silencio de los inocentes es un maestro del rockumental (hizo películas sobre Talking Heads, Neil Young y Robyn Hitchcock) y en este caso registró la despedida en Las Vegas de la gira 20/20 Experience Tour del talentoso cantante, compositor, productor, actor y bailarín.

Barry, de Vikram Gandhi. La historia de un veinteañero criado en Hawai e Indonesia, hijo de madre blanca y padre africano ausente, que llega a la Universidad de Columbia en pleno Harlem de 1981. Claro que no se trata de cualquier joven, sino de quien luego sería dos veces presidente de los Estados Unidos. Obama (interpretado con convicción por el australiano Devon Terrell) se relaciona con una chica burguesa (Anya Taylor Joy, revelación de La bruja) y, en medio de los problemas para integrarse tanto con blancos como con afroamericanos, va forjando los primeros años de formación y carrera en una biopic valiosa que evita los lugares comunes de este tipo de películas.

Y además: más allá de esta selección de 10 películas, Netflix también propone otros provocativos títulos, como White Girl, de Elizabeth Wood; Obvious Child, de Gillian Robespierre, y Tickled, de David Farrier y Dylan Reeve. Sólo es cuestión de buscar un poco, darle clic y probar.
LA NACION